CAPITULO # 56:
Como una intuición de si misma ______
se puso frente a mí. La miré y no pude evitar sonreír divertido.
—¿Qué necesitas Longoria? —le pregunté
sin dejar de sonreír.
Él no dejaba de mirar a ______. Estaba
esperando a que ella le dijera algo sobre lo que acababa de ver.
—¿Por qué lo estabas besando? —le
preguntó él a ella.
______ me miró y luego volvió la vista
a él.
—Creo que debemos hablar Bill, pero no
aquí —le dijo ella. Entonces dejé de sonreír y me puse algo nervioso. ¿A dónde
quería hablar si no era ahí? Ella se giró a verme —Debo hablar con él, Tom.
—¿No me estarás pidiendo que te deje
sola con este idiota? —le dije en voz baja.
Ella levantó su mano y acarició mi
rostro.
—Es solo por unos minutos. Iré a hablar
con él, le contaré todo y volveré a buscarte.
—No —sentencié.
—Por favor mi amor. Es mejor si yo
hablo con él y dejamos las cosas bien en claras.
—No confió en él ______.
—Pero si confías en mí, ¿verdad? —me
dijo mientras me miraba fijo a los ojos.
—Si —dije soltando un suspiro. Ella
sonrió y se puso en puntas de pie para besarme cortamente. Giró y miró de nuevo
a Bill que estaba rojo de la rabia.
—Vamos Bill —le dijo ella y comenzó a
caminar.
Bill la siguió y pasó por lado en forma
retadora.
—Le tocas un pelo y te mato —le susurré
cuando pasó por mi lado.
Él sonrió como si acabara de escuchar
un chiste. Y a mí me encantaría ver su cara cuando ______ le diga: Bill, Tom y
yo estamos de novios. Lo lamento idiota, pero nunca sentí nada por ti además de
lastima.
Reí por lo bajo y decidí ir a caminar
un poco para no pensar tanto en que dejé sola a mi novia con su ex. Pero eso…
no es malo, no lo es. Ella misma me ha dicho que nunca lo amó y que solo lo
aprecia como a un amigo. Pero él, él es un maldito infeliz.
—Tom, ¿podemos hablar? —me giré a verla
al escuchar su voz.
—Cassandra —le dije y tragué un poco de
saliva. ¿Qué es lo que quiere ahora? —¿Hablar? ¿De qué?
—Tom… no sé si tú te has dado cuenta de
que yo… yo estoy enamorada de ti —me dijo.
Cerré los ojos fuertemente y maldije
para mis adentros. Lo que menos quería escuchar en este momento era la
declaración de amor de Cassandra.
—Cassandra yo… —intenté hablar pero
ella se acercó y apoyó uno de sus dedos sobre mis labios. Al instante me alejé.
—Déjame hablar —me pidió. Asentí.
—Voy a escucharte, pero evita tocarme…
por favor —le dije. Ella asintió.
—¿En qué andas? —me preguntó.
—¿Con qué? —le pregunté.
—Con tu vida… hace como una semana que
no te veía. Y no lo se… ya no sales, ya no estas faltando a clases, ya no eres
el mismo de siempre.
—Cambie —le aseguré.
—¿Cambiaste?
—En realidad me cambiaron.
—______, ¿cierto? —dijo mientras sus
ojos se humedecían un poco.
Sentí un nudo en mi estomago y eso creo
que se llama culpa. Me siento mal por ella, me siento por mal haberla
ilusionado. Y ahora que amo a alguien se como se siente aquello.
—Si, por ella —le contesté.
—Tom yo estoy dispuesta a compartirte
con ______ —me dijo.
Fruncí el ceño y la miré bien.
—¿Qué? —dije.
—Que no me importa tener un poquito de
ti, pero… yo te amo Tom. Yo se que quizás es difícil de entenderlo y no es
capricho yo te amo —dijo mientras se acercaba más a mí.
Al instante me alejé poniendo más
distancia entre nosotros.
—No Cassandra, estás equivocada —le
dije. Ella me miró —Yo no puedo compartirme.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque estoy enamorado de una persona
y mi corazón le pertenece completamente a ella. No puedo partirlo, ni sacarle
un pedazo. Ya tiene dueña.
—¿Sabes qué? Vas a arrepentirte —me
dijo mientras se alejaba de mí.
Reí por lo bajo. Ella me podría dar un
poco de lastima, pero está completamente loca.
—¿A si? —le pregunté.
—Te lo juro por Dios, que vas a
arrepentirte de haberme hecho esto. Ya lo veras, ya veras que no soy tan
estúpida como crees —dijo y se fue de allí.
Me apoyé contra la pared que estaba a
mi izquierda y solté todo el aire que había estado aguantando.
—¿Qué haces galán? —escuché su voz y me
giré a verla.
—______, mi amor, solo estaba hablando
con ella. Yo no…
—Shhh, tranquilo. No tienes que darme
explicaciones. Confió en ti —me dijo divertida —Escuché un poco de tu
conversación con la señorita que se acaba de ir.
—¿Escuchaste? —pregunté.
—Se que no debí, pero bueno fue sin
querer —aseguró mientras se acercaba más a mí —Así que tienes una dueña. ¿No
hay una posibilidad de poder competir con ella por tu amor?
