martes, 26 de noviembre de 2013

Capitulos de Maratom

Capitulo 49:

Sus ojos volvieron a adquirir ese brillo de hace unos instantes, sus mejillas se enrojecieron levemente y eso terminó con lo que quedaba de mí.
— ¿Usas ese calificativo con otras… personas? — me preguntó con recelo. Sonreí.
— ¿Celosa? – le pregunté arqueando una ceja.
— Estás matando el momento, Tom— dijo frunciendo levemente el ceño. Reí por lo bajo.
— Y tú solo me estás tentando cada vez más — dije divertido.
— Solo quiero saber si alguien más fue llamada así…
— No — le dije mirándola fijamente — Nadie más, amor.
Ella levantó su mano y acarició mi mejilla, para luego subir hasta mi cabello y acomodarlo levemente hacia atrás. Me incliné hacia ella y la besé dulcemente acariciando sus labios con cuidado. Gimió levemente, mandando a través de mí una oleada de placer. El beso dulce y tierno se volvió apasionado e intranquilo. Necesitaba sentirla, desesperadamente. Bajé mis manos al borde de su blusa.
— No, no y no, Kaulitz— dije agitada soltando mis labios — Dije que no…
— Maldita, eso eres una pequeña y peligrosa ninfa que ha venido hasta mi habitación y me ha despertado y me ha seducido y ahora no quiere dejarme cobrar lo que debo.
— Por Dios, Tom, no han pasado si quiera 24 horas desde la última vez que lo hicimos… no puedes estar desesperado. Definitivamente eres un ninfómano.
— Y tú te comportas como una monja — la besé cortamente.
— Pero te encanta esta monja – dijo coqueta.
— Está bien, tú ganas. Solo porque no tengo como contradecir aquello, es absolutamente cierto.
Me miró de manera tierna y acarició de nuevo mi mejilla.
— Ahora, ¿me puedes dejar salir? Quiero comer algo — me dijo.
— Delante de ti ya tienes algo para comer, ¿para qué quieres otra cosa? — le pregunté.
Ella rió por lo bajo.
— No se puede vivir de hacer el amor, Tom — dijo mientras sin intención alguna clavaba su mirada en mi boca.
— Mmmm, esa mirada… quieres besarme ¿cierto? – le dije y me agaché para morder sus labios.
— Tienes razón… ganas en todo. Sí quiero besarte, y todo lo que se te pueda pasar por la mente. Pero ahora tengo hambre…
— de comida.
— Bueno, vamos a comer — dije rendido mientras me alejaba de ella y me ponía de pie. Tomé su mano y la levanté de la cama — Pero luego quiero el postre.
Le gruñí y la tomé de la cintura para un arrebato beso y luego la solté. Ella rió divertida.
— Traje helado — dijo con una inocente sonrisa.
— Y te atreves a decir que soy yo quien mata los momentos. No tienes vergüenza, amor.
— Decidí ignorar tu doble sentido — me aclaró.
— Pero si lo divertido de eso es que te escandalices — dije mientras ambos salíamos de la habitación.
— Oh, bebé, ya no me escandalizan tus dobles sentidos — me dijo divertida.
Arqueé una ceja y antes de que se alejara demasiado, la detuve y la acerqué a mí. Su espalda chocó levemente contra mi pecho y el aroma de su cuerpo, me excitó un poco más de lo que ya estaba. Sentí como su respiración se volvía un poco más densa.
— ¿Por qué estas tan distante? — le pregunté al oído.
— Yo no estoy distante — aseguró.
— Sí, sí lo estás – susurré y bajé mis manos a su vientre, abrazándola un poco más.
— Tom… - murmuró.
— ¿A qué le temes, _________? – le pregunté y la giré para que me hiciera frente.
Me miró fijo a los ojos y vi la inseguridad en ellos. Aquellos ojos cautivantes estaban llenos de inseguridad.
— No quiero que… que te canses de mí.
— ¿Cansarme? – pregunté confundido.
— Tal vez… si me hago la difícil, pueda que no me dejes tan pronto.
Eso es lo que pasa… _______ aún no entiende lo que ella significa para mí. Tomé su rostro con mis manos y la acerqué a mis labios.
— Estoy perdida y completamente enamorado de ti… te necesito, te quiero. Y no creo que pueda cansarme de algo que hace latir tan fuerte mi corazón — besé sus labios apenas — Eres la dueña de mi corazón… puedes hacer lo que se te cante con él. Soy tuyo, maldita sea.
— Yo también soy tuya, Tom, completamente tuya — susurró agitada y se acercó completamente a mi boca. Gruñí ante el desenfreno de su pasión.
Sus labios abrasaron los míos y su lengua me cautivó. Sus pequeños brazos rodearon mi cuello y entonces la alcé del suelo.
— Rodéame con tus piernas… por favor, necesito sentirte, ________ — le supliqué soltando apenas su boca. Ella sonrió levemente.
Sus piernas rodearon mis caderas y entonces volví a besar su boca.
— Claro que no, Georg — dijo divertida.
Ellos tenían los ojos bien abiertos y estaban ahí parados como estatuas en la puerta, nos miraban fijo. ______ seguía sobre mí.
— Creo que no hemos llegado en un momento muy apropiado — dijo mi buen amigo Listing.
Lentamente, _______ se fue bajando de mí, para acomodarse un poco el pelo y la ropa.
— Diablos, Mirna… ¿acaso no me dijiste que no vendrías hoy? — le pregunté.
