Tomé
mis llaves, mi teléfono y mi remera, que estaban encima de la mesa de mármol.
Caminé hasta la puerta y salí de allí cerrándola con fuerza.Tenía que salir de
allí, antes de que ella acabara conmigo. Cuando salí afuera miré a mí
alrededor. ¿A dónde iba a ir ahora? Tomé mi celular y lo miré. Busqué el número
de Georg y marqué.
—¿Hola?
—dijo al atenderme.
—Georg,
¿Puedes atenderme o estas ocupado? —le pregunté.
—No,
de hecho estamos con mal de amores y amargados Gustav y yo en mi departamento.
Déjate ver por aquí —me dijo.
—Llevaré algo de beber, lo necesitaremos —dije y colgué.
Me
subí a Betty y prendí marcha hacia el departamento de Georg. Llegué y toqué el
timbre y un desanimado Georg me abrió la puerta. Entré y de la misma forma
estaba Gustav. ¡Oh, esto es increíble!
—¿Qué
tal? —preguntó Schafer.
—¿Qué tal tú? —le dije y me senté a su lado.
Georg
tomó la botella de cerveza que había traído y fue a abrirla.
—¿Acaso
hace falta que preguntes? —me dijo Gustav —¡Mírame, jamás había estado así!
¡Nunca!
—Aquí, muchachos —dijo Georg luego de darle un largo trago a la botella.
Yo la tomé e hice lo mismo.
—¡De tantas mujeres que hay y hay muchas! ¿Por qué nos tenemos que enamorar de las criaturas más perversas, adorables y maquinadoras que hay? —preguntó Schafer nervioso.
—No, no, no. Lo siento chicos, pero lo mío no es amor. Se llama trastorno, un peligroso trastorno —les aclaré y volví a tomar —Yo obtengo la chica que quiero cuando se me da la gana. Solo que con ______ me estoy tardando…
—Aja,
si lo que digas Tom —habló Georg —¡Yo estoy peor! Me enamoré de la versión
femenina de Tom… —dijo nervioso y le dio otro trago a la botella —Solo que
muchísimo mejor la versión dama si puedo agregar.
—¿Y
que hay de mi? —preguntó Gustav —Me enamoré de la criatura más linda, dulce y
tierna que existe. Pero resulta que esa criatura me aborrece…
Le
quitó la botella a Georg y tomó un largo y limpio trago.
—Se
te pasó decir cínica y sarcástica —le dije.
Me
miró con desenfado y de encogió de hombros.
—Aun
así es hermosa —dijo.
—Pues
yo estoy peor que ustedes dos juntos —les dije y tomé la botella —Mezclen a Ana
y Mirna, ¿Qué obtienen? Exacto a ______… Esa morena me está costando dos
semanas sin sexo.
—¡¿Qué?! —preguntaron los dos al unísono.
—No,
tú estas jugando con nosotros —dijo Georg.
—¿Ven?
Y ahora no filtro lo que digo. Estoy muy mal —dije bajando la cabeza.
—¿Dónde
se está quedando tu prima Tom? —me preguntó Listing. Lo miré y tomé la botella
para darle un trago extra largo.
—Ese es otro problema —dije al hablar —Está en mi departamento, en mi cuarto, en mi cama. Ha tomado mi casa.
—¿Enserio?
—preguntó con sonrisa iluminada en los labios. Lo miré asesinamente.
—¿Por
qué la sonrisa? —le dije. La sonrisa se le borró y puso cara de preocupación.
—Oh,
disculpa —me dijo —Que pena… ¿Por qué no le dices que venga a vivir aquí?
Encantado le doy mi cama.
—Oye,
tampoco soy un loco que entrega a su prima como si nada —le aclaré.
—¿Dónde
vivirá mi pequeña lectora de libros académicos? —preguntó concentrado Schafer.
—¿En
la biblioteca? —dijo Gustav frunciendo el ceño.
—No lo sé —dije y miré a Gustav —Pero ahora están en mi casa.
—¿Quiénes?
—preguntó él.
—Tu angelito diabólico y el demonio encarnado —le dije.
—Traducción,
eso sería Ana y ______ —dijo Georg.
—Si, entendí lo de angelito diabólico, no lo podía explicar más elocuentemente —dijo con su mejor cara de bobo —Pero si ella custodiara el infierno, yo iría feliz…
—No querido amigo, ella no va a custodiar el infierno, ella será tu infierno —le dije, tratando de asustarlo, para que de una buena vez reaccionara.
—Me
parece Kaulitz que tú quieres pasarnos tu propia experiencia en este momento,
¿no es verdad? —me dijo Georg.
—Chicos de verdad yo los aprecio, y no lo repetiré cuando este sobrio pero los considero mis hermanos y de verdad se los digo... aléjense de ellas, ellas son como nuestro karma echo mujer que viene como bola de nieve y de un momento a otro moriremos aplastados como moscas asquerosas y malolientes —dije bastante nervioso
Un
celular comenzó a sonar. Miré a mí alrededor y me di cuenta de que era el mío.
Me acerqué a él y el número era el de mi casa.
—¿Hola?
—dije con duda.
—¿Dónde
estás? —me preguntó ella.
—¿Mirna?
—pregunté.
—No,
soy la abuela. ¡Claro que soy yo tonto! ¿Dónde demonios estas?
—¿Pasó
algo?
—Solo
dime si estas bien, y en donde estas —sentenció.
—Si,
estoy bien, estoy en lo de Georg —le dije —Pero, ¿Qué pasó?
—No
le digas que te dije, porque es capaz de mandar a cazarme. Pero estaba bastante
preocupada por ti…
—¿Quién?
—pregunté.
—______
tonto, estaba dando vueltas en la cama, hasta que le pregunté que le pasaba y
me dijo que estaba preocupada por ti… que te habías ido y... nada mas ¿Qué
pasó? ¿Por qué te fuiste? —me preguntó.
—No
nada, estoy bien... y aquí te manda un beso de buenas noches Georg —le dije
para cambiar de tema. Escuché como se reía.
—Dile que yo también, en donde más le guste —me dijo ella.
—No
voy a decirle eso —sentencié —Mañana te veo, adiós —colgué y me giré a ver a
mis amigos —¿Lo ven? Primero me odia, me golpea y luego se preocupa. Aaaaag,
dios mío ¿Quién las entiende?
—¿Quién
te golpeó? —me preguntó —¿Tu prima?
—No…
no importa —le dije y me volví a sentar.
Seguimos
hablando un largo rato sobre nuestros problemas hasta que la botella de cerveza
quedó completamente vacía. Creo que los tres caímos en un profundo sueño.
A la mañana siguiente me desperté antes que ellos dos y los desperté para ir a desayunar a casa ya que Rose estaría allí.Ambos aceptaron entusiasmados, ya que seguro que las chicas estaban allí.Salimos de la casa de Georg y llegamos más rápido de lo que esperamos a la mía.Entramos y escuchamos la voz divertida de Rose y Mirna. Nos acercamos a ellas y allí estaban sentadas las tres. Digo tres porque faltaba una, y nada más y nada menos que mi demonio.