Sonreí y di un paso hacia ella. Apreté
mis labios mientras con mi mano tocaba mi mentón.
—La veo difícil —le dije. Ella sonrió y
con eso morí — ¿Te gustaría competir con ella?
—Me encantaría competir con esa perra
por un bombón como tú.
—¿Perra? ¿Le dijiste perra?
—Ajá —dijo mientras se acercaba aun
más. Levantó sus brazos y los colocó detrás de mi cuello.
—No, estás equivocada. Ella no es una
perra es una gatita. Y que gatita.
—Dame un beso —dijo. Coloqué mis brazos
alrededor de su cintura, acercándola un poco más.
—¿Uno solo? —pregunté.
—Millones, los que quieras. Pero solo
dame un buen beso de desayuno.
—¿Hablaste con Bill? – pregunté antes
de besarla. Necesitaba saber aquello
—Si – dijo fastidiada. Sonreí ella
quería que la besara.
—¿Y qué dijo?
—Te insultó un poco, pero ya lo sabe.
Eso es lo importante.
—¿Entonces, no más Bill y Cassandra?
—No más nadie. ¡Ahora bésame!
—Y después soy yo el que no sabe
esperar, ¿cierto?
—Uno pequeñito, pequeñito —hizo un
gesto con los dedos.
—No va a alcanzarme con uno pequeñito,
amor.
—¿Sabes qué? —dijo y me besó
cortamente. Reí por lo bajo.
—¿Qué?
—Hay un salón vació para ir a estar más
tranquilos.
—¿Un salón vació? ¿En qué estas
pensando mi amor?
—No es en lo mismo que tú. Pero
prefiero estar entre cuatro paredes contigo que aquí en medio del pasillo por
donde pasa todo el mundo.
—Por mí que nos vea el presidente de la
Nación —dije y entonces me incliné hacia ella y la besé.
El celular de ______ comenzó a sonar.
Maldiciendo por lo bajo me alejé de ella.
—Lo siento —se disculpó conmigo y miró
la pantalla —Es mi madre —dijo sorprendida. No habíamos tenido noticias de
Greg, ni de lola desde el sábado —¿Mamá? – la atendió y guardó silenció —¿Dónde
estabas? —la miré y vi como su rostro comenzaba a volverse algo pálido. Eso me
asustó. Así que me acerqué a ella y la sostuve. Me dio la impresión de que iba
a desmayarse —¿Qué? —preguntó sin poder creerlo —No, tú estas jugando conmigo
—rió nerviosa —¿Qué quiere decir eso, lola? —dijo indignada y se alejó de mí
para comenzar a caminar como loca por el pasillo —¿Sabes? Mejor guárdate los
detalles, que horror. Luego te llamo que ahora estoy en la Universidad —colgó y
me miró.
—¿Qué pasó? —le pregunté.
—Ya se de donde heredé la manía de
embriagarme y terminar haciendo cosas malas con personas que vienen con música
a las 2 de la mañana a mi casa —me dijo. La miré extrañado.
—¿A qué te refieres mi vida? —le dije
sin entender del todo.
—Me refiero a que mi madre y mi padre
estuvieron todo el sábado y casi todo el domingo bebiendo champaña y haciendo
cosas indebidas en un cuarto de hotel.
CAPITULO # 57:
Una semana pasó más que volando para
mí. Pude ver el cambio que se había provocado en mi vida. Y aun estoy sin poder
creerlo.
Encontré a mi madre, tengo una hermana,
descubrí más cosas sobre mi padre, le dije a otro hombre que lo quería como a
mi padre.
Acepté que amo a alguien, le dije que
la amaba, ella me lo dijo a mí. Me presenté frente a mis suegros. Ellos
terminaron volviendo a su amor.
Georg y Mirna oficializaron y ahora
todos somos parejas. Gustav y Ana tuvieron su primera pelea y estuvieron unos
días distanciados pero luego se arreglaron con un poco de cursilería.
Y que decir de ______ y yo. Nunca pensé
que una relación podía ser tan linda, tan liberal y tan placentera. Ella es
fantástica. Una compañera ideal, una amiga que me escucha, que me entiende, que
está ahí y no me deja solo.
Jorg no volvió a aparecer. No sé nada
de él desde la última vez que estuvo en casa. Tampoco es que me interesa
saberlo.
—¿En qué piensas? —me preguntó ella
sentándose en mi regazo.
—Estaba pensando en ti —le dije y
coloqué mis brazos alrededor de su cintura.
Sonrió y se acercó a mí para acariciar
mi nariz con la suya.
—Te extrañe en Historia Universal —me
dijo.
—¿A si? —dije cerrando los ojos
mientras sentía su cercanía.
—Mucho —susurró.
Estábamos en la hora del almuerzo en la
Universidad y hace dos clases que no nos vemos ya que tenemos algunas clases
distintas.
—¿Puede ser que haya un momento del día
en el que no los encontremos juntos? —escuchamos que Georg hablaba. ______ sonrió,
me besó cortamente, y se giró a verlo.
—¿Qué pasa Georg? ¿Estás celoso de que
ahora Kaulitz solo piensa en mí? —le preguntó ella.
—Mírala a la niña —dijo Gustav mientras
se sentaba —¿Ahora eres chistosita como tu novio?
—Un poco —dijo ella.