— Lo siento, primito, no pensé que estarían haciendo tal muestra de amor en medio del pasillo — dijo ella con una leve sonrisa.
— Son unos aguafiestas — dije fastidiado y miré a Georg — Y tú, ¿Acaso no podías llevarla a algún lado para distraerla o algo así? Es la segunda vez que interrumpe algo interesante…
— Ya, ya — dijo ______ apoyando una de sus manos sobre mi pecho — Vamos a ser unos buenos anfitriones y los vamos a hacer pasar y vamos a cenar todos juntos.
Mirna sonrió emocionada y se acercó a _______ para tomarla de la mano.
— ¿A dónde piensas llevarte a mi _____? — le pregunté, tomando la otra mano de _____.
— Necesito hablar en privado con mi mejor amiga, pesado — me dijo la rubia.
— Jamás voy a perdonarte que hayas arruinado nuestro momento — le aseguré.
— Sí vas a perdonarme, primito lindo — apretó mi mejilla.
— Ya, bebé — me dijo ______ y besó levemente mis labios — Yo también quiero hablar con tu prima… — se acercó a mi oído — Te prometo que luego la recompensa será mejor de lo que esperas.
— Ya, _______, deja de excitarlo —la regañó Mirna y tiró de ella para desparecer por el pasillo.
Me giré a ver a Georg y éste soltó un leve suspiro.
— Lo siento, hermano… juro que no tenía idea que estabas con ______. Mirna me contó que ayer estuvieron juntos y que al parecer al fin aceptaste que estás enamorado — me dijo.
Solté un suspiró y apoyé mi mano en su hombro para hacerlo caminar hacia la mesada de mármol y sentarnos allí.
— Yo no sé como pasó… pero me tiene loco — le conté. Él sonrió divertido.
— Así son ellas cuando logran meterse en tu corazón. Te sientes como un títere que depende de los hilos para moverse… te aseguro que en verdad van a enredarnos.
— Pues estoy dispuesto a enredarme por ella — dije divertido.
Ambos escuchamos las chistosas risas de ______ y Mirna, Georg me miró divertido.
— Son terribles — aseguró.
— Nuestra perdición, hermano — dije y palmeé su hombre – Pero, espera un segundo, yo me perdí de algo ¿Qué pasó entre tú y mi prima?
— Bueno… nosotros estamos saliendo — me contó. Puse mi mejor cara de enternecido.
— ¿Te das cuenta de que tú, Gustav y yo hemos caído en los brazos de tres ninfas asesinas?
— ¿Por qué asesina? — dijo confundido.
— ¿Aún tienes el valor de preguntarlo? — dije mientras veía como _____ y Mirna caminaban hacia nosotros.
— ¿Qué hacen? — preguntó mi curiosa prima.
— Hablábamos — le dije y miré a _____ que se acercó lentamente a mí hasta estar a mi lado.
La tomé de la cintura y la guié para que se sentara sobre mi regazo.
— Georg, ¿me acompañas a comprar unas cosas para la cena? — le preguntó Mirna.
— Claro que sí, preciosa — dijo él y ambos salieron del departamento tomados de las manos.
En ese instante, ______ apoyó su cabeza contra mi hombro y con su mano derecha comenzó a acariciar mi pecho. Bajé la mirada para mirarla y estaba demasiado callada para mi gusto.
— ¿Pasó algo? — le pregunté.
Ella levantó su rostro, pero sin alejarse de mi hombro, su boca quedó cerca de la mía. Su mano hacía pequeños círculos sobre mis pectorales.
— Te quiero — susurró. Mi cara se tornó boba y una media sonrisa curvó mis labios.
— ¿Cómo? — le pregunté. Ella sonrió.
— Que te quiero, Tom… no te das una idea de cuanto — dijo en tono suave — Bésame como hoy en la mañana… despacio.
Me acerqué más a ella, y la besé como me pidió. Mis labios rozaron suaves los suyos. Me invadió su dulce aroma. Me invadió ella… su amor y pasión.
— ¿Por qué no les pedimos que se vayan? — pregunté sobre su boca. Ella sonrió.
— Lo lamento, bebé… pero en este momento Gustav y Ana también están viniendo hacia aquí.
— ¡Demonios! No se van a ir nunca más — me quejé.
Me besó cortamente y se puso de pie.
— No te pongas quisquilloso, son tus amigos y mis amigas… está bien que estemos con ellos.
— Yo no quiero estar con ellos — aseguré.
— Eres un mal amigo — me dijo.
— Pero, mi amor… yo estoy todo el tiempo con esos dos — seguí quejándome como un pequeño niño — Yo solo quiero estar contigo ahora.
Sonrió y clavó su mirada en la mía. Se volvió a acercar a mí y rodeó mi cuello con sus brazos.
— Ahora soy ‘mi amor’, cada vez le vas agregando algo más, bebé — dijo risueña.
— Tú me provocas esa clase de cursilerías, solo tú — le dije y me acerqué de nuevo a ella para besarla. Rió sobre mis labios y aquella fue una hermosa sensación, que también me hizo sonreír. La puerta del departamento se volvió a abrir.
— Oooh, vamos ¿Acaso no van a dejar de estar como chicles ni por un segundo? — nos dijo Mirna entrando con Georg, Gustav y Ana detrás.
— Si no fuera por ti, y por tu inoportuna llegada a esta casa, estaríamos más pegados que dos chicles — le dije.
______ golpeó levemente mi brazo y se alejó de mí, para saludar a su querida amiga Ana. La pequeña diabólica se acercó a mí con duda y resentimiento y cuando la tuve en frente estiré mi mano hacia ella.