A la mañana siguiente me desperté antes que ellos dos y los desperté para ir a desayunar a casa ya que Rose estaría allí.Ambos aceptaron entusiasmados, ya que seguro que las chicas estaban allí.Salimos de la casa de Georg y llegamos más rápido de lo que esperamos a la mía.Entramos y escuchamos la voz divertida de Rose y Mirna. Nos acercamos a ellas y allí estaban sentadas las tres. Digo tres porque faltaba una, y nada más y nada menos que mi demonio.
—Buenos
días —nos saludó mi nana.
—Hola
nana —le dije y besé su mejilla, pero sin dejar de buscar a ______ con la
mirada. No estaba por ningún lado.
—¿Qué
hicieron? —preguntó Mirna. Georg la miró con cara de tonto enamorado.
—Hablamos de ti —le dijo. Mirnarió divertida al igual que Ana.
—De
ambas —aclaró Gustav. Vimos como Ana tomaba un poco de color.
—¿Dónde
está ______? —pregunté.
Todos
se giraron a verme.
—Quise
que se quedara a desayunar —dijo Rose con melancolía —Pero no pudo, estaba
algo… apachurrada.
—Si,
además de que tenía que ir a lo de Dolores —agregó Ana.
—¡Lo de Dolores! —dije recordando aquello —Luego desayuno nana, tengo que irme más rápido que rápido —fui a mi cuarto me cambié de ropa y salí de allí.
—¡Lo de Dolores! —dije recordando aquello —Luego desayuno nana, tengo que irme más rápido que rápido —fui a mi cuarto me cambié de ropa y salí de allí.
Todos me miraron extrañados. Los saludé de manera rápida y salí de casa. Casi me olvidó completamente de que hoy tenía que ir a trabajar a mi nuevo empleo, no podía fallar.Llegué y estacioné a Betty en la cochera del lugar. Tomé el ascensor y marqué el piso 20. Cuando llegué al piso las puertas se abrieron y ya había un gran movimiento de gente. Entré a una de las puertas y Dolores se giró a verme.
—¡Tom!
—dijo con una sonrisa y se acercó a saludarme.
Le
respondí el gesto y entonces divisé a ______ sentada en una mesa escribiendo
algo. La miré fijo y ella levantó su mirada para enfrentarme.Noté que estaba
algo pálida y tenía cara de no haber dormido bien. De seguro la conciencia la
estaba matando por haberme rechazado anoche.
—¿Cómo estás Lolita? —le dije a mi jefa.
—Bien,
yo bien ¿Y tú? —dijo.
—Excelente
—dije elevando un poco más mi voz para que la morena escuchara. Pero ella
seguía escribiendo algo en una hoja.
Ella
sacó su mirada de su hija y me miró a mí.
—¿Pasó
algo entre ustedes? —me preguntó ella.
—No
lolita, quédate tranquila. Cosas de jóvenes —dije divertido.
—¿Me
estás diciendo vieja? —dijo ella.
—No
Lolita, ¿Cómo se te ocurre? Solo quise decir que son tonterías —le aclaré.
—Dolores,
¿Dónde está el rollo de 40 para la cámara? —le preguntó ella a su madre.
Dolores
se giró a verla.
—En
el depósito ______ —le dijo ella. ______ soltó un suspiro.
—Voy
a buscarlo —dijo y se puso de pie. Pasó por mi lado sin decir nada y
desapareció del lugar. Me giré a mirar a mi jefa.
—¿Estás
seguro que no pasó nada? —preguntó.
—Muy
seguro —dije y bajé un poco más el tono de mi voz —¿Puedes mandarme a buscar
algo al depósito?
—Bueno,
ve a traerme unas carpetas de esas transparente para poner unos papeles que
tengo.
—De
acuerdo.
Salí
de allí y caminé un poco más rápido hasta encontrar la enorme puerta del frío
depósito.El lugar estaba lleno de fotos, revistas, artículos de indumentaria,
ropa, zapatos y todo lo que se puedan imaginar. Divisé la pequeña figura de ______ arrodillada en el
suelo buscando el rollo dentro de un cajón. Ella
me miró y volvió su vista a lo que estaba buscando. Yo me acerqué a uno de los
estantes para buscar las carpetas. Luego de varios minutos ella se puso de pie
y caminó hasta la puerta. Decidí hablarle.
—Te preocupaste por mí anoche, cariño —le dije.
Ella
detuvo su paso en la puerta y se giró a verme.
—Bueno,
no te fuiste en el mejor de los estados de ánimo y eres demasiado impulsivo, no
lo creí una buena combinación —me dijo. Sonrió levemente —Pero veo que estás
bien, así que ya no me preocupo. Ahora debo volver a trabajar.
Fui
más rápido que ella y cerré la puerta antes de que saliera. Con algo de
fastidio se giró a verme. Respiró profundamente.
—Tenemos
que hablar —sentencié.
—¿A
sí? ¿De qué? No creo que haya nada de que debamos hablar Kaulitz.
—Si,
de nosotros.
—¿Nosotros? ¿Y ese termino? ¿Desde cuando? —dijo algo burlona.
—De
ti y de mi ______, DE ESE NOSOTROS —dije apretando los dientes.
—Aaaah,
no sabía que había un NOSOTROS.
Apreté
mis puños y la miré fijo a los ojos. Su mirada enfrentaba a la mía, nunca
ninguna mujer me había intimidado como ella lograba hacerlo.
—Solo
quiero saber una cosa, una sola cosa y te juro que te dejo en paz y dejamos
este jueguito que ya me esta cansando —le dije.
—Yo
también ya me estoy cansando de esto —me dijo.
—Bueno,
entonces pongamos un punto final.
—De
acuerdo —dijo ella.
—¿Vas
a responder? —le pregunté.
—Si
—dijo revoleando los ojos —¿Qué quieres saber?
—¿Tengo
una oportunidad?
Capitulo # 23
Miré
a Santos, y él entendió mi mensaje. Salí rápidamente para buscar a ______. No,
ella no se me iba a escapar. Cuando la alcancé la tomé con cuidado del brazo y
la giré a mí.
—Contéstame
______ —le dije.
—Oye
¿puedo decirte algo? Creo que tu prima necesita urgente un psicólogo.
—¿Por
qué? —le pregunté frunciendo el ceño.
—Ayer
estaba hablando sola, me preocupa —dijo ella.
—No
estaba hablando sola, estaba hablando conmigo. Y deja de dar vueltas, ahora
contéstame lo que te pregunte.
Bajó
la mirada y suspiró levemente.
—Creo
que fui muy clara contigo —me dijo.
—Entonces
¿eso es un no? —le dije.
—Tom…
¿no crees que seria bueno ser amigos? ¿no te gustaría que fuera tu amiga? —me
preguntó.
—Amiga
con derecho a cama —aseguré.
—¡Dios,
es imposible tratar contigo! —dijo irritada.
—¿No
lo entiendes? —le pregunté exasperado —No puedo ser tu amigo ______, no puedo.
Es todo o nada.
—Pero...
¿acaso las pasas mal estando conmigo así… como personas que tiene un vinculo
solo afectivo... nada sexual? —preguntó. Movió la manos —Tom, ¡Por dios! ¡A mi
me encanta compartir tiempo contigo, eres insoportable a veces, pero eres
divertido! No quiero arruinar eso.