—Por su culpa ahora Tom no nos da ni la
hora —Georg le dijo a Schafer mientras también se sentaba.
—Pues a mí me da mucho más que eso —le
dijo ______. Reí por lo bajo al ver el rostro de mis amigos.
—Por dios, ya la ha pervertido
completamente —dijo Gustav sin poder creerlo.
—Pobre ______, pobre ______ —dijo Georg
negando con la cabeza levemente.
—Ya, ya —les dije a ambos —Ella solo
está bromeando con ustedes par de tontos.
—Eres un mal novio. Mira lo que le has hecho
a la pobre —me acusó Gustav.
—Es cierto… ella ya no es la misma de
antes. Todo es tu culpa – me dijo Georg.
—Deberíamos de decirles a las chicas
—dijo Schaafer.
Mirna y Ana llegaron a la mesa y se
sentaron al lado de sus respectivos novios.
—¿Qué hacían? —preguntó Ana.
—Escuchábamos las barbaridades que
______ ha aprendido de Tom —le dijo Gustav.
—¿Acaso ustedes creen que ______ lo
aprendió de Tom? No, están equivocados. Ella siempre fue así. Lo que pasa es
que ahora tiene a alguien que la estimula un poco más —dijo Mirna.
—Oye —se quejó ______.
Todos reímos y almorzamos entre risas y
anécdotas. Sentí la mirada de alguien sobre mí. Giré mi cabeza para ver y era
Cassandra la que nos miraba.
Sonrió como si supiera que algo
pasaría. Les dijo algo a sus amigas y todas rieron.
Negué con la cabeza y dejé de mirarla.
—Mi amor, ¿vamos a caminar un poco? —le
dije. Ella me miró y se puso de pie.
—Vamos —dijo y me dio la mano. La tomé
y me puse de pie.
—Luego nos vemos, chicos —les dije a
todos. Ellos asintieron entonces salimos de allí.
Entrelacé mi mano con la de ______.
Ella me miró. Caminamos en silencio hasta el jardín de la Universidad. Nos
acercamos al viejo árbol y nos sentamos bajo él. ______ se sentó entre mis
piernas y apoyo la espalda en mi pecho. Comenzó a jugar con una hoja verde que
había en el pasto.
—¿Qué pasa mi amor? —me preguntó.
—Nada, solo quería estar a solas
contigo —le dije y acaricié su cabello con mi nariz.
Respiré profundamente su perfume para
tener ese olor grabado en mi cabeza. Ella se alejó de mi pecho y giró para
acomodarse de frente a mí.
—Te conozco, Tom. Algo te preocupa
—dijo.
Sonreí y me acerqué a su boca para
besarla suavemente.
—Te aseguro que no es nada —dije.
Ella asintió y me miró fijo a los ojos.
—¿Estás seguro?
—Completamente.
—Bueno, voy a creerte —dijo y me volvió
a besar —¿Has llamado a Hope?
—Si, hablé con ella ayer —le conté.
—¿Y como esta? —me preguntó con una
leve sonrisa.
—No dejo de hablarme de ese tal Chris
—dije apretando los dientes.
—Es normal que tu hermana hable de eso
—me aseguró —Es una niña y este Chris debe ser su primer amor.
—¿De que amor me hablas, amor? —dije
sin poder creerlo —Tiene 5 años, no sabe nada del amor.
—No subestimes a los niños, te aseguro
que saben más de amor que nosotros los grandes.
—Pues no tiene mi permiso para andar
aprendiendo del amor, ni nada de esas. Esa niña primero va a aprender a lavarse
los calzones por si sola y luego podrá tener novio. Ni siquiera novio, solo un
amigo con derecho a un simple beso.
—Eres tan celoso —me dijo.
—Hablé con mamá, y dice que quiere que
este fin de semana vayamos a pasarlo allí al campo con ellos. Que tienen
algunos cuartos de sobra —le conté. Ella sonrió.
—Eso sería genial —dijo asintiendo
levemente.
La miré bien, ahora ella es la que está
extraña.
—¿Qué pasa, mi amor? —le preguntó.
—¿Eh? —dijo ella saliendo de sus
pensamientos.
—¿Qué te pasa?
—No, nada… ¿Por qué? —dijo.
—Estás rara, ______… desde ayer estas
rara —dije al recordar aquello.
Estábamos mirando la tele y de repente
vio la fecha y se puso de pie. Comenzó a caminar por el pasillo y luego volvió
a sentarse. Lo dejé pasar porque no pensé que era algo… malo.
—No… nada, nada.
—Ahora soy yo él que va a decir esto …Te
conozco ______, algo te pasa.
Me miró fijo a los ojos y mordió su
labio inferior.
—Hay algo que tengo que decirte…
La miré extrañado y pude notar el
nerviosismo en su voz. Me acomodé mejor y la miré.
—¿Qué pasó? —le pregunté.
—Prométeme que no te vas a poner ni
paranoico, ni como loco, ni nada de eso —me dijo.
—Si no me dices que es lo que pasa
entonces no voy a saber como reaccionar —le dije ya un poco más nervioso.
—No es para alarmarnos, Tom. Bueno
quizás si, pero no… no lo se —dijo ya nerviosa.
—Dime —le exigí que me hablara de una
buena vez.
—No es fácil de decirlo —aseguró
mientras respirabas profundamente.