— ¿Tregua? — le dije. Ella analizó mi mano.
— Llegas hacer sufrir a mi amiga, y serás hombre muerto — me aseguró.
Reí y ella también lo hizo para luego tomar mi mano.
Las chicas se quedaron en la cocina ‘haciendo la cena’ mientras que los chicos y yo nos sentamos frente al televisor con una lata de cerveza cada uno.
— Esto sí que es vida… la vida de concubino no es tan mala como nosotros habíamos pensado, muchachos — dijo Gustav.
— El único que esta en concubinato aquí eres tú, nosotros apenas estamos empezando, ¿o no, Kaulitz? — me dijo Georg.
Mi mirada estaba clavada en _______. En su sonrisa, en la forma en que su boca se mueve al hablar, en sus gestos, en sus ojos, sus pestañas, sus mejillas, su nariz…
— ¡Kaulitz! — me llamó Gustav, sacándome de mi sueño.
— ¿Eh? — dije confundido y lo miré.
Schafer sonrió divertido y miró en la dirección en la que yo estaba mirando.
— Por Dios, Georg, este puede estar empezando recién, pero esta más metido que nosotros dos juntos — le dijo divertido.
— Si supieras como los encontramos Mirna y yo cuando entramos, por Dios no pueden dejar de tocarse ni un segundo —exclamó Georg. Al fin pude concentrarme bien en ellos.
— Oigan, déjenme en paz, soy feliz ahora. Tengo a la chica más hermosa del mundo, la más dulce e inteligente, la más sexy y provocadora, la más tierna y cariñosa…
— Y luego yo era el cursi, ¿cierto?
— Mueres de envidia, Listing, es eso — le aseguré.
— Yo creo que debemos brindar — dijo Gustav.
— Y yo también — dije y tomé mi lata para levantarla hasta la altura de nuestros ojos.
— ¿Y por qué vamos a brindar? — preguntó Schafer.
— Por… otro año más juntos — dijo Georg.
Sonreímos y brindamos. Mi mirada volvió a fijarse en ______. Otra vez mi cara de tornó boba y una estúpida sonrisa atravesó mi rostro.
— Y por ellas — dije sin dejar de mirarla

Capitulo 50:

______ comenzó a reír divertida al igual que Ana. Dejamos de hablar y nos giramos a verlas. Gustav se puso de pie.
— ¿Qué sucede? — preguntó mientras se acercaba a ellas. Georg y yo lo seguimos.
— Me parece muchachos que Mirna acaba de arruinar nuestra cena — dijo ______ sin dejar de reír. La miré divertido… se estaba descostillando de la risa.
— ¡No es divertido! — se quejó la rubia. Ana se restregó los ojos, mientras calmada su risa.
— No les hagas caso a estas brujas, linda — dijo Georg y se acercó a Mirna, quien apoyó su cabeza sobre su hombro cuando él estiró sus brazos.
— Aaaay, me dijo bruja — se quejó ______.
Me acerqué a ella y la abracé por la espalda, apoyando mi mentón en su hombro. Mi boca quedó cerca de su oído. Ella colocó sus brazos sobre los míos que estaban sobre su vientre.
— Y sí, algo de eso debes ser… porque me tienes hechizado. No puedo dejar de verte, no puedo dejar de pensar en ti, en tus besos, en tu cuerpo — le susurré.
Sonrió levemente y mordió su labio. Giró un poco la cabeza y me miró.
— No puedes con tu genio, ¿verdad? — preguntó.
— Te lo aseguro… apenas se vayan todos, tú no te salvas de mí — besé su mejilla y volví mi vista a los demás, pero sin dejar de abrazar a ______ — Entonces ¿Qué vamos a comer?
— Pidamos unas pizzas — dijo Gustav.
— Perfecto — aseguré y me alejé de ________ para ir en busca del número del delivery. Pero detuve mi paso al recordar aquello, me giré a verlos a todos — No podemos.
— ¿Por qué? — dijo confundido Georg
— ______, no come pizzas — dije.
Ella sonrió y se acercó a mí, para acomodar un poco mi cabello.
— Eres un dulce de leche — aseguró.
— Y tú eres mi envase — murmuré y me incliné para besarla cortamente.
— Pero no se preocupen por mí… pidan la pizza, yo no tengo hambre — les dijo a los chicos.
Ellos volvieron a sus charlas y le lancé a Georg la tarjeta con el número para que llamara. Volví mi vista a ______. Me senté en el sillón y le hice un gesto para que se sentara sobre mis piernas.
— Es mentira que no tienes hambre. Hace un rato estabas que matabas por un poco de comida.
— No te preocupes, comeré un poco de fruta — me dijo.
— No, ¿sabes qué? Vas a comer una porción de pizza o dejo de llamarme Tom ‘el sexy’ Kaulitz.
— ¿El sexy? — dijo divertida — Más bien ‘el calentón’.
— Muy graciosa — bufé — Pero la única calentona aquí eres tú…
— Sí, y me encanta serlo — dijo en descarado coqueteo.
— No me seduzcas aquí… tenemos invitados, amor mío. No querrás que haga cosas inapropiadas delante de ellos ¿o sí?
— No te atreverías — dijo entre divertida y nerviosa.
— ¿Quieres averiguarlo? — pregunté.
— No, Tom, ni se te ocurra — se estaba por poner de pie, pero no la dejé. Me miró fijo a los ojos.