Suspiré
cansado y la miré fijo.
—Está
bien, ¿quieres ser mi amiga? —le dije.
—Si
—dijo asintiendo con una leve sonrisa.
—¿Podrás
soportarlo? —le pregunté.
—¿No
crees que ya te soporté bastante? —dijo divertida.
—Podrías
verme salir cada noche con una chica diferente ¿No te importaría?
Ella
se encogió de hombros.
—Es
tu vida, mientras seas feliz.
—Pero
yo no podría soportar verte salir con el imbécil de Bill —dije entre dientes.
Esa afirmación salió sin permiso de mi garganta. Sus ojos se abrieron bien. Sonrió levemente, mientras yo me maldecía.
—Bill
ya no esta en mi lista de salidas —dijo y posó su mirada en la mía —Por ahora
estoy bien sola, y con Mirna y Ana
—Mirna es mi prima, pero aun así no me da confianza. Es demasiado open mind —le dije.
—Si vamos a ser amigos, creo que este tema no tendría que... incomodarnos. Es tu vida, y es mi vida... tú sales, yo salgo... tú vives, yo vivo... Ay Kaulitz, solo quiero estar bien contigo, pero como amigos, ¿si?
—Esta bien, creo que ese ya es un no bastante claro —le dije y la dejé sola.
—Tom
—escuché como me llamaba, pero no me giré a verla —Tom, no seas infantil. No
todo es blanco y negro… también hay matices.
—Ya, ya tranquila —dije cuando me giré a verla —Ya esta todo claro, seamos amigos. Perfecto. Tú ahí y yo aquí. Cuando necesites algo, me llamas.
Volví
a donde estaba Dolores y le entregué las carpetas. ______ entró unos segundos
más tarde que yo. Quiso hablarme, pero le dije que estaba muy ocupado, que
luego hablaríamos. Ella se rindió y volvió a donde estaba sentada antes. La
miré fijo, mientras escribía, ¡Y maldita sea la hora en que me fije en ella! Se
puso de pie y al instante la vi palidecer notoriamente. Se agarró a la mesa para
no caerse. Dolores se acercó a ella rápidamente. Le dijo algo que no logré
escuchar. ______ negó con la cabeza, pero al instante se desplomó en los brazos
de su madre.
—¡______! —chilló Dolores. Dejé lo que estaba haciendo y rápidamente me acerqué a ellas. La alcé en brazos —¡Apóyala en el suelo!
Con
cuidado la apoyé en el suelo. Pensé que mi corazón iba a salir de mi pecho,
mientras la veía blanca y con los ojos cerrados. Un hombre alto se acercó a
nosotros.
—Déjenme
verla —dijo y se agachó.
______
comenzó a abrir lentamente sus ojos. Arrugó la frente e intentó sentarse, pero
volvió a acostarse por un mareo.
—¿Qué
es lo que tiene? —preguntó Gina.
—Señora
Levine, su hija está anémica —dijo el hombre —Tiene las defensas muy bajas. Le
falta hierro y un poco de calcio…
—¡Maldita
sea ______! ¡Tú y tu estúpida idea de ser vegetariana van a matarme! —la regañó
Dolores.
—Ya, ya —dijo la morena mientras se lograba sentar —No es nada, solo no desayune hoy… nada más.
—Juro
que voy a encargarme de que comas, COMIDA NORMAL —le dije. Ella me miró fijo y
negó con la cabeza.
—¿Por
qué el mundo está contra mi? No lo se —dijo.
Después
de recibir un sermón de casi media hora por parte de Dolores, ______ decidió
irse a casa antes de que su horario terminara. Me ofrecí a llevarla, primero se
negó, pero luego de unas cuantas amenazas por parte de su madre terminó
aceptando rendida. Detuve la moto frente a su casa y se bajó con cuidado.
—Ya
estas aquí —le dije.
Ella
me sonrió levemente, aun estaba algo pálida.
—Gracias
por traerme... aunque no debiste, seguro que tenías planes o algo por el
estilo. Perdona a mi madre —me dijo.
—No
tenía ningún plan, cariño —dije y coloqué mi mano sobre su mejilla —¿No quieres
que vayamos al hospital?
Ella
rió por lo bajo, bajando su mirada de la mía.
—No
Tom, no creo que sea tanto. Prometo que voy a llamar a mi medico de clínica y
que iré a verlo en la semana.
—¿Estás
segura? —pregunté. Ella volvió a reír y se acercó a besar mi mejilla. Sentí una
estúpida sensación en medio del pecho.
—Ya
puedes irte tranquilo, estoy bien. Y gracias otra vez, amigo —dijo y comenzó a
caminar hacia su edificio. Vi como entraba y solté la respiración que tenía
contenida.
—Amigo
—murmuré —No se si podré con eso ______.
Arranqué
para salir de allí de una buena vez. Los días siguieron pasando y yo decidí volver a ser como
era antes de que ______ apareciera en mi vida. Ella quería ser amiga de Tom
Kaulitz, entonces iba a ser amiga del verdadero Tom Kaulitz. Era miércoles y ya
aun no había entrado a ninguna de las clases a las que tenía que haber entrado.
Es más acababa de llegar a la Universidad. Y ya son las 11 de la mañana. Divisé
como ______ se acercaba a mí.
—¿Qué
te sucede? —me preguntó y miró su reloj —¿Acaso no has visto que hora es?
—No
—le dije sin mucho interés. Comencé a caminar y ella caminó a mi lado.
—¡Tom,
estas por repetir el semestre!
Una
linda chica pasó por nuestro lado. Le sonreí, ya que ella me estaba mirando.
—Adiós
preciosa —le dije y le guiñé un ojo.
—Me
parece que hoy estás idiota —dijo ______ y comenzó a caminar más rápido para
alejarse de mí.
Entonces me apuré y la alcancé. La tomé del brazo haciendo que detuviera su paso. Me miró fijo a los ojos.
—Este
soy yo. Seré un Idiota, un mujeriego, lo que tú quieras. Pero este soy yo antes
de ti ¡Maldita sea ______! —le dije y la acerqué un poco más a mi – Si no te
gusta, y no me quieres hablar más, me parece perfecto. Para estás alturas, me
haces más mal que bien…
La
solté y comencé a caminar.
—¡Bien,
perfecto! ¡Vete al demonio! —me dijo y sentí como algo caía sobre mi espalda.
Me
giré a verla y sonreí abiertamente.
—Estoy
alejándome de él —le dije.
—Imbécil
—dijo con enojo.
—Adiós
cariño, adiós —me despedí sin dejar de sonreírle.
Con
un gran alivio salí al jardín principal de la Universidad. Divisé a la chica
que había visto en el pasillo y me acerqué a ella. Era hora volver a mis
andanzas.
—¿Qué
tal preciosa? —le pregunté.
—Hola
Tommy —dijo ella con una sonrisa —¿Cómo estás?
—Muy
bien, ¿y tú?
—Muy
bien —dijo y me miró de arriba a bajo.
¡Dios,
amo cuando me desean de esa forma! Pero cuando posé mi mirada en ella, toda mi alegría se
fue a la basura. Ella sonrió de esa manera que me hacía enloquecer. ______…
—¿Qué
pasa Kaulitz? ¿No puedes dejarme? —me preguntó y rió divertida.
