lunes, 28 de octubre de 2013

Capitulo # 13

Subí al ascensor y marqué el piso 20. Como lo había previsto Lola no se había olvidado de mí, y al parecer se había emocionado mucho cuando le dijeron que yo estaba aquí. El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Salí y caminé por el pasillo, hasta llegar al lugar al que el otro día ______ me había traído. Lola estaba rodeaba de personas, a las cuales ella daba ordenes y pedía cosas. Se giró a verme.

—Tom, querido —dijo y se acercó a mí.

—Hola lola —le dije y cuando estuvo cerca besé su mano —¿Cómo estas?

—Atareada —me dijo y sonrió —¿Qué te trae por aquí? ______ llega dentro de media hora aproximadamente.

—No, no vine para ver a ______ —mentí más que descaradamente —¿Recuerdas que el otro día me dijiste algo de ser modelo y eso?

—¿No me digas que lo has pensado y vas modelar para mi? —dijo entusiasmada.

—Mmm, no en realidad… yo venía a pedirte que me des así algo… un trabajito como
ayudante o lo que sea. Pero creo que ser modelo —dije y fruncí el ceño —No es lo mío.

—Que lastima —dijo en un suspiro —Pero bueno, no importa. Voy a ayudarme. Tú me has caído bien, y eso que los amigos o novios de ______ nunca fueron de mi agrado.

—¿Longoria no lo es? —pregunté.

Ella arrugó la nariz mientras caminaba y me hacía una seña para que la siguiera.

—Para nada —aseguró —Ese niño es demasiado ******* para mi princesa. ______ necesita a un hombre inteligente, que le de seguridad. No a un imbécil posesivo y absorbente. Gracias a Dios ella reaccionó y lo dejó.

—Ya lo creo —susurré por lo bajo.

Llegamos a una pequeña oficina, estaba llena de fotos por todos lados y no pude evitar acercarme a una de ellas. La tomé y la miré. Era la foto de una niña de aproximadamente 7 u 8 años, tenía los ojos grandes y pestañas largas. Una sonrisa blanca y perfecta. Entonces me di cuenta de que era ella.

—¿No es hermosa? —me habló Lola mirando la foto que yo tenía en mis manos. Giré mi cabeza para mirarla —Siempre tuvo una particular forma de mirar, y de ser. Ahí tenía apenas 8 años y no sabes el carácter que tenía.

—Aun lo tiene —le aseguré. Gina rió por lo bajo.

—Si, ______ es una chica increíble —dijo orgullosa —Y no lo digo solo por ser su madre. Ella es decidida y dulce. Es testaruda y sensible. Delante de mí, siempre pone una especie de escudo o barrera, pero siempre termina dándome lo que le pido. No puedo quejarme de ella —suspiró y luego me miró —Pero ya, volvamos al tema importante. ¿Qué quieres hacer aquí?

—No se, tú dime —le dije.

—Bueno, puedes ser mi ayudante. Los que tengo son un poco tontos…

—Perfecto —aseguré.

—Tendrás un sueldo y trabajaras solamente los sábados por la tarde. ¿Te parece bien de 2 a 5 de la tarde?

—Me parece estupendo —le dije.

—Entonces, bienvenido a las agencias de modelaje Levine —dijo y estiró su mano para que yo la tomara. Así lo hice y salimos de allí para acercarnos a donde estaba todo el mundo.

Mi primer encargo fue ir a apurar a las modelos, y eso fue increíble. Creo que no puede haber mejor trabajo que este para un hombre. Luego fui enviado a planta baja en busca de unos papeles importantes.

—¿Puedes darme los papeles de Lola? —le pregunté a la chica de recepción.

—Enseguida —me dijo y me dejó solo mientras iba por ellos.

—¡Buenos días a todos! —escuché su voz y me giré a verla.

Estaba llena de cosas y caminaba con prisa, al parecer estaba llegando tarde. Vi como desaparecía detrás de uno de los ascensores, y no puedo esperar a ver su rostro, cuando sepa que yo estoy trabajando aquí…

—Aquí tienes —me habló, sacándome de mis pensamientos.

—Muchas gracias, linda —le dije y me fui de allí para ir en busca de un poco de diversión.

Subí al ascensor y no pude evitar sentirme emocionado por llegar al piso 20 y ver la cara de ______. Las puertas se abrieron y caminé hacia donde estaban todos.

—¡Ahí lo tienes! —lola le dijo a ______ y ella se giró a verme.

Sus ojos se abrieron como platos y pensé que su mandíbula iba a llegar a tocar el suelo. Se acercó a mí y me miró fijo.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó nerviosa.

—Hola, ¿no? Buenos días cariño, que yo sepa no dormimos juntos anoche —le dije.