— ¿A dónde crees que vas?
— A… a estar con las chicas.
— Con ellas puedes estar otro día, ahora estas conmigo — le robé un breve beso.
Ella sonrió y se acurrucó contra mi pecho. Mi corazón latió rápido bajo su oreja, y la escuché sonreír. Se alejó de mí y me miró a los ojos.
— La primera vez que me besaste en la clase, ¿recuerdas?
— Cómo olvidarlo, amor, luego te pusiste como loca y eso fue lo que más me cautivó de ti.
Rió levemente y levantó su mano para acariciar mi mejilla.
— Mi corazón latió muy rápido cuando hiciste eso — me contó. La miré algo sorprendido.
— Entonces ¿Por qué me hiciste sufrir tanto por ti? — le pregunté.
Ella mordió su labio inferior y levantando la mirada encontró la mía.
— Porque yo no quería ser una más para ti, Tom.
— Y no lo eres… definitivamente no lo eres.
— Tom, yo… te…
Sentí un presión en mi pecho ante lo que mis oídos y, principalmente, mi corazón estaban esperando escuchar.
- ¡Llegó la pizza! – gritó Georg entrando al departamento.
Maldije para mi mismo a Georg ya que ______ se puso de pie y se acercó a la mesa dejándome con la duda latiendo.
¿Qué era lo que iba a decirme?
Sacudí la cabeza y me puse de pie. Preparamos las cosas y nos sentamos a comer.
—Ven aquí mi amor —le dije a ella. Negó levemente con la cabeza —Que vengas aquí, ahora.
Mordiendo levemente su labio se acercó a mí. La tomé de la cintura y la senté sobre mis rodillas. Tomé una porción de pizza y la acerqué a su boca.
—No, Tom, no quiero comer pizza —dijo corriendo la cara hacia el otro lado.
—Pero vas a hacerlo. ¿O prefieres que eche a los chicos y tú y yo tengamos una seria ‘Charla’?
Me miró fijo a los ojos, tratando de saber si sería capaz de hacerlo o si solo estaba bromeando. Soltando un leve suspiro tomó la porción de pizza. Frunció el ceño con bastante asco y lo acercó a su boca. Con cuidado dio el primer mordisco. Comenzó a masticar y de a poco la cara de repulsión se fue convirtiendo en un gesto de agrado. Me miró mientras comía y sonreí mostrándole una sonrisa de satisfacción.
—Diablos ______, ya te esta manejando. Estas comiendo cosas que ‘supuestamente’ no tienes que comer o mejor dicho que ‘juraste’ no comer. Que mal te veo amiga —dijo Mirna.
—Es el amor Mirna —dijo Ana divertida. ______ sonrió y volvió a comer.
—¿Esta rico? —le pregunté.
—Hace tanto que no comía esto. Ya casi me había olvidado lo bien que sabía —dijo y volvió a morder su porción.
—¿Viste mi amor? Lo mismo va a pasar con la carne. Es solo cuestión de volver a probarlo.
—Jamás —aseguró con la boca llena. Reí por lo bajo – Nunca más voy a comer carne.
—No estés tan segura de eso —susurré y le guiñé un ojo. Ella sonrió y miró al frente.
—¿Y en dónde estuvieron todo el día? —preguntó mi prima. Salí de mi encantó, mirando a ______, y la miré a Mirna.
—¿Qué? —le pregunté. Ella suspiró.
—¿Acaso voy a tener que repetirte las cosas dos veces porque vas a estar atontado mirando a ______? —dijo.
—Creo… que si —dije asintiendo. Todos reímos.
—Bueno, como te decía ¿Dónde estuvieron?
—Por ahí —dije.
Mi mirada se cruzó con la profunda mirada de ______, y con ese simple gesto ella entendió que yo no quería contarles, todavía, que había encontrado a mamá.
—¿Haciendo qué? —prosiguió mi prima.
La miré y sonreí. Ella y si curiosidad algún día van a matarme.
—¿Quieres que te lo cuente con detalles? —dije irónico.
—Tonto —dijo por lo bajo Mirna. ______ sonrió y volvió a agarrar otra porción de pizza.
—Paseamos un poco por la cuidad, tomamos un helado y luego fuimos a caminar un poco por ahí —dijo como si fuera totalmente cierto.
—Si, seguro —dijo Georg. Todos volvimos a reír.
La cena transcurrió entre risas y recuerdos. Luego de terminar las chicas se dirigieron a lavar y acomodar, mientras que los chicos y yo volvimos a apoyar nuestros traseros en los sillones.
—Se los voy a pedir de buena manera muchachos, llévense a sus queridas novias, amantes, o amigas con derecho y déjenme a solas con mi morenita —les dije.
Ambos me miraron con desaprobación.
—Eres tan sucio —aseguró Schafer —¿Acaso no te has puesto a pensar qué tal vez ______ no quiera tener relaciones hoy? No tienes consideración. Mírala, es pequeña Tom y tú eres un oso al lado de ella.
—Ella no se queja de ello. Y créeme que lo disfruta y mucho —le aseguré.
—Definitivamente eres un pervertido —dijo Georg poniéndose de pie —Vamos Gustav, dejemos a este par de tórtolos con su pasión.
Reí por lo bajo y me puse de pie. Nos acercamos a ellas.
—Ana, mi vida, nos vamos —le habló a su novia.
—¿Ya? —reprochó ella.
—Si, Tom nos ha echado —le contó.
—¡Tom! —me retó ______.
—¡Mentira, amor, yo nunca los eché!