Estás loco por mí, y no quieres aceptarlo… Te mueres por besarme. Serías capaz de matar por un beso mío. Lo se.
Estás loco por mí, y no quieres aceptarlo… Te mueres por besarme. Serías capaz de matar por un beso mío. Lo se.
Sacudí
mi cabeza y otra vez la chica normal apareció ante mí. Ya, ya tranquilo.
Respira hondo, es solo producto de tu imaginación.
—¿Qué
decías preciosa? —le pregunté.
Ella
volvió a hablar y otra vez ______ apareció frente a mí.
—Lastima
que no quieres ser mi amigo… yo quería ser tu amiga. Y que juguemos como juegan
todos los amigos, ¿ya sabes de que hablo, verdad? —dijo sin dejar de sonreír.
Kaulitz,
tienes que ser firme en esta decisión. Es la única decisión en la que necesitas
tener un poco más de autocontrol —Vamos Kaulitz, no vas a dejarme a la
intemperie de todos esos hombres malos que quieren hacerme daño ¿o si? Tipos
como Hook, como Bill…
La
miré fijo, y su cara de perro mojado me estaba matando.
—¡Por
dios! —grité.
—¿Qué
sucede Tommy? —me preguntó la chica.
—No
pasa nada linda, eres preciosa. El problema soy yo, ando defectuoso
últimamente.
—Tú
no eres defectuoso Tommy —dijo y rápidamente se acercó a mí para besarme.
La
miré bien, y la que me besaba con tanto ímpetu era ______. ¿Por qué? ¿Por qué dios mío? ¿Por qué?
Mis ojos se cerraron y mis brazos la acercaron más
a mí. Si por ella voy a ir al infierno, entonces creo que valdrá la pena.
Pero de repente, no sentí más los labios de la
morena. Abrí mis ojos para mirar y al frente mío estaba Mirna. La miré
extrañado. Mi prima se dio vuelta.
—¡Vete hueca! ¡Vete! —le dijo a la chica.
—¡Tommy!
¿Cómo vas a dejar que me hable así? —me preguntó ella.
—Lo
siento, dulce. Va ser mejor que te vayas —le dije.
La
chica soltó un indignado suspiró y se alejó a paso rápido. Volví mi vista a
Mirna. Al instante recibí una bofetada de su parte. La miré y me sobé.
—¿Y eso porque fue? —– le pregunté.
—¡Por
Estupido que eres! ¡Si vas a montar esos espectáculos hazlos en un hotel! —me
regañó con tono firme y enojado – Porque no solo te pudimos haber visto ______
y yo…
Levanté
la mirada y busqué a ______. No estaba…
—¿______
estaba aquí? —le pregunté.
—Si
—dijo ella asintiendo —Estaba mirando muy atenta. Pero eso no importa, pudo
haber sido cualquier otro, como el rector por ejemplo.—Pero NO fue el rector y
a ______ NO le importa. Ella misma me lo dijo…
—¡Oh, dios! Eres más Tarado de lo que pensé ¿sabes?
—No
Mirna, no soy Tarado… Yo le puse las cartas sobre la mesa a ______, y ella
eligió. Yo también estoy eligiendo.
—¿Acaso
no conoces a las mujeres? —preguntó —Claro, nunca has salido con una… Cuando
una mujer dice NO ME IMPORTA, es porque en realidad LE IMPORTA más de lo que
desea.
—Te
diré algo sobre los hombres, primita —le dije. Ella me miró fijo —Cuando un
hombre hace una pregunta directa, espera una respuesta directa y simple. Somos
criaturas sencillas no esperamos tener que decodificar cada palabra que emiten.
—Eso
es para los hombres como tú, que no se cansan de las chicas fáciles y huecas.
Has encontrado una con la que no puedes, ¿y que haces? Huyes... hasta tus
amigos saben de lo que hablo. Pero ¿sabes que Tom? Tienes razón, eres una
perdida de tiempo. ______ es una chica inteligente, salió con un imbesil, no
creo que quiera otro…
Se fue dejándome con la palabra en la boca. ¿Yo una perdida de tiempo? ¿Acaso estaba hablando enserio? Comencé a caminar, ya quería irme de este maldito lugar.
Pero mis pasos se detuvieron al ver como Longoria se acercaba a mí.
—Hola imbécil —me dijo.
—¿Acaso
hoy es el día de insultemos a Kaulitz? —pregunté. Lo miré —No estoy de humor
Bill, métete en tus putos asuntos, déjame en paz.
—¿Sabes?
El otro día me entere de una cosa —dijo sin dejar de caminar a mi alrededor.
—¿A
sí? ¿Andas de chismosita? —dije burlón.
—¿Te
gusta besar a ______? —me preguntó. Sonreí por lo bajo. Por ahí venía la mano.
Entonces iba a joderlo un poco.
—No solo eso, también me encanta escucharla gemir. Es tan energética —le dije. Vi como su rostro se volvía rojo como un tomate.
—No solo eso, también me encanta escucharla gemir. Es tan energética —le dije. Vi como su rostro se volvía rojo como un tomate.
—¿Te
gusta tanto como hacer todo lo que tu padre te dice? —dijo
—¿De
que hablas?
—Estuve
averiguando unas cosas sobre ti Kaulitz…
Lo
agarré de la camisa y lo acerqué a mí para mirarlo fijo a los ojos. Maldito
bastardo, no iba a joder conmigo.
—Tu
madre era una ramera Kaulitz, yo no se como hizo tu padre para aguantarla.
Mujeres así son una peste… hay que eliminarlas. Mira que abandonar a su hijo
por ir detrás de un hombre es terrible —el maldito infeliz cayó pesadamente al
pasto, ya que le partí la cara de un solo golpe. ¿De donde demonios había
sacado eso? Con un poco de dificultad el maldito perro logró ponerse de pie
—También supe que quería una niña, pero saliste tú. Igual pagó el ballet, ¿no
es así Kaulitzita?
—Te mostraré de cerca el puño de un hombre real, Longoria —le dije y lo volví a golpear. Cayó al pasto y comencé a patearlo en el estomago. ¡Infeliz, mal nacido! —Vamos Billita, pelea como hombre —lo levanté y lo acerqué a mí para hablarle cerca. Su nariz estaba destrozada y su labio partido. Pero yo quería verlo peor, mucho peor —Tú no sabes nada infeliz, absolutamente nada… Pero ¿sabes que cosas puedes saber? Lo bien que la paso con tu ex por las noches. Nunca imagine que una criatura tan pequeña podría dar tanto placer como ella lo hace… Me encanta cuando se ríe de ti y me cuenta lo patético que eres. Y no sabes como amo, que me pida más y más… Le gusta mucho contra la pared.
Escuché
el sonido de un silbato. Giré mi cabeza y vi como dos policías corrían hacia
nosotros. Maldije por lo bajo y solté a Bill. Este cayó al suelo y se retorció
allí.
—¡Levanta
la manos! —me gritó uno de ellos. Puse mis manos en lo alto, y se acercó a mí.