—Mi amor, me estas asustando. Por
favor, ¿puedes hablar de una vez? —le dije.
Ella asintió y me miró a los ojos. Sus
ojos acumularon lágrimas y pude sentir como su pulso se aceleraba.
—Bueno, tú sabes que nosotras las mujeres
tenemos nuestros días ¿cierto?
—Si, se ponen intolerables —le dije sin
entender por qué me hablaba de eso.
—Ya —dijo y asintió —Hay veces en las
que hay un problema o algo así y esos días tardan en llegar.
—No sé a donde quieres llegar con esto,
______. Me estas poniendo nervioso, cariño. Ve al grano por el amor de…
—Tengo un atraso —dijo
interrumpiéndome.
La miré bien tratando de entender las
palabras que acababa de decirme. Sentí que se me secaba la garganta. El aire
comenzó a agitarse en mi pecho. Miré los ojos de ______… ella no estaba
bromeando ni nada por el estilo.
—¿Qué? —musité.
CAPITULO
# 58
Volví
a mirarla a los ojos. Esto no podía estar pasando por dios, esto no puede estar
pasando. ¿Qué demonios voy a hacer?
—¿Tom? —su voz llegó a mis oídos como si estuviera lejos.
—Dime que es una broma —le pedí.
—¿Cómo crees que voy a bromear con algo así? —me dijo y la miré —Por favor, Tom. Necesito que estés tranquilo.
—¿Cómo es posible, ______? —dije nervioso —Nos cuidamos, siempre que estuvimos juntos nos cuidamos.
—Lo se, lo se. Por eso tienes que estar tranquilo… No creo que esté embarazada, es literalmente imposible —dijo no muy convencida.
—¿Y si lo estas? —le pregunté.
Ella me miró fijo y entonces sus vidriosos ojos soltaron las lágrimas que habían acumulado. La tomé de la nuca y la acerqué a mí. Ella escondió su rostro en mi pecho.
—Tranquila, mi amor, no llores —le susurré al oído.
—Aaay, Tom, tengo mucho miedo. No sé que voy a hacer si es que… estoy embarazada ¿Cómo voy a hacer para tener un bebe a los 19 años?
—Como ‘vamos’ a hacer —la corregí —No estás sola, mi amor, yo estoy contigo. Si es que estás embarazada vamos a salir adelante. Estaremos bien.
—Pensé que te ibas a poner como loco —dijo mientras se alejaba de mi pecho y con sus manos secaba sus lágrimas.
—Estoy como loco… pero no voy a perder el control hasta no estar seguros. ¿Cuánto tienes de atraso? —le pregunté y acaricié su mejilla.
Me di cuenta de que mi mano temblaba levemente ¡Por dios, esto es una locura!
—Una semana —dijo. Asentí y respiré profundamente.
—¿Vamos a hacerte un test? —le dije. Ella negó con la cabeza.
—Yo creo que lo mejor y lo más seguro es un análisis de sangre —me dijo —Tengo una amiga que la madre es Ginecologa. Hablé con ella ayer y hoy a la tarde iré a verla.
—Iremos juntos —dije y me puse de pie. La ayudé a levantarse y al instante la abracé contra mí. Ella me apretó como si su vida dependiera de eso. Cerré los ojos y traté de demostrarle que todo estaba bien —Iremos juntos… —volví a repetir.
Ella asintió y se quedó pegada a mí. Estuvimos así por unos cuantos minutos, no sé exactamente cuantos. Me alejé de ella y tomé su rostro con mis manos. Me acerqué más y la besé despacio.
—Gracias —me dijo cuando me alejé.
—¿Por qué? —le pregunté.
—Por estar aquí —susurró.
—Estamos juntos en esto y en todo —le dejé bien claro.
Ella asintió y la besé cortamente. Tomándola de la mano caminamos de nuevo hacia la Universidad.
El almuerzo había terminado y con ello la clase de derecho comenzó. Me senté despacio al lado de Georg. Mi cabeza estaba completamente colapsada.
Si ______ llega a estar embarazada mi vida va a cambiar extremadamente. ¿Qué sucede si de verdad lo está? Eso significaría que voy a tener un hijo. Un hijo…
—Oye, ¿Qué te pasa? —me preguntó mi amigo. Lo miré.
—Nada, ¿Por qué? —dije reaccionando rápidamente.
—Estás como pálido —dijo él.
Mi mirada se posó en ______. Ella jugaba nerviosa con el lápiz que tenía en la mano. Está pensando en lo mismo que yo. Volví a mirar a Georg.
—Nada — ‘solo que mi novia tiene un atraso’ —Estoy bien.
—¿Seguro? —preguntó.
—Si, hermano —palmeé su hombro y volví a mirar al frente.
Lo más seguro es que ella no esté embarazada. Nos cuidamos, siempre nos cuidamos.
Pero ¿Qué pasa si en algún momento la protección falló? ¿Y si no es solo una falsa alarma? ¿Qué voy a hacer si ______ está embarazada?
Por dios, quiero gritar. Pero tengo que estar tranquilo, tranquilo. Nada es seguro… solo necesitamos ir y sacarnos la duda. Solo eso, solo eso…
El resto del día se me pasó interminable. Mi cabeza no dejaba de sacar teorías sin sentido y mi corazón se sentía cada vez más acelerado. Divisé a ______ en el estacionamiento y me acerqué a ella.