—Eres el peor —aseguró mi prima —Gracias a dios y no me quedaré aquí.
Arqueé una ceja y miré a Georg. Al instante la rubia adquirió un color rojo que la tiñó por completo.
—Bueno ________ nos vemos mañana, amiga —dijo Ana y se acercó a ella para abrazarla.
—Perdona a Tom… es un tonto —le dijo y me miró mal —Pero ya va a ver. Lo voy a castigar y donde más le duele.
—Uuuh no me gustaría estar en tus pantalones, Kaulitz —dijo Gustav.
—Ni a mí —agregó Georg mientras tomaba su abrigo.
______ se acercó a Mirna y le dijo algo en voz baja. La rubia asintió y ambas me miraron. Sentí miedo, mucho miedo.
—Bueno, vamos —dijo Gustav.
Todos nos acercamos a la puerta. ______ y yo los despedimos y vimos como desaparecían por el pasillo. El departamento quedó en un total silencio. Giré para mirar a ______, pero ella ya no estaba a mi lado. Levanté la vista y estaba terminando de acomodar las cosas en la mesada. Con cuidado me acerqué a ella.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—Eres el peor amigo del mundo —dijo sin mirarme. Me acerqué un poco más a donde estaba y cuando estuve lo bastante cerca estiré mi mano y tomé su mentón. Hice que me mirara.
—No, no soy un mal amigo —le dije. Ella asintió.
—Si, si lo eres.
—Todo el tiempo estamos con ellos. ¿Acaso no entiendes que estoy asumiendo lo que siento por ti y lo único que quiero es estar contigo? —pregunté.
Sus ojos se clavaron penetrantes en los míos.
—¿Y qué sientes por mí? —preguntó. Sonreí de costado.
—¿Bailamos? —le dije.
Ella frunció el ceño. Me alejé y me acerqué a la radio. La prendí y para mi suerte una canción lenta sonaba. Estiré mi mano hacia ella. Me miró confundida y asentí para que se acercara. Se acercó y tomó mi mano.
La jalé hacia mí y la pegué a mi cuerpo. Coloqué mis manos en su espalda y escondí mi rostro en su cabello, mientras ella colocaba sus brazos alrededor de mi cuello. Respiré profundamente su dulce aroma. Llenó mi corazón.
—______ lo que yo siento por ti es algo tan extraño para mí. Nunca, pero nunca lo sentí por nadie… Y me hace sentir tantas cosas. Inclusive miedo… mucho miedo.
—¿Miedo? ¿De qué?
—De perderte, amor —musité y la apreté más a mí.
—¿Estas seguro Tom? Tal vez… no sea tan así, y estés confundido. Yo no sé si podré soportar que esto pase así como si nada.
—Claro que estoy seguro ______. Ahora que te tengo, que eres mía… no puedo vivir sin ti. Te necesito cerca, muy cerca.
Levantó su cabeza y me miró a los ojos. Recorrí su bello rostro, hasta posar mi mirada en sus labios. Una suave sonrisa se curvó en ellos.
—¿Quieres besarme? —preguntó.
—Ajá —asentí.
—Pues… ¿Qué estas esperando?
Bajé mi cabeza y me topé con ellos. Mi corazón comenzó a latir desaforado. Que estoy completamente seguro que se escucha con perfecta claridad. Me alejé apenas de su boca.
—Juro que si Mirna llega a entrar por esa puerta es Ashley muerta —dije y atrapé su labio inferior suavemente.
—Malo —susurró y me acercó más a ella. Dándome pequeños besos fue soltando mi boca. Apoyé mi frente sobre la de ella y abrí los ojos. Ella aun los tenía cerrados. La música seguía sonando suave —¿Qué pasó con Jorg?
Eso fue como un balde de agua fría, que verdaderamente arruinó uno de los momentos más románticos de mi vida. Lentamente me alejé de ella.
—Realmente tú eres la peor de los dos —dije y me senté en el sillón. Ella abrió un poco la boca para hablar, pero no dijo nada. Se sentó a mi lado y tomó mis manos con las de ella
—Lo siento amor, pero estuve toda la tarde pensando en eso. Me preocupa.
—¿Qué cosa? —– dije.
—Que te enojes y te salgas de tu paciencia… yo no quiero que las cosas estén mal. Se que tu padre no es un santo. Es más, es una basura. Pero yo creo que…
—No amor, mi padre no merece una oportunidad —la interrumpí al entender lo que quería decirme —No la merece.
Ella se acercó más a mí y apoyó su cabeza contra mi pecho. Levanté mi mano y con uno de mis dedos enredé uno mechón para jugar con él. Ella suspiró.
—¿Cómo te sentiste al ver hoy a tu madre? —preguntó. Me extrañé un poco ante su cambio de tema. Sonreí levemente.
—Feliz —contesté. Al instante recordé que debía llamar a mamá —Demonios…
—¿Qué pasó? —dijo ella incorporándose un poco de mí.
—Me olvidé de llamar a mi madre —le dije.
Ella negó levemente con la cabeza.
—¿Ves qué también eres un mal hijo? Debe estar preocupada. Pero ahora ya es tarde para llamarla —asentí con la cabeza —Mal hijo.
—Mañana, apenas me levante, voy a llamarla —aseguré.
—Si, ya lo creo —dijo irónica.
—Lo juro. Y también voy a hacerte el desayuno —dije.
______ sonrió mostrándome todos sus dientes.
—¿Puedes explicarme por qué eres tan lindo? —preguntó.