Comenzó
a revisarme, mientras que el otro policía atendía a Bill.
—Casi lo matas —me dijo el otro hombre.
—Él
se lo buscó —respondí.
—Tendrás
que venir con nosotros, Kaulitz—dijo el que me estaba revisando.
—No
hay problema —dije. Comenzamos a caminar hacia el auto de policía. Me pusieron
unas esposas, y me metieron adentro. Vi como una rubia chica corría hacia el
auto.
—¿A
dónde lo llevan? —preguntó nerviosa mi prima.
—El
señor acaba de atacar brutalmente al chico que está tirado por allí —le
contestó el oficial. Mirna me miró a mí y luego miró hacia donde estaba
Longoria
—¿Qué hiciste Tom? —dijo sin poder creerlo.
—Tranquila Mirna, ve a casa tranquila —le dije y el auto arranco.
Llegamos
a la comisaría. El oficial que me llevaba me quitó las esposas, y me acercó
hasta donde estaba el sargento. Este levantó la cabeza y me miró fijo.
—Kaulitz,
¿Qué has hecho esta vez? —me preguntó.
—Lo
encontramos golpeando a otro muchacho —le contó el oficial.
—Muchacho,
muchacho, muchacho… creo que sabías que estabas condicionado, ¿verdad?
—Si
sargento, pero le juro que valió la pena – dije y sonreí.
—Tienes
derecho a una llamada. Me alcanzó el teléfono y lo tomé. No me iba a quedar
otro remedio que llamarlo a él. A mi padre. Marqué. Sonó una… sonó otra.
—Hola
—dijo al atender.
—Jorg
—le dije.
—¿Qué
pasó? —me preguntó él, como si ya supiera de ante mano que era algo malo.
—Tuve
un pequeño problema. Estoy arrestado —le conté.
—¡Diablos,
Tom! —rugió enojado.—¡Estoy cansado de tus problemas! ¡Ya no daré la cara por
ti! ¡Fíjate como sales o púdrete ahí si quieres!
—Está
bien, gracias —dije y colgué. El sargento me miró, espero a que le dijera algo
—Creo que vamos a ser muy buenos amigos sargento —le dije y sonreí.
Capitulo # 24
—No
me subestimes jovencito —me aclaró —Ahora llévenselo.
Me
empujaron un poco hasta tirarme dentro de una celda que contenía una cama, y a
un costado un baño. Miré a mi alrededor y maldije por lo bajo. Otra vez caí
en este agujero, y esta vez necesitaba de un milagro para poder salir de aquí.
Me senté en la cama y trate de calmarme, poniéndome como loco no voy a lograr
nada. Las horas comenzaron a pasar, y se me
hacían interminables. Me puse a pensar cuantos años eras lo que podía llegar a
pasar en un lugar como este, y juro que llegué a desesperarme.
—Kaulitz, tienes vistas —me dijeron. Levanté la cabeza y vi como mis dos amigos se acercaban.
—¿Qué hiciste Tom? —preguntó Gustav.
—Tenía que hacerlo —le dije.
—Pero
¿Acaso no te pusiste a pensar en las consecuencias? —dijo Georg. Los miré.
—¡No,
maldita sea! —rugí, y me puse de pie —¡Ese maldito infeliz me buscó, y me
encontró!
—Ese
no es el problema ahora Tom —me dijo Gustav —El problema ahora es que tendrás
un juicio y una sentencia. Bill, puede hundirte.
—Pues que lo haga, no me interesa…
—Ambos
sabemos que si te importa Tom —dijo Schafer.
—Si, tienes razón —dije soltando un suspiro.
—Nosotros haremos todo lo que podamos, no estas solo en esto. Debo decirte que tu prima esta como loca buscando un buen abogado. La condenada de verdad te quiere —me contó Georg.
—Mi rubia prima, y yo que quería devolverla por donde vino —dije nostálgico
—Y
otra que está que trepa las paredes es… ______.
—¿______?
—pregunté.
—Si
—asintió Georg—Le dijeron que habías golpeado a Bill, que él estaba en el
hospital y tú que estabas preso, y lo primero que hizo fue preguntar por ti.
—Condenada…
—musité.
Era
por ella que yo estaba aquí adentro, pero juro que no estaba arrepentido. Y
juro que todas las cosas que le dije a Bill, fueron cosas que me salieron del
alma. Cosas que deseo, cosas que imagino. ______ Levine está metida en mi
cabeza de una forma que no puedo describir. La noche se me pasó lenta en aquel lugar. No pude dormir
pensando en todo lo que podía pasar si no salía de aquí. De verdad tuve que
haberme controlado… pero él, él me saco de quicio. Además, ¿Cómo logró saber
todo eso? Alguien estuvo hablándole a aquel infeliz de mi vida. Al día
siguiente los guardias me dieron de desayunar y me dieron la noticia de que
tenía una visita. Vi como ella entraba con
cuidado y con algo de asco miraba a su alrededor.
—¿Cassandra?
¿Qué haces aquí? —le pregunté. Ella se acercó más a la celda.
—No
sabes lo preocupada que he estado por ti —me dijo ella.
—No
hacía falta que vinieras Cassandra—dije mientras me ponía de pie.
—A
pesar de que quieras darme celos con la odiosa de Levine, yo estoy aquí… Y
hablando de ella, ¿Dónde esta? ¿No era que tenían algo?
—Si,
si lo tienen teñida —escuché la voz de Mirna. Ambos nos giramos a verla, no
estaba sola. ______ venía a su lado —Vamos Cassandra, ellos tienen que hablar
de sus cosas… o hacer cosas ¿me entiendes verdad?
—No vas a pedirme que me vaya por ella, ¿verdad? —me preguntó la rubia.
Miré
a ______ y luego a Mirna. Volví mi vista a Cassandra.
—Va
a ser mejor que te vayas Cassandra, este no es lugar para ti —le dije lo más
amable que pude.
—Eres
un mal agradecido —me dijo indignada y comenzó a caminar.
—Si,
si lo es —le dijo Mirna mientras caminaba detrás de ella.
Fijé
mi vista en ______. Ella solo se acercó un poco más.
—Solo
vine a decirte que ya tenemos la forma de sacarte de aquí —me habló distante.
—¿Estas
segura? ¿O también viniste a la visita higiénica? Ya me toca…
—Ni
siquiera cuando estas a punto de terminar preso por unos cuantos años dejas de
ser imbesil, ¿verdad?
—Se
que te preocupaste más por mi, que por Bill —le dije serio.
—No
vine a hacer sociales contigo —sentenció. Al parecer de verdad estaba enojada —Para
eso tienes a otras… solo vine para decirte que esta tarde será tu juicio y
declararé a tu favor. Lo único que tienes que hacer es guardar silencio y
confirmar todo lo que yo digo.
Comenzó
a caminar, entonces me acerqué más a los barrotes.
—¿Por
qué lo haces? —le pregunté. Se giró a verme.
—Por
tu prima —me respondió.
—¿Estás
completamente segura de eso? —le dije. Me miró —Por favor, acércate —le pedí.
Me miró con duda y se acercó. Con cuidado tomé sus manos. Ella miró la unión de
nuestras ellas y luego volvió la vista a mí —Muchas gracias.