—¿Vamos? —le pregunté. Ella asintió —Pero iremos en tu auto mejor. Yo manejo ¿quieres?
Ella solo volvió a asentir. Tomé su mentón e hice que me mirara.
—Te amo —me dijo cuando sus ojos encontraron los míos.
—Yo también —le dije y besé su frente —Todo va a estar bien.
Nos subimos al auto y prendimos marcha. Habíamos decidido no decirle nada al resto del grupo. Estábamos seguros de que iban a ponerse como locos y lo mejor era no alarmarlos hasta estar seguros. ______ estaba demasiado callada y creo que más que nada asustada. La miré y ella miraba fijo al frente. Giró la cabeza y me miró.
—¿Crees que sea posible detenernos en un kiosco para comprar un chocolate? —me preguntó. Sonreí levemente —Tengo ganas de comer uno.
—¿Tienes un antojo? —dije sin dejar de sonreír.
—No seas tonto —dijo bajando la cabeza —Siempre quiero comer chocolate cuando estoy nerviosa. No es un antojo.
—Está bien, está bien —dije y detuve el auto en una esquina.
Bajé y me acerqué a la pequeña ventana que estaba allí.
—Papi, papi ¿me compras un dulce? —me giré a ver y un pequeño niño saltaba a mi lado.
Me paralicé y al instante un hombre lo alzó. Levanté la cabeza y lo miré.
—Debes aprender a esperar Steve, hay un chico antes que nosotros —le dijo él.
El niño me miró y sonrió mostrándome una sonrisa con falta de dientes.
—¿Qué necesita? —la voz de una mujer me sacó de la imagen del niño. La miré y asentí como un idiota.
—¿Algún chocolate? —le pregunté.
—Si, son estos de aquí —dijo ella mostrándome los que había.
Elegí el más grande y lo pagué. Comencé a caminar de nuevo hacia el auto.
—Adiós —escuché su pequeña voz. Me giré a verlo.
—Adiós —le dije y me subí. Sin decir nada le di el chocolate a ______ y volví a arrancar.
—¿Qué pasa? —me preguntó ella. La miré.
—Nada… imaginaciones que tiene mi cabeza —le dije.
Ella asintió y comenzó a comer su chocolate.
—¿Quieres un poco? —me preguntó.
—Si, por favor. Tengo antojo de comer un poco —ella rió por lo bajo y me dio un pedazo.
Unos minutos más tardes estábamos detenidos en el estacionamiento de una clínica. Respiré profundamente y me bajé del auto. ______ ya se había bajado unos segundos antes. Ella se acercó a mí y me dio la mano para comenzar a caminar.
Pronto llegamos al primer piso. Era una clínica grande, moderna y se veía muy lujosa. Nos acercamos a un mostrador. La chica que se encontraba allí nos miró.
—¿En qué puedo ayudarlos? —nos preguntó.
—Venimos a ver la doctora Molina… mi nombre es ______ Levine —le dijo ella. La chica miró su computadora y asintió.
—Si, la doctora la está esperando por el consultorio 5 —nos dijo —Pueden pasar por el pasillo a su derecha —le agradecimos con la cabeza y nos dirigimos hacia donde nos había dicho.
Mi corazón latía cada vez más rápido. Una mujer con una panza de unos cuantos meses pasó frente a nosotros. ______ me miró y no pude evitar sonreír. Llegamos a la puerta dicha y toqué con dos suaves golpes.
—Pase —se escuchó la voz desde adentro. Abrimos la puerta y entramos. Una mujer de más de 40 años estaba sentada en una silla. Levantó la cabeza y nos miró —Bien, vamos a hacerlo rápido y nos sacaremos la duda enseguida —nos dijo y nos hizo sentarnos.
Dos minutos más tarde a ______ ya le había sacado la sangre y la habían mandado a analizar como ‘urgencia’ al laboratorio. En unos minutos el resultado ya estaría listo.
—¿Y bien, como están? —nos preguntó la doctora.
—Bien —dije con un tono algo irónico. La mujer sonrió.
—Te ves nervioso —me dijo. Asentí y tomé la mano de ______.
—Mucho —aseguré. La puerta sonó y una enfermera entró.
—Ya están los resultados —dijo y le entregó un sobre a la doctora.
En ese mismo momento mi mundo se detuvo por completo.
—¿Tom? —su voz llegó a mis oídos como si estuviera lejos.
—Dime que es una broma —le pedí.
—¿Cómo crees que voy a bromear con algo así? —me dijo y la miré —Por favor, Tom. Necesito que estés tranquilo.
—¿Cómo es posible, ______? —dije nervioso —Nos cuidamos, siempre que estuvimos juntos nos cuidamos.
—Lo se, lo se. Por eso tienes que estar tranquilo… No creo que esté embarazada, es literalmente imposible —dijo no muy convencida.
—¿Y si lo estas? —le pregunté.
Ella me miró fijo y entonces sus vidriosos ojos soltaron las lágrimas que habían acumulado. La tomé de la nuca y la acerqué a mí. Ella escondió su rostro en mi pecho.
—Tranquila, mi amor, no llores —le susurré al oído.