—Es lo que siempre me pregunto cuando me miro al espejo, amor —dije divertido.
—Tonto egocéntrico —me acusó.
—Te encanta que lo sea —con una uña marcó el contorno de mi mandíbula —¿En que estas pensando ______? —le pregunté.
Sentí un calor interno que me erizó la piel por aquel simple, pero provocador toque. Se acercó más a mí y comenzó a besar mi mejilla. Cerré los ojos y disfruté de aquello. Sus labios estaban ya bastante cerca de los míos, pero no pude aguantarme. Corrí mi rostro en busca de su boca. Pero ella tomó mi rostro con sus manos. Abrí los ojos.
Se incorporó un poco de donde estaba sentada y abriendo sus piernas se sentó sobre mí. Sentí como mi respiración se agitaba. Es increíble saber que ella puede alterarme así con solo tocarme o mirarme.
—No tienes una idea de cómo me pones, Tom. No eres conciente de eso ¿verdad? —dijo y se movió levemente sobre mí. Apreté los dientes y maldije por lo bajo. Mi entrepierna comenzó a latir, haciendo que todo mi cuerpo se tensara.
—Te detesto —susurré. Ella sonrió perversamente.
—¿Por qué? —preguntó en voz baja, excitándome. Volvió a moverse. Tragué saliva.
—Porque eres una gatita mala, muy mala —le aseguré.
—¿Soy una gatita? —preguntó divertida.
Asentí frenéticamente —Si… pero soy tuya.
—Eso es lo que más me gusta —ella ronroneó y eso terminó con lo poco que quedaba de mi cordura —Por dios, amor, vas a volverme loco.
Posé mis manos en sus caderas. Ella acercó sus labios a los míos y los acarició con provocación.
—Acaríciame Tom… te necesito.
Ella sabe como enloquecerme. Ella simplemente tiene la receta perfecta de mi maldita enfermedad. Su amor.
Tomé su boca en exigente beso. Ella gimió levemente y su lengua bailó con la mía. Un celular comenzó a sonar, pero no le prestamos atención. ______ se acercó más a mí y comenzó a susurrar cosas sobre mis labios, tensándome un poco más. ¿Acaso eso es posible? Al parecer si, es muy posible.
—______ —susurré su nombre.
—Hazme el amor. Vamos al cuarto. Necesito sentirte Tom… necesito sentir tu corazón latiendo sobre mío rápido, muy rápido —musitó agitada.
La besé ferozmente y sin ningún problema me puse de pie con ella encima. El maldito celular volvió a sonar. Y diablos es el mío. Sin bajarse de mí, ______, lo buscó en mis bolsillos. Cuando lo sacó miré la pantalla. La miré a ella.
—Es mi padre —dije agitado. Ella lo tomó y sin vacilar lo apagó. La miré algo sorprendido.
—Tienes razón al decir que no merece una oportunidad. Y mucho menos le voy a dar la oportunidad de arruinar nuestro momento. Ahora somos tú y yo, nadie más —la mire a los ojos. Como me gustan sus ojos —Y ahora lleva a esta gatita a ese cuarto antes de que se le vayan las ganas de dar arañazos.
Acarició mi nariz con la suya y volvió a ronronear. Respiré profundamente.
—Tus deseos son órdenes para mí, gatita hermosa.

Capitulo 51: (Fin del Maratom)

Ella cayó rendida sobre mí. Escondió su rostro en mi cuello y con sus manos calmo las marcas que sus uñas habían dejado sobre mi pecho.
—Ya no puedo más Tom —dijo agitada —Esto es demasiado, amor. Hace tres horas que estamos sin parar…
—Tú tienes la culpa. Me encanta verte disfrutarlo. Me enloquece que me pidas más. Así que no te quejes porque definitivamente tú eres la culpable —dije con voz ronca y acaricie su espalda.
Su cuerpo aun estaba unido al mío. Levantó la cabeza y me besó dulcemente. Otra vez mi cuerpo se tensó y ella me sintió entre sus piernas.
—Tom, ¿otra vez? —preguntó alejándose de mi boca. Apreté los dientes.
—Muévete mi amor, por favor —le rogué agitado. Moví un poco mis caderas y ella jadeó levemente.
—No, Tom, no puedo —susurró agitada y se sentó. Gimió ahogadamente al sentirme más hondo.
—Uno más. Juro que será el último… lo juro —aseguré.
—Es como la cuarta vez que escucho eso, amor. Ya hemos hecho el kamasutra entero…
Cerró los ojos cuando la tomé de las caderas y la ayudé a moverse sobre mí de manera lenta.
—Solo hemos hecho la mitad —susurré.
Su respiración se agitó y sus manos se apoyaron, otra vez, sobre mi pecho. Me senté y la abracé contra mí. Sus latidos se apoyaron suaves en los míos. Sus piernas rodearon mi cuerpo. Y su mano bajó caliente por mi espalda.
—Ahora comprendo por qué todas te quieren y desea, Tom —me dijo al oído. La abracé más contra mí.
—Pero yo no quiero, ni deseo a otra que no seas tú —le dije.
—Te amo —susurró.
Me alejé un poco de ella para mirarla a la cara. Sus marrones ojos estaban húmedos. Sus mejillas enrojecidas.
Con un simple movimiento giré y la atrapé bajo mi cuerpo. Gimió y susurró mi nombre. Busqué sus manos con las mías y las entrelacé para llevarlas sobre su cabeza.