—¡Contesta mi pregunta! —exigió. Sonreí levemente.

—Aquí trabajo —dije con suavidad y estiré mi brazo para darle el sobre a lola.
—¡No estoy para bromas,!Kaulitz ¡Dime que haces aquí!

—No estoy bromeando, cariño. De verdad trabajo aquí.

Ella se giró a ver a su madre. Lola asintió con la cabeza, y la morena volvió a mirarme.

—No, no tú estas jugando conmigo —dijo riendo nerviosamente —¡Dolores! —la llamó, está se acercó a nosotros.

—¿Qué sucede hija? —le preguntó.

—Dime que no es verdad —le dijo sin dejar de mirarme.

—¿Qué no es verdad que? —dijo ella.

—Que él esta trabajando aquí —dijo nerviosa.

—Si, si es verdad. Tom es mi nuevo ayudante.

—¡Esto es increíble! —elevó su voz haciendo que todos se giraran a verla —¡Me rehúso a trabajar con este individuo en este lugar!

—¿Por qué? —le pregunté.

—¿Qué quieres? ¿Qué es lo que estas buscando? —me preguntó.

—Nada —dije haciéndome el inocente —¿Acaso no puedo buscar un empleo para los fines de semana?

—¡No, no puedes! —me aclaró nerviosa. Giró para mirar a su madre —¡No voy a trabajar con él aquí! ¡Quiero que se vaya!

—No, Tom no se va a ir —le aclaró su madre, sin dejar de mirar al frente, en donde le estaban haciendo unas indicaciones o algo por el estilo.

—¿A no? ¡Entonces me voy yo! —dijo la morena, y se dispuso a irse.

—¡______ Levine! —la llamó con firmeza. ______ detuvo su paso y se giró a verla. Lola la miró fijo —Soy tu madre y me debes respeto... también soy tu jefa y por eso haces lo que yo quiero, cuando yo quiera.

—¿Puedo solicitar un ascenso? Me gustaría ser su jefe —dije. Gina rió por lo bajo, pero a la morena no le causó ninguna gracia.

Soltó un enojado suspiró y se acercó de nuevo a donde estaba su madre, yo solo me encargué de observarla.

—¿Están listas? —preguntó ______ a las modelos que estaban frente a ella, mientras ella se acomodaba detrás de la cámara.

Lola se acercó a mí y miró a su hija, como yo lo hacía. La morena comenzó a sacar fotos y a dar instrucciones.

—Es tan irritante a veces —me habló su madre. Sonreí levemente —Piensa que todo lo que hago es para perjudicarla o en su contra.

—Así son todas las hijas —le dije. Ella suspiró.

—Ya lo creo —dijo. Un hombre alto se acercó a nosotros y le pidió a Lola poder hablar en privado. La madre de la morena asintió y se fue con él.

Volví mi vista a ______, ella miraba las fotos que acaba de sacar. Con cuidado me acerqué.

—Lindas fotos —le dije. Ella giró la cabeza para mirarme con recelo —¿Estas enojada?

—No para nada, estoy muy feliz, no tengo problemas —dijo con toda la ironía del mundo.

—No tienes porque estar enojada, cariño —le hablé y ella volvió su vista al frente —Yo no quiero que estés enojada conmigo, solo vine porque de verdad necesito el trabajo.

Me volvió a mirar con esa mirada asesina y cortante. Ella no creía ni una sola de las palabras que yo le estaba diciendo. Una nerviosa Dolores salió de la pequeña oficina con aquel hombre detrás. ______ la miró y se acercó a ella.

—¿Qué sucede? —le preguntó ella a su madre. Lola miraba a su alrededor, como buscando una solución a su problema. Me miró a mí y miró a ______. Volvió a mirar a su alrededor.

—Mamá, ¿Qué pasa? —dijo algo nerviosa ______.

—______ —le dijo a su hija —Ve a cambiarte y ven para hacer unas fotos con Tom.

Mis ojos se abrieron bien, al igual que los ojos de ______.

—¿Qué? ¡¿Estas loca?! —le preguntó sin poder creerlo.

—Si es así la cosa, creo que no voy a poder negarme —dije sonriendo levemente.
______ me miró asesinamente.

—¡No soy una de tus estúpidas muñecas de plástico! —chilló ______.

—Por favor hija —le dijo desesperada acercándose a ella —Los modelos que encargué no han llegado, y si no hacemos ya mismo esa sesión, la marca va a dejarme.

—Pero, ¿Acaso no tienes millones de modelos aquí? —dijo nerviosa.

—No me sirven, ¡Ninguna me sirve! —miró a su alrededor decepcionada —¡Por favor ______, hazlo por mi!

Vi la desesperación de la morena por decirle a su madre un rotundo NO, pero como Gina me había dicho, ella iba a terminar aceptando. Soltó un leve suspiro.