—Aaay, Tom, tengo mucho miedo. No sé que voy a hacer si es que… estoy embarazada ¿Cómo voy a hacer para tener un bebe a los 19 años?
—Como ‘vamos’ a hacer —la corregí —No estás sola, mi amor, yo estoy contigo. Si es que estás embarazada vamos a salir adelante. Estaremos bien.
—Pensé que te ibas a poner como loco —dijo mientras se alejaba de mi pecho y con sus manos secaba sus lágrimas.
—Estoy como loco… pero no voy a perder el control hasta no estar seguros. ¿Cuánto tienes de atraso? —le pregunté y acaricié su mejilla.
Me di cuenta de que mi mano temblaba levemente ¡Por dios, esto es una locura!
—Una semana —dijo. Asentí y respiré profundamente.
—¿Vamos a hacerte un test? —le dije. Ella negó con la cabeza.
—Yo creo que lo mejor y lo más seguro es un análisis de sangre —me dijo —Tengo una amiga que la madre es Ginecologa. Hablé con ella ayer y hoy a la tarde iré a verla.
—Iremos juntos —dije y me puse de pie. La ayudé a levantarse y al instante la abracé contra mí. Ella me apretó como si su vida dependiera de eso. Cerré los ojos y traté de demostrarle que todo estaba bien —Iremos juntos… —volví a repetir.
Ella asintió y se quedó pegada a mí. Estuvimos así por unos cuantos minutos, no sé exactamente cuantos. Me alejé de ella y tomé su rostro con mis manos. Me acerqué más y la besé despacio.
—Gracias —me dijo cuando me alejé.
—¿Por qué? —le pregunté.
—Por estar aquí —susurró.
—Estamos juntos en esto y en todo —le dejé bien claro.
Ella asintió y la besé cortamente. Tomándola de la mano caminamos de nuevo hacia la Universidad.
El almuerzo había terminado y con ello la clase de derecho comenzó. Me senté despacio al lado de Georg. Mi cabeza estaba completamente colapsada.
Si ______ llega a estar embarazada mi vida va a cambiar extremadamente. ¿Qué sucede si de verdad lo está? Eso significaría que voy a tener un hijo. Un hijo…
—Oye, ¿Qué te pasa? —me preguntó mi amigo. Lo miré.
—Nada, ¿Por qué? —dije reaccionando rápidamente.
—Estás como pálido —dijo él.
Mi mirada se posó en ______. Ella jugaba nerviosa con el lápiz que tenía en la mano. Está pensando en lo mismo que yo. Volví a mirar a Georg.
—Nada — ‘solo que mi novia tiene un atraso’ —Estoy bien.
—¿Seguro? —preguntó.
—Si, hermano —palmeé su hombro y volví a mirar al frente.
Lo más seguro es que ella no esté embarazada. Nos cuidamos, siempre nos cuidamos.
Pero ¿Qué pasa si en algún momento la protección falló? ¿Y si no es solo una falsa alarma? ¿Qué voy a hacer si ______ está embarazada?
Por dios, quiero gritar. Pero tengo que estar tranquilo, tranquilo. Nada es seguro… solo necesitamos ir y sacarnos la duda. Solo eso, solo eso…
El resto del día se me pasó interminable. Mi cabeza no dejaba de sacar teorías sin sentido y mi corazón se sentía cada vez más acelerado. Divisé a ______ en el estacionamiento y me acerqué a ella.
—¿Vamos? —le pregunté. Ella asintió —Pero iremos en tu auto mejor. Yo manejo ¿quieres?
Ella solo volvió a asentir. Tomé su mentón e hice que me mirara.
—Te amo —me dijo cuando sus ojos encontraron los míos.
—Yo también —le dije y besé su frente —Todo va a estar bien.
Nos subimos al auto y prendimos marcha. Habíamos decidido no decirle nada al resto del grupo. Estábamos seguros de que iban a ponerse como locos y lo mejor era no alarmarlos hasta estar seguros. ______ estaba demasiado callada y creo que más que nada asustada. La miré y ella miraba fijo al frente. Giró la cabeza y me miró.
—¿Crees que sea posible detenernos en un kiosco para comprar un chocolate? —me preguntó. Sonreí levemente —Tengo ganas de comer uno.
—¿Tienes un antojo? —dije sin dejar de sonreír.
—No seas tonto —dijo bajando la cabeza —Siempre quiero comer chocolate cuando estoy nerviosa. No es un antojo.
—Está bien, está bien —dije y detuve el auto en una esquina.
Bajé y me acerqué a la pequeña ventana que estaba allí.
—Papi, papi ¿me compras un dulce? —me giré a ver y un pequeño niño saltaba a mi lado.
Me paralicé y al instante un hombre lo alzó. Levanté la cabeza y lo miré.
—Debes aprender a esperar Steve, hay un chico antes que nosotros —le dijo él.
El niño me miró y sonrió mostrándome una sonrisa con falta de dientes.
—¿Qué necesita? —la voz de una mujer me sacó de la imagen del niño. La miré y asentí como un idiota.
—¿Algún chocolate? —le pregunté.
—Si, son estos de aquí —dijo ella mostrándome los que había.
Elegí el más grande y lo pagué. Comencé a caminar de nuevo hacia el auto.
—Adiós —escuché su pequeña voz. Me giré a verlo.