Comencé a moverme dentro de ella de manera lenta y profunda. Sus ojos se veían cada vez más cristalinos. Ella quería llorar. Entonces bajé mi cabeza hasta su rostro y suavemente acaricié sus labios.
—Te amo, ______ —le dije.
Ella soltó un sollozo y soltó mis manos para abrazarme y pegar su boca a la mía. Me moví más rápido al sentirme desesperado. Y más rápido de lo que deseé ambos llegamos a un nuevo clímax, compartiendo algo mucho más profundo que el éxtasis.
Me dejé caer sobre ella y su pequeño cuerpo me abrazó con fuerza. Me alejé para mirarla a la cara y varias lágrimas caían por sus mejillas. Las quité con mis labios.
—No llores, amor ¿Por qué lloras? —le pregunté. Ella sonrió y acarició mi rostro.
—Porque te amo, por eso —dijo y alzó su cabeza para besarme suavemente.
Salí de ella y giré sobre la cama para quedar boca arriba. Tomé a ______ y la coloqué sobre mi pecho. Nuestras respiraciones aun eran agitadas, pero no era solo por el esfuerzo de haberlo hecho una vez más, no. Era por la emoción de saber que me ama y yo a ella.
Sonreí tontamente y besé la cabeza de mi chica. Ahora si puedo decir que es mía, solo mía.
______ besó mi pecho y luego me miró a los ojos.
—Hermosa —le dije. Ella sonrió.
—Y tú, precioso, hermoso, bonito, lindo. Y todo lo que se te pueda ocurrir.
—¿Te das cuenta de lo qué me has hecho? —le pregunté. Ella negó con la cabeza —Te amo y es lo más hermoso que me pasó en la vida.
—¿Te estas poniendo cursi mi amor? —preguntó entre divertida y enternecida —Me encanta que lo hagas —besó mis labios —Te amo.
—No más que yo…
—Mentira, yo más.
—¿Quieres qué te demuestre que soy yo quien te ama más? —pregunté.
—Si esa demostración implica hacerlo otra vez… no mi amor. Estoy exhausta, rendida, acabada. Yo no sé como voy a terminar si esto va a ser siempre así —dijo y se abrazó más a mí, escondiendo su rostro en mi cuello. Respiró profundamente y acarició mi piel con su nariz.
—¿Fuiste hoy a ver a tu madre? —le pregunté. —¿Y qué le dijiste? ¿Qué estamos juntos? ¿Qué me amas? ¿Qué no puedes vivir sin mí? ¿Qué ahora es mi suegra?
Ella rió divertida y alzó la cabeza para mirarme a los ojos.
—No, solo le dije que estabas bien.
—Que mala hija eres. Pero quédate tranquila. Mañana iremos juntos a verla. Y yo mismo le diré que ahora es mi suegra.
—Que yo sepa no he recibido ninguna propuesta de noviazgo para que ella sea tu suegra —dijo con algo de recelo.
La miré fijo a los ojos y sonreí. Acomodé mi garganta.
—Señorita ______ Levine, ¿Quisiera usted ser mi novia? —le pregunté. Una sonrisa del tamaño de una casa atravesó su rostro.
—Si, si quiero tontito —dijo y me besó efusivamente. Me alejé de sus labios y besé su nariz.
—Mañana podemos ir a almorzar con Lola, y de paso decirle. Es más puedes llamar a tu padre. Podríamos almorzar los cuatro.
______ comenzó a reír como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo.
—¿Mis padres almorzando juntos? —dijo mientras calmaba su risa —Por dios, mi amor. Estás loco. Se matarían.
—Vamos, no creo que sea tan malo —le dije.
—No lo se, no estoy segura —dijo ya más seria —Pero si saben que el otro va, ni locos van.
—Bueno, puedes mentirles. No les diga que va el otro y nos encontramos allí. No será tan malo. Tengo un presentimiento de eso…
—Está bien, lo haré —musitó.
Se volvió a apoyar en mí y comencé a acariciar su espalda. La abracé un poco más.
—Gracias, amor —susurré.—¿Por qué? —preguntó con la voz ya adormilada.
—Por todo lo que me has dado, cariño.
—No mi amor, gracias a ti.
—Te amo —musité.
—Y yo a ti, mucho.
Me desperté al sentir una lluvia de besos sobre mi rostro. Iban desde mi frente hasta mis labios. Y caían con especial énfasis allí.
—Mmm… que rico sabe eso que me estas dando —dije con voz ronca.
—Es amor, amor —dijo ella —Arriba dormilón.
—¿Qué hora es? —pregunté mientras estiraba mis brazos para agarrar a ______. Ya que aun no había abierto mis ojos. Ella tomó una de mis manos con la suya, y la acarició.
—Las 11 de la mañana —respondió y besó mi palma.
—¿Por qué me estas despertando a esta hora? —reproché.
Ella volvió a besar mi rostro hasta mi boca. Abrí los ojos y la miré. Es la imagen más hermosa que vi en mi vida. Lentamente me incorporé para sentarme. Me apoyé contra el respaldo de la cama y la miré de arriba a bajo.
—¿Qué? —dijo ella.
—¿Tienes puesta una camisa mía? —pregunté.
Ella sonrió coqueta y se puso de pie. Solo llevaba puesta una de mis camisas abrochada hasta la mitad de su pecho. Totalmente provocadora y descarada.
—Si, es tuya —confirmó —Me desperté hace una hora y no tenía ganas de ponerme mi ropa. Comencé a revisar la tuya, y esta es la camisa que tenías puesta el día de la fiesta que nos encontramos. Por dios, estabas taaaan entrable ese día.