—¿Por
qué? —me preguntó.
—Por
querer ayudarme —respondí —Aunque sea por mi prima.
—Yo
se lo mucho que ella te quiere —dijo sin mirarme a los ojos.
Entonces
con cuidado solté sus manos para tomar su rostro. Me miró sorprendida.
—¿Que
haces? —preguntó nerviosa.
—Shh
—le dije y despacio la acerqué más al pequeño espacio que había entre los
barrotes. Acaricié su mejilla —Déjame besarte —le rogué en un susurro.
—No
—negó efusivamente mientras ponía las manos sobre las mías e intentaba
alejarse.
—Por
favor ______, déjame hacerlo, te lo estoy rogando. Además es mi manera de
pagarte lo que estas haciendo por mí —dije mientras mi mirada estaba clavaba en
sus ojos.
—Yo
no quiero nada de ti —aseguró.
—______,
¿Por qué me haces esto?
—Yo
no te hago nada Kaulitz, tú eres el que hace mal las cosas —dijo.
—Por
favor, déjame hacerlo. Lo necesito —le pedí. Ella volvió a negar pero no se
alejó, sus manos apretaron un poco más mías que estaban sujetando su bello
rostro —Cierra los ojos...
—No…
tú cierra los ojos —dijo ella.
—Siempre
lo hago cuando te beso —le confesé.
Sonreí
levemente, para luego acercarme más al tiempo que mis ojos se cerraban. No iba
a ser violento, ni pasional en este beso... quería ser ¿tierno? Rocé sus suaves
labios con cuidado, separándolos un poco.
—Creo
que ayer fuiste muy claro cuando me dijiste que yo te hacia más mal que bien.
Bueno, lo entendí, me quedó claro. Yo quise establecer una relación amistosa,
pero al parecer eso no cuadra contigo. Y bueno así lo quieres así será —se
alejó de mi agarre.
La
miré algo sorprendido —Tú ahí y yo aquí…
—______…
—Ya
me cansé de intentarlo Tom, eres… tan cínico, no lo comprendes. Yo no soy como
CassandraBynes, y además pienso que acostarse con alguien que apenas conoces
es… aborrecible.
—¿Y
si me conocieras más? —le pregunté.
—Tampoco
—me dijo.
Suspiré
levemente.
—Entonces,
¿así son las cosas? —dije.
—¿Qué
te parece si lo discutimos cuando salgas? —preguntó.
—¿Por
qué no ahora?
—Porque
no se me da la gana, y no puedes hacer nada al respecto. Estas encerrado.
Me guiñó un ojo y comenzó a caminar para alejarse.
Me guiñó un ojo y comenzó a caminar para alejarse.
—LOCO
¿SABES? QUIERES VOLVERME LOCO —le grité bien fuerte para que me escuchara.
Suspiré y me acosté en aquella pequeña cama. Escuché que alguien corría hacia mi celda. Levanté la cabeza y la miré.
Suspiré y me acosté en aquella pequeña cama. Escuché que alguien corría hacia mi celda. Levanté la cabeza y la miré.
—Lo
siento, se me olvidó —dijo. Una caja cayó sobre mi cuerpo. La tomé y eran
cigarrillos. Volví mi vista a ella. Sonrió levemente —Solo fuma, si ya has
desayunado… Ahora si, adiós —se despidió y se fue.
Me
senté en la cama y miré la caja entre mis manos. No la comprendo, ¡Me es imposible! Si ella solo fuera un
poco más clara conmigo, yo no estaría tan confundido.
Las horas comenzaron a pasar, hasta que uno de los guardias entró y me dio un traje que me había mandado mi prima. Faltaba media hora para que el juicio comenzara. Me cambie y me senté a esperar a que vinieran por mí.
Las horas comenzaron a pasar, hasta que uno de los guardias entró y me dio un traje que me había mandado mi prima. Faltaba media hora para que el juicio comenzara. Me cambie y me senté a esperar a que vinieran por mí.
—Vamos
Kaulitz, ya es hora —me habló el sargento.
Me
puse de pie y abrieron la celda.
—¿Cree
que salga sargento? —le pregunté.
Él
sonrió por lo bajo y me hizo caminar un poco para entrar a una oficina.
—Pues
la veo un poco difícil hijo, pero no imposible.
—Cualquier
cosa, si llego a quedarme… le aseguró que vamos a llevarnos bien —dije algo
divertido.
—Ya
lo creo Kaulitz, ya lo creo —palmeó mi hombro.
Me
pusieron las esposas, como si fuera un criminal de primera clase. Este país
siempre esta al revés, los verdaderos maleantes andan sueltos, mientras que la
gente honesta y buena se pudre dentro de esas cárceles. De verdad deseo con todo mi corazón salir de
esto, y juro que voy a comportarme. Juro que no volveré a ser impulsivo.
Comenzaron a caminar conmigo y más rápido de lo que
pensé llegamos al juzgado. Una puerta de madera se abrió y me empujaron
levemente para que entrara. Todo el mundo se
puso de pie, ya que el juez a cargo de la causa entraba por la otra puerta.
Divisé a mi prima y a ______ sentadas al lado de un tal David, mi abogado. Mi
fiel abogado. Quizás mi padre se haya apiadado y lo haya contactado. Del otro lado, divisé a Bill, sentado al lado de su
abogado. Sonreí para mis adentros al ver el estado en el que estaba. La
felicidad que recorrió mi cuerpo fue muy gratificante. Eso significaba que yo
no había pasado una noche dentro de esta cárcel en vano. Sentados detrás estaban Gustav y Georg, los miré a ambos
y los dos sonrieron contentos. Algo me decía que yo ya estaba salvado.
—Comencemos
—dijo el juez.
Me
sentaron al lado de mi abogado y al instante mi prima me abrazó. No pude
devolverle el gesto pues tenía las esposas en las manos
—El acusado, es el señor Logan Henderson de 22 años de edad, por atentado físico al señor Bill Longoria, que es el demandante. Pido a los abogados que se acerquen al estrado…
Nuestros
abogados se levantaron y se saludaron con una apretada de manos. Volvieron su vista
al juez, dijeron algo en voz baja y David se volvió a sentar. Me quitaron las
esposas.
—¿Crees
que salga? —le pregunté en voz baja.
—Si
creen todo lo que dirá la señorita Levine, lo más probable es que si —me
contestó.
—¿Y
que es lo que va a decir? —dije intrigado.
—Ya
lo veraz —dijo David con una leve sonrisa.
Giré
mi cabeza para mirar a ______. Su mirada se cruzó con la mía, pero al instante
la apartó. Ella no
solo es mi perdición, sino que ahora también le voy a deber la libertad.
¡Esto es increíble!
¡Esto es increíble!
—Llamo a declarar al señor Bill Longoria—habló su abogado.
Bill
se puso de pie, y un poco rengo se acercó al estrado. Se sentó y un hombre con un libro se acercó a
él.
—Jura decir la verdad, y nada más que la verdad —dijo él hombre.
—Si,
juro —dijo Bill y apoyó la mano sobre el libro.
—Señor
Longoria, ¿Hace cuanto que conoce al señor Kaulitz? —le preguntó.