—Adiós —le dije y me subí. Sin decir nada le di el chocolate a ______ y volví a arrancar.
—¿Qué pasa? —me preguntó ella. La miré.
—Nada… imaginaciones que tiene mi cabeza —le dije.
Ella asintió y comenzó a comer su chocolate.
—¿Quieres un poco? —me preguntó.
—Si, por favor. Tengo antojo de comer un poco —ella rió por lo bajo y me dio un pedazo.
Unos minutos más tardes estábamos detenidos en el estacionamiento de una clínica. Respiré profundamente y me bajé del auto. ______ ya se había bajado unos segundos antes. Ella se acercó a mí y me dio la mano para comenzar a caminar.
Pronto llegamos al primer piso. Era una clínica grande, moderna y se veía muy lujosa. Nos acercamos a un mostrador. La chica que se encontraba allí nos miró.
—¿En qué puedo ayudarlos? —nos preguntó.
—Venimos a ver la doctora Molina… mi nombre es ______ Levine —le dijo ella. La chica miró su computadora y asintió.
—Si, la doctora la está esperando por el consultorio 5 —nos dijo —Pueden pasar por el pasillo a su derecha —le agradecimos con la cabeza y nos dirigimos hacia donde nos había dicho.
Mi corazón latía cada vez más rápido. Una mujer con una panza de unos cuantos meses pasó frente a nosotros. ______ me miró y no pude evitar sonreír. Llegamos a la puerta dicha y toqué con dos suaves golpes.
—Pase —se escuchó la voz desde adentro. Abrimos la puerta y entramos. Una mujer de más de 40 años estaba sentada en una silla. Levantó la cabeza y nos miró —Bien, vamos a hacerlo rápido y nos sacaremos la duda enseguida —nos dijo y nos hizo sentarnos.
Dos minutos más tarde a ______ ya le había sacado la sangre y la habían mandado a analizar como ‘urgencia’ al laboratorio. En unos minutos el resultado ya estaría listo.
—¿Y bien, como están? —nos preguntó la doctora.
—Bien —dije con un tono algo irónico. La mujer sonrió.
—Te ves nervioso —me dijo. Asentí y tomé la mano de ______.
—Mucho —aseguré. La puerta sonó y una enfermera entró.
—Ya están los resultados —dijo y le entregó un sobre a la doctora.
En ese mismo momento mi mundo se detuvo por completo.
CAPITULO # 59 (Fin
del maratom)
—Bueno, vamos a ver que dice —dijo la doctora y comenzó a abrir el sobre.
Cada pequeño sonido que hacía al abrirse llegaba con mucha intensidad a mis oídos. Respiré profundamente y solté el aire levemente.
—¿Y? —dijo nerviosa ______ mientras veía que la mujer leía.
Ella levantó la mirada hacia nosotros y su rostro no nos dijo nada. Es lo que más odio de los médicos. Nunca sabes lo que sus rostros te dicen.
—Felicidades —mi corazón se detuvo en es mismo momento —No estas embarazada.
Me apoyé pesadamente contra la silla.
—Pero… —dijo ______ y la miré —Tengo un atraso.
—Si —le dijo la mujer —Aquí me muestra que tienes una alteración hormonal… ¿has estado comiendo mal?
—Puede ser —susurró ella.
—Pueden estar tranquilos solo fue una falsa alarma —nos dijo.
—Gracias al cielo —suspiré.
______ se puso de pie y tomó sus cosas.
—Muchas gracias por atenderme en tu horario de trabajo y sin turno Mary —le dijo hablando rápido. La miré extrañado.
—No es nada linda. Cuando necesites me llamas de nuevo —le dijo.
______ asintió y sin decir nada salió de allí. Me puse rápidamente de pie y miré totalmente confundido hacia la puerta.
—Pero, ¿Qué pasó? —la pregunta salió de mi boca.
—Esta lastimada —me dijo la mujer. Me giré a verla.
—¿Qué? —le pregunté.
—A pesar de haber estado más asustada que contenta con la idea, ella había albergado muy en el fondo de su ser la idea de estar embarazada. A todas nos pasa… es como una sacudida de sentimientos y cuando sabes que no es cierto te sientes por un lado vacía y torpe. Así que corre a buscarla y dile que tú también albergaste la idea muy en fondo de ti —me dijo.
Asentí un tanto confundido y salí rápidamente de allí. Vi como la puerta del ascensor se cerraba. Busqué las escaleras de emergencia y comencé a bajar rápidamente. Llegué al estacionamiento y la divisé a punto de subirse al auto.
—¡______! —le grité.
Ella no se detuvo. Entonces corrí más rápido y la alcancé. La tomé del brazo y la jalé hacia mí.
—Déjame —susurró con un hilo de voz. La abracé contra mi pecho.
—Tonta —le dije y la apreté un poco más.
—Tú eres el tonto —dijo sin dejar de llorar, pero no se alejó de mí —Lo siento…
—No, no hermosa —la calmé y besé su cabeza —¿Por qué lo sientes?
—Soy una estúpida —musitó —Yo…
—¿Te habías ilusionado un poco? —le pregunté. Ella alejó su cabeza de mi pecho y me miró a los ojos. Levanté mi mano y sequé su rostro. Asintió levemente con la cabeza. Y en ese momento supe que yo también me había ilusionado. Cuando en el auto me había dicho que quería un chocolate la tonta idea de un antojo me hizo sentir muy bien —Yo también…
—¿Enserio? —preguntó mientras soltaba unas cuantas lágrimas más.