—Ven aquí —dije y la tomé del brazo. Riéndose tontamente se acercó más y la acomodé entre mis brazos —¿Por qué no me dejaste besarte esa noche? Dios sabe lo mucho que quería hacerlo… estabas tan irresistible.
—Te detestaba —aseguró —Me caías mal. En especial con tu aire de galán matador. Pero eras demasiado pegado a ti.
—¿Qué fue lo que te llevó a no odiarme? —pregunté.
—No sé si la palabra correcta es odio. Pero me chocabas en algunos momentos. En otros la pasaba bien contigo. Y a veces simplemente me sacabas de mis casillas. Pero no pude evitarlo. De apoco te metiste en mí y ahora te amo… así egocéntrico y todo.
—¿Cuánto me amas?
—Mucho, mucho —susurró y levantó su cabeza para besarme cortamente.
—¿Rose no ha llegado? —le pregunté.
—Llamo hace un rato. Se sorprendió de que yo la haya atendido y le conté que somos novios.
—¿Qué dijo? —dije divertido al imaginarme la expresión de mi nana.
—Que era un milagro de dios y que eso había que festejarlo —me contó soltando una leve risa.
—Já, ya la imagino.
—Y dijo que hoy no vendrá porque otra vez Brutus se tragó una moneda.
—Ese perro es taaaan tonto —aseguré y la acomodé mejor entre mis brazos.
—Pero le dije que la quiero ver y le prometí que mañana en la tarde vendría a visitarla.
—¿Y quien te dijo a ti que esta noche estarías lejos de mí? —le pregunté.
—Oh, ¿Acaso no piensas dejarme un rato? —preguntó.
—Por nada del mundo —dije con una gran sonrisa. La besé.
—¿Sabes que tengo ganas de hacer? —dijo.
—No, ¿Qué? —pregunté.
—Quiero bañarme – fruncí el ceño.
—Bueno, ahí tengo un par de toallas limpias, mi amor. Puedes bañarte —dije.
Ella sonrió y luego mordió su labio inferior.
—Si, pero quiero bañarme contigo —susurró.
La miré fijo por unos cuantos segundos sin decir nada. Con un movimiento del que ni yo mismo fui conciente me puse de pie con ella entre mis brazos. Soltó un grito divertido y se echó a reír.
—Lo que me acabas de decir, es cierto ¿verdad? —pregunté.
—Ajá —asintió divertida
—Como me puedes, por dios —dije y salí del cuarto para entrar al baño. Ella reía y pataleaba. La puerta se cerró detrás de nosotras —Acabas de cometer un gran error al permitirme esto, cariño.
—¿Por qué? —preguntó, mientras arqueaba una ceja y comenzaba a desabrochar los botones de su camisa —Yo no le veo nada de malo a bañarme con mi novio. ¿Tú si?
—El problema no es el baño… sino lo que va a pasar en el —le dije y miré el movimiento que hacían sus dedos al desabrochar los botones. Su simpática risa llegó a mis oídos, para hacerme reaccionar y mirarla a la cara.
—Será solo un simple baño, Kaulitz —aseguró.
______ salió primera del baño, soltando unas cuantas malas palabras.
—¡Tom, voy a matarte! —la escuché quejarse desde el cuarto —¡Ahora dime como voy a hacer para tapar estas marcas que me dejaste en el cuello!
—¡Es tu problema, amor! —le grité mientras terminaba de enjuagarme la cabeza —¡Tú dime como voy a hacer para quitarme las marcas de tus uñas!
—¡Pero eso no esta visible, tonto! —chilló —¡Lo tapas con la remera y listo! ¡Yo tengo un chupón gigante en el cuello y encima del pecho! ¿Qué le voy a decir a mi madre cuando pregunte de que son?
—¡Ella va a saber entender mi amor, deja de quejarte! —le pedí y apagué la ducha.
Tomé la toalla y me sequé el cabello para luego envolver mi cintura con ella. Salí del baño y entré a la habitación. ______ ya casi se había terminado de cambiar.
—Eres una bestia —me dijo sin mirarme.
Sonreí y me acerqué a ella para abrazarla por la espalda. Quiso alejarse pero no la dejé.
—Te dije que no sería un simple baño —le susurré al oído —Pero no vas a decirme que no te encantó —giró para mirarme de frente. Mordió su labio y se puso en puntas de pie para rozar los míos.
—Si, me encantó —musitó y se alejó antes de que yo la besara.
Riéndose salió de la habitación y me dejó con las ganas de otro beso. Me cambie lo más rápido que pude y salí en busca de ella. La busqué y cuando la divisé me acerqué rápidamente para besarla. Ella rió sobre mi boca, llenándome de alegría. El timbre de casa sonó. Me alejé despacio de los labios de ______ y miré hacia la puerta.
—¿Quién será? —pregunté.
—¿Esperabas a alguien? —dijo ______ alejándose.
—No, para nada —aseguré y me acerqué a la puerta. Girando la manija abrí la puerta y me quedé quieto mirándolo. Él miró sobre mi hombro a ______. Una sonrisa se dibujó en él.

—Buen día hijo, espero no haber interrumpido nada

2 comentarios:

  1. MIERDAAAAA !!! llego este viejo a joder todo !!!! OMG !! que bello todo !! *-* me encantaron !! gracias por subir :DD !!

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  2. Me encantoo el capituloo!! Al fin son novios *.*

    Su padre!! Que no joda.. Siguelaaa me encantaa

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