—Está bien —le dijo.

Dolores sonrió emocionada y abrazó con fuerza a su hija. La soltó y se acercó a mí.

—¿Lo harás, verdad? —me preguntó.

—Claro que si, jefa —dije divertido.

—Muchas gracias, de verdad —dijo. Se alejó de nosotros para dar las indicaciones. ______ se giró a verme, estaba algo roja por el enojo.

—Llegas a propasarte, y te arrepentirás —me susurró. Un montón de gente entró al lugar para comenzar a preparar todo. Me llevaron a una pequeña habitación, en donde me dieron unos cuantos pantalones de jean. Miré la marca. Levi’s. De verdad está mujer se maneja con marcas importantes. Me sentaron en una silla y comenzaron a despeinar más mi cabello. Lo secaron y quedó como si recién me hubiese levantado. Gina entró.

—¡Eso es! Así esta perfecto, un look rebelde —dijo y me miró —De verdad muchas gracias, Tom.

—No, no es nada —le dije.

—Tienes un tatuaje —dijo asombrada mirando el omóplato izquierdo de mi espalda.

Me giré a verla.

—Si, me lo hice hace bastante —dije.

—Eso aporta más rebeldía al look —dijo divertida.

—No se si me saldrá —admití.

—Será fácil, ______ sabe sobre esto. Cuando era más chica la obligué a hacer un curso de modelaje.

—¿La obligaste?

—Si —dijo asintiendo —No quería saber nada sobre aquello, pero como yo sabía que alguna vez la iba a necesitar, lo hice. Bueno, cuando estés listo, sal.

Se fue dejándome solo. Me puse los pantalones y me quedé sin playera. Yo se que cuando la morena me vea, no va a poder creerlo. Salí y todas las mujeres del lugar se giraron a verme. Gina sonrió, y me hizo una seña para que me acercara a ella. Vi como comenzaban a cuchichear y a mirarme acosadoramente.

—Vas a provocar que todas mueran de un infarto —me habló mi jefa.

—No es mi intención —dije orgulloso de mi mismo —¿Dónde esta ______?

—¡Odio estos malditos pantalones! —entró ella quejándose. Traté de no parecer cautivado, pero era casi imposible. Ella traía un pequeño pantalón de jean, que se ajustaba perfectamente a sus piernas. Su pelo estaba desordenado como el mío, como si recién se hubiese despertado. Y solo llevaba puesto un sostén negro, en la parte de arriba. Sus marrones ojos se clavaron en los míos, y dejó de caminar. Sacudió su cabeza y miró de nuevo a su madre.

—¿Por qué odias los pantalones hija? —le preguntó Dolores.

—¡Mira como me hace el trasero! —dijo y se giró para mostrárselo.

—Muy bonito, es redondito —le dije. Me miró furiosa.

—Tom tiene razón, ______. Tu trasero está bien —le habló Doloores.

—¡Mamá no tengo el tamaño suficiente para ser modelo!

—Eso es mentira —le dije—Tu trasero es el más lindo que he visto aquí, hasta ahora.

—No estaba hablando de mi trasero, Kaulitz—me dijo seria —¡Miren como me queda esto!

Levantó una de sus piernas y el pantalón quedaba un poco colgando. Dolores mandó a buscar un par de zapatos con tacón. Los trajeron y el problema fue solucionado.

—No vas a encontrar alguna excusa para no hacerlo, hija mía —le aclaró. ______ le sacó la lengua cuando está no la estaba viendo —Ahora vayan allí —nos dijo.

Caminamos hasta el centro del lugar. Las luces blancas nos iluminaban —Ahora, se acercan. -______ miró fijo a su madre, y luego giró hacia mí.


—Juro que vas a arrepentirte de esto Kaulitz —me amenazó.

viernes, 25 de octubre de 2013

Capitulo # 12

Escuché como reía divertida y me reí en mi fuero interno.

—¿Qué es tan gracioso? —le pregunté.

—Tú lo eres —me dijo entre una risa —Juro que nunca en mi vida había conocido a alguien tan, pero tan…

—¿Lindo?

—Tan…

—¿Hermoso?

—Egocéntrico —afirmó.

—¿Lo soy?

—No sabes cuanto.

—Yo no diría egocéntrico —dije y me acosté en el sillón poniendo mi brazo libre detrás de mi cabeza —Más bien tengo un muy buen autoestima.

—Y una gran facilidad de palabra.

—Eso es una virtud.

—Ya lo creo, ya lo creo —dijo divertida —¿A que se debe tu llamada?

—Quería cerciorarme de mi teoría —le dije. La escuché comer algo —¿Estás comiendo?

—Si —dijo con la boca llena —Helado.

—¿A esta hora?