—Si —asentí con la cabeza —Pero no es el momento.
—Lo se —aseguró y ahora ella secó su rostro —De verdad lo siento.
—No mi vida, no lo sientas —le dije. Ella sonrió y me volvió a abrazar —¿Vamos?
Ella asintió y nos subimos al auto. Salimos de allí y comencé a manejar hacia la casa de ella. ______ estaba demasiado callada entonces me giré a verla y la encontré dormida. Sonreí levemente y estiré mi mano para acariciar su mejilla.
—Te prometo que vamos a tener muchos hijos —susurré —Cuando se de y vengas a decirme algún día que vamos a ser papás juro que vamos a ser muy felices.
—¿Lo prometes? —su voz adormilada llegó a mis oídos.
La miré y ella entreabrió sus ojos, con una pequeña sonrisa en los labios. No estaba totalmente dormida. Sonreí.
—Claro que te lo prometo mi amor.
—¿Estás seguro? —preguntó mientras se sentaba mejor en el asiento —Yo creo que si llegaras a ser padre te daría mucho miedo.
—Y claro que tendría miedo —me defendí —Pero sería muy feliz. Imagínate una personita tuya y mía. Eso sería grandioso. Él o ella sería más que perfecto. Con mis ojos, con tu sonrisa, con mi increíble personalidad.
Ella rió divertida.
—Por dios, ¿sería tan egocéntrico como tú?
—No es egocentrismo mi amor —le aseguré —No puedes negar que soy hermoso.
—Es cierto, no puedo negarlo.
—Y si fuera una niña —dije y la miré —Tendría esa belleza tuya que hace que cualquier hombre te quiera para él. Pero eso no pasaría porque antes de que algún mamarracho le ponga un dedo a una hija mía será hombre muerto.
—Tom —dijo divertida —Estás hablando como si eso fuera a pasar…
—Es que va a pasar mi amor —le dije y tomé su mano —Tú y yo vamos a tener un ejercito de bebes. Serán 24 o 25…
—¡Por dios! —dijo sin dejar de reí —¿Acaso crees que yo podría?
Asentí y me acerqué a besarla cortamente. Llegamos a la casa de ______ y nos bajamos. Entramos a su departamento y soltando un suspiro me tiré en el sillón y prendí la tele. Ella caminó hasta la cocina y escuché como abría la heladera.
—______ —llamé.
—¿Si? —preguntó ella.
—Ven aquí, amor —dije.
—Ahí voy —dijo y dos segundos después ella se acomodó a mi lado.
Apoyó su cabeza en mi pecho. Estaban dando una película en la tele, pero no le estaba prestando atención.
—Mi amor —la volví a llamar.
—¿Qué, cariño? —dijo sin levantar la cabeza de mi pecho.
—¿Crees que sea buena idea contarle a los chicos de esto… que pasó? —le pregunté.
Ella levantó la cabeza y apoyó su mentón en donde estaba antes su cabeza, para poder mirarme más cómodamente.
—Yo creo que no es necesario ¿Y tú? —me dijo.
—Yo también creo eso. Digamos que será nuestro secretito.
Ella asintió y se volvió a apoyar. La película comenzó a ponerse interesante.
Coloqué uno de mis brazos detrás de mi cabeza mientras que mi otra mano acariciaba y jugaba con el cabello de ______.
Ella acariciaba mi pecho con su uña y aquella sensación era de paz. Luego de varios minutos sentí que la respiración de mi novia se volvía más pausada y lenta. Se había quedado dormida. La acomodé mejor para poder mirarla a la cara. Su rostro curvaba una leve sonrisa. Se veía tan hermosa.
Mi celular comenzó a sonar me sobresalté y lo busqué rápidamente en mi bolsillo. Gracias a dios no despertó a ______.
—¿Hola? —dije al atender.
—¿Cómo estas hijo? —me preguntó.
—¿Qué quieres? —le dije sin rodeos.
—Tranquilo, no llamo para molestarte —dijo con un tono divertido —Solo quería decirte que necesito que mañana vengas a la fiesta que organiza la comisión de los negocios de Bynes S.A.
—¿Para qué me necesitas? Yo ya te dije que no quiero tener nada que ver con nada de eso. Simplemente no —le dije.
—Hay firmas tuyas en alguno de los contratos… solo necesito que hagas acto de presencia. Puedes traer a ______ —me dijo.
Arqueé una ceja y miré a ______ que seguía dormida sobre mí.
—¿Enserio? —le pregunté algo sorprendido.
—Si, ¿Por qué no?
—Bueno, voy a pensarlo y te llamo luego.
—Necesito que me lo confirmes ahora, por favor.
—Bueno, está bien. Ahí estaremos —dije y colgué.
Volví a mirar a ______. Su rostro aun tenía esa sonrisa de paz. Acaricie su mejilla y besé su frente. Me acomodé mejor en el sillón y cerré mis ojos para dormir un poco también.
Hi ... Bueno aqui estan los maratones ... En la
proxima publicacion pondre las historias opcionales y ya ustedes eligen ... Bueno sin mas que decir, nos vemos xD