—De
nombre hace un año —dijo él y me miró —Así como persona, un mes
aproximadamente.
—¿Tenían
una buena relación?
—Ni
buena ni mala, apenas trataba con él.
—Mal
nacido —musité.
—¿Qué
pasó ayer por la tarde? —le preguntó su abogado.
—Yo
estaba caminando por el jardín de la Universidad, entonces divisé a Tom… me
acerque a él y lo saludé amablemente —dijo aquel infeliz —Entonces, comenzó a
insultarme, a decirme cosas sobre... – se detuvo y miró a ______ – No
importa... y luego me golpeó.
—¡Eso no fue así, infeliz! —rugí poniéndome de pie.
—Señor
Kaulitz, le voy a pedir que guarde silencio —me advirtió el juez.
Soltando un gruñido me senté en mi lugar.
Soltando un gruñido me senté en mi lugar.
—¿Entonces
usted asegura que el señor Kaulitz lo atacó sin motivo alguno? —le dijo el
abogado.
—Sin ningún motivo —aseguró el mal nacido.
Capitulo # 25 (Fin del Maratom)
Lo
miré con toda la furia que podía tener. Maldito infeliz, juro que me las va a pagar
de la manera más dolorosa.
—No más preguntas —dijo su abogado.
—¿Usted
tiene preguntas señor Josh? —le preguntó a mi abogado.
—Si,
si las tengo —dijo y se puso de pie. Caminó hasta donde estaba Bill —Señor
Longoria, ¿Por qué cree que el señor Kaulitz lo atacó? —le preguntó.
—Mmm,
porque es un lunático —dijo él.
—Aja,
según se el señor Kaulitz tiene un excelente historial psicológico. No tiene
ningún problema mental —dijo y giró para mirar a los miembros del jurado
—Entonces queridos miembros del jurado, ¿ustedes creen que pudo golpearlo
porque si? Algún motivo tuvo que tener, ¿Cuál fue el motivo señor Longoria?
—Bill guardó silencio y compartió una nerviosa mirada con su abogado —No más
preguntas al señor.
—Puede
retirarse Longoria —le dijo el juez —Señor Josh, ¿tiene alguien para
interrogar?
—Si —dijo él. Se giró a vernos —Llamo al estrado a la señorita ______ Levine.
Todo
el mundo se giró a verla. Con cuidado ella se puso de pie y caminó de la misma
forma hasta el lugar en donde antes estaba Bill. El mismo hombre del libro se
acercó a ella.
—Jura decir la verdad, y nada más que la verdad —le dijo.
Ella
apoyó la mano derecha sobre el libro.
—Lo
juro —dijo. David se acercó hasta ella.
—Bien
señorita Levine, ¿Usted conoce al señor Longoria? —le preguntó.
—Si
—dijo ella asintiendo.
—¿Podría
decirnos hace cuanto?
—Conozco
a Bill desde hace ya dos años, lo conocí en unas vacaciones que hice con mi
padre.
—¿Podría decirnos como es él?
—Bill
es un chico dulce, cuando quiere. Atento y respetuoso —habló ella. ¿Acaso eso
iba a ayudarme a salir? —Pero tiene un serio problema, es demasiado celoso…
—¿Celoso?
—dijo mi abogado y sonrió —¿Podría decirnos un poco más de eso?
—¡Objeción!
¿Qué tiene que ver la vida personal del señor Longoria con esto? —dijo su
abogado.
—No da lugar —dijo el juez y miró a David —Prosiga.
—Bill y yo comenzamos una relación amorosa algunos meses después de conocernos, antes de eso todo era perfecto, hasta que comenzaron a aparecer los celos. Pero no eran celos normales, eran celos posesivos y hasta irracionales. Aguante esa situación, porque de verdad lo quería, y quería intentar algo con él. Hasta que hace unos meses decidí terminar con la relación, sus celos me estresaban…
—Entonces
¿usted nos está diciendo que el señor Longoria sufre un grave problema de
celos?
—Si —dijo ella asintiendo.
—¿Usted
conoce al señor Kaulitz? —le preguntó. Ella posó su mirada en mí. Y había algo
en su mirada que no había visto antes.
—Si —contestó.
—¿Puede
contarnos sobre eso?
—A
Tom lo conozco hace un mes. Él y yo vamos a la misma Universidad, al igual que
Bill.
—Aja,
¿usted podría decirme algunas cosas sobre el señor Kaulitz?
—Él es caballero y respetuoso. Siempre se muestra generoso con la gente que quiere y siempre encuentra la manera de hacerte reír.
—¿Señorita
Levine, tiene usted algo con el señor Kaulitz? —le preguntó.
Ella volvió su vista a mí y yo la miré fijo.
Ella volvió su vista a mí y yo la miré fijo.
—Si
—dijo ella.
Entonces
sentí que mi corazón se aceleraba. Ella iba a mentir para sacarme de aquí.
—¿Hace
cuanto?
—Hace
dos semanas.
David
se giró a ver a los miembros del jurado.
—Una
joven pareja, que acaba de empezar ¿no les parece tierno? —preguntó. Todos
rieron por lo bajo. Se acercó de nuevo a ______ —¿Cree usted que eso tiene que
ver con lo que pasó ayer con el señor Longoria?
—Estoy completamente segura de ello —dijo ella.
—¡Maldita
seas ______! —rugió Bill.
—¡Vuélvele a levantar la voz imbécil y te arrepentirás! —le advertí.
—¡Orden,
orden! —dijo el juez elevando la voz, haciendo que todos se callaran —Prosiga
señorita.
—Tom
jamás actuaría sin provocación. No lo conozco hace mucho, pero si lo
suficiente. Siempre esta tranquilo, y pasivo. Le gusta compartir tardes con sus
amigos, y no es celoso… bueno quizás un poco, pero normal. Estoy segura de que
Bill se enteró y que fue a buscarlo —dijo y su voz comenzó a sonar temblorosa.
Todos la miramos bien.
—Es hora de la actuación —me susurró Mirna.
—Lo único que yo quiero es que él salga. Ustedes no tienen ni idea de lo terrible que fue ayer para mi enterarme de que él estaba aquí —dijo y soltó algunas lágrimas —Yo lo quiero, y él no es un mal chico. Yo se que también me quiere…
—Tranquila
señorita Levine —le dijo David y le cedió un pañuelo.
Ella
sonó su nariz y soltó un nuevo sollozo. Giré mi vista al jurado y todas las
mujeres que estaban allí miraban con ternura a ______.
—¿Acaso
no puedes dejarme en paz Bill? —le preguntó a Bill —¿No te cansas de querer
volverme loca?
—¡Eres una cualquiera! —le gritó él.
—¡No
te voy a permitir que le hables así a mi terroncito de azúcar! —le grité
poniéndome de pie.
—¡Ya
cállense señores o los encerrare a los dos! —gritó el juez.
Todo
el mundo volvió a guardar silencio.
—Lo
único que pido es que piensen bien antes de encerrarlo. Yo se que él hizo unas
cuantas cosas malas en el pasado, pero me dijo que estaba dispuesto a cambiar…
—Si,
por ti si cariño —dije en voz alta. Todos me miraron.
—No
tengo más preguntas señor juez —dijo David.
—Señor Pete, ¿tiene preguntas para la señorita Levine? —preguntó el juez al abogado de Bill.
—No,
no señor —contestó él.
—Puede
volver a su lugar señorita Levine —le dijo el juez.
—Gracias
—susurró ella.
Se
puso de pie y comenzó a caminar. Entonces me paré y me acerqué rápidamente a
ella.
—Señor
Kaulitz, siéntese —me dijo el juez. No le presté atención y la miré fijo a los
ojos.
—Tengo besarte para que esto sea más real —le susurré.
—No
—dijo ella por lo bajo.
—Si
—dije y me incliné hacia su rostro.
Capturé
sus labios de manera suave, cerrando al instante mis ojos. Todo lo que estaba a
nuestro alrededor pasó a un segundo plano. Solo estaba ella frente a mí. Ella y
esta maldita sensación que me trae loco. Sus labios se dejaron mover suaves
junto a los míos.
—¡Jovencitos!
—elevó la voz el juez. ______ se alejó rápidamente de mí.
—Lo
siento —se disculpó ella.
—Usted
no tiene ni idea de lo feo que es pasar una noche alejado de esos labios —le
dije.
—Vuelva
a su asiento, señor Kaulitz —me dijo.
Asentí
y volví a sentarme. Giré mi cabeza para ver a ______, ella me miró y negó con
la cabeza para luego mirar al frente. Creo que no debí hacer eso, pero fue más
fuerte que yo. Uno de los
miembros del jurado se levantó y le entregó un papel al juez. Este lo leyó y
nos miró a todos.
—Ya
tenemos la sentencia —dijo el juez. Respiré profundamente. Y me imaginé lo que
iba a ser pasar unos 2 o 3 años aquí dentro. Cerré los ojos y esperé a escuchar
—La corte a decidido absolver al señor Tom Kaulitz bajo la fianza de unos dos
mil dólares.
El
aire que estaba aguantando en mis pulmones salió rápidamente. Miré a David y él
sonrió. Escuché a lo lejos un festejo de risas. Giré y eran Gustav y Georg.
—¡Maldición!
—rugió Bill —¡Son todos unos incompetentes! ¡No saben nada!
—Señor
Longoria, ¡Cálmese! —le dijo el juez.
—¡Y
usted más que ningún otro, señor juez! —le gritó.
—¡No
voy a tolerar la falta de respeto a mi autoridad! —le dijo él —¡Enciérrenlo
para que aprenda a respetar a la ley!
Vimos
como los guardias lo llevaban, para adentro. Mirna se acercó a mí y me abrazó.
Pude responderle el gesto.
—Te
juro que estaba muy preocupada primito —me dijo. Me alejé de ella y le sonreí.
—Lo
se, tonta —le dije divertido.
—Pensé
que ibas a quedarte en ese horrible lugar.
—Pero
como ves, no fue así.
—Bueno,
ya damos por terminado esto —habló el juez —Señor Kaulitz, puede irse… pero la
próxima vez no habrá perdón.
—Lo entiendo —le contesté —¿Qué harán con Longoria?
—Lo dejaré una noche para que aprenda a comportarse —me contestó.
—¿No
podrían ser dos? —pedí.
—Lo
siento, pero no —me dijo.
Asentí
divertido. El honorable juez se puso de pie y se fue de allí. Los miembros del
jurado comenzaron a hacer lo mismo. Mis amigos se acercaron a mí. Gustav me
abrazó con fuerza, como si hace mucho no lo hiciera.
—Pensamos que te pudrirías adentro —dijo contentó Schafer.
—Si, hasta estábamos haciendo turnos para quien te traía los cigarrillos —dijo Georg.
—Gracias a Dios no fue así —dijo Mirna contenta y me volvió a abrazar.
—Todo salió mejor de lo que esperé —habló David —Y todo gracias a la señorita Levine.
Me giré a buscarla y ya no estaba.
—¿Dónde
esta? —pregunté.
—Creo
que se fue —dijo Mirna apuntando a la puerta que se acababa de cerrar.
—¿Cómo
que se fue? —dije confundido.
Entonces
puse mis piernas a correr para encontrarla. Salí y la divisé caminando.
—¡______!
—la llamé. Ella comenzó a caminar más rápido, entonces comencé a correr de
nuevo hasta que logré alcanzarla. La tomé del brazo y la detuve.
—¿Qué
quieres? —me preguntó nerviosa.
—¿Qué
pasa? —le pregunté.
—¿Qué
pasa? ¡Pasa que trato de ayudarte y tú te aprovechas! —me dijo enojada.
—¿Lo
dices por el beso? —dije algo confundido.
—Dime,
¿Qué necesidad tenías? Bastante ya hice poniéndome en contra de Bill, no
debiste hacer eso…
—Lo siento, lo siento —me disculpe.
—¿De
verdad lo sientes? —preguntó con ese tono firme y enojado aun.
—Realmente…
no —contesté.
—¡Lo
ves! Eres… eres un cínico.
—Espera
un segundo…
—Ya
no te quiero cerca —dijo apretando los dientes —¡Ni como amigo, ni como nada!
—Pero
______…
—¡Pero
______, nada! ¡Me cansé Tom, realmente me cansé! ¡Me cansé de tu inmadures, de
tu cinismo, de la falta de consideración!
—No
es la primera vez que te beso…
—Lo
se, pero fue la última —sentenció. Entonces sentí una presión en mi pecho
—Querías una respuesta directa, entonces la tendrás. ¡No! ¡No tienes ninguna
posibilidad!
—¿Así
lo quieres? —le dije un poco molesto.
—¡Si, así lo quiero! ¡Ya no me mires, ya no me hables! ¡Has de cuenta que no me conoces! Y quédate tranquilo, no me veras en tu casa. Le diré a tu prima que ahora nos juntaremos en la mía o en la de Ana…
—¡Si, así lo quiero! ¡Ya no me mires, ya no me hables! ¡Has de cuenta que no me conoces! Y quédate tranquilo, no me veras en tu casa. Le diré a tu prima que ahora nos juntaremos en la mía o en la de Ana…
—Pues
aun así no vas a deshacerte de mí —le comenté.
—Si
lo dices por lo de la oficina de mi mamá, quédate tranquilo, haré como si no
estuvieras. Pero esto se terminó, y espero que ahora si haya quedado bien
claro.
Comenzó
a caminar, dejándome con toda la bronca del mundo.
—¡Ya
volverás arrastrándote a mí! —le dije fuerte ya que se alejaba más.
—¡Eso
lo veremos! —me contestó.
—¡Loca!
—¡Imbécil!
Me
quedé ahí quieto, mirando como desaparecía. ¡Al demonio! ¿Quién la necesita?
¡Yo soy el que tuvo que haber dicho esas cosas, cuando me cansara de ella!
¡Yo soy el que tuvo que haber dicho esas cosas, cuando me cansara de ella!
O.o esta buenizimas..
ResponderEliminarMe dio penita Bill pero ps jode mucho hHahagaha..
Cuando habrá un acercamiento entree (tn) y Tom?
Me desperoo. Siguelaa xD
ya por favor que pase algo con la rayis dos y tom :( quiero otro maratom hahaha
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