—Es rutina —aclaró —Siempre antes de dormir miró alguna película con un bote de helado en la mano. Y si la película es de amor, un paquete de pañuelos desechable.

—¿Lloras?

—Y si —dijo y soltó un suspiro —Hay películas que son… muy lindas.

Guardó silencio por varios segundos, y yo también lo hice. Solo escuchaba su leve respiración.

—¿Mañana haces algo?

—No lo se, quizás vaya a trabajar. Tengo que sacar las fotos del mes. Y debo ver a Bill…

—¿Qué? —pregunté al escuchar su nombre.

—Si, mañana iré a verlo a la tarde. Está engripado, y le prometí que iría a verlo.

—Aja, ahora también eres enfermera.

—No lo soy, pero debo admitir que soy muy buena cuidando gente.

—¿Y que pasó con el tema del otro día?

—Ya lo olvidé, además de que me pidió perdón.

—Perdonas fácil —le dije.

—No, soy bastante rencorosa. Pero cuando su perdón viene de corazón, si lo hago.

Escuché como bostezaba.

—¿Tienes sueño? —pregunté.

—Ahora si —dijo en medio de un bostezo —Bueno Kaulitz, me voy a dormir. Te veo el lunes. Adiós.

Colgó el teléfono dejándome con la palabra en la boca. Te veo el lunes.¡*******! Tendré que darles a esos dos perros sus 400 dólares.¡Dios! ¿Por qué tienes que ponerme a una difícil en el camino? ¿Acaso no soy un buen cristiano? Me puse de pie y caminé hasta mi habitación. Me saqué aquel molesto traje y me puse cómodo para dormir. Me acosté en la cama mirando fijamente al techo.

—¿Playa o montaña? —pregunté.

—Depende —contestó.

—¿De que?

—¿Esa es otra pregunta? —preguntó.

—¿La vas a contar como pregunta? —le dije. Sonrió.

—Si —dijo asintiendo.

—Eres tramposa.

—Depende de la persona con la que vaya. Si estoy con amigas, prefiero ir a la playa. Y si estoy con alguien especial, preferiría ir a la montaña.

—¿Por qué?

—Van cuatro, señor Kaulitz.

—Lo se, lo se. Pero prefiero saber.

—Lo mejor de tener frío, es poder entrar en calor.

Sonreí levemente al recordar su interesante respuesta. Cerré los ojos e intenté dormir.
Me desperté por un terrible sonido que vibraba y sonaba al lado de mi oreja. Gruñí frustrado y giré sobre el colchón para tomarlo. Lo acerqué a mi oído.

—¿Hola? —dije con voz rasposa ya que recién me despertaba.

—Suripanta, ¿estabas durmiendo? —me preguntó él.

—¿Y tú que crees Gustav?

—Lo siento, lo siento —se disculpó —No pensé que estarías dormido a estas horas.

—¿Qué hora es? —le pregunté, mientras me sentaba en la cama.

—Son las 12 —dijo.

—¿Las 12?

—Si, si y no digas que eso es temprano, porque no lo es. Mueve tu maldito trasero y ven a abrirnos la puerta, que el maldito café me esta quemando las manos —me dijo Georg.

—¡Ya voy! —me quejé y colgué el teléfono.

Me puse de pie y salí de la habitación, caminé por el pasillo y llegué a la puerta. La abrí y ellos dos estaban allí parados. Giré y volví a caminar hasta la habitación, me volví a tirar en la cama.

—¡Oye! ¿Dónde están las tazas? —me preguntó desde la cocina Georg.

—¡Por ahí! —le respondí cerrando de nuevo mis ojos.

Escuché como la puerta se volvió a abrir, de seguro esa era Rose. Mi nana.
Rose me cuida desde que tengo memoria, y es la que se encarga de mantener limpio mi departamento los fines de semana.

—Buen día muchachos —escuché su dulce voz.

—Hola Rose, ¿Cómo estas? —le preguntó Gustav.

—Bien pequeño —le contestó ella —¿Quieren que les prepare el desayuno?

—Si, por favor —imploró Georg.

—¿Dónde está Tom? —escuché que preguntaba por mi.

—Nos abrió la puerta y volvió a acostarse —me acusó Gustav.

—¡Tomas! ¡Levántate ahora mismo! —me llamó por mi sobrenombre, y solo lo hacía cuando elevaba la voz conmigo. Sino siempre era su pequeño Tom.

Sin abrir los ojos me puse de pie y bostezando salí de la habitación. Un olor a medialunas recién hechas entró por mi nariz. Me acerque hasta Rose y la abrace por la espalda.

—Buen día, nana —le dije y besé su cabeza.

—Buenas tardes diría yo —me reprochó, mientras yo saludaba con un apretón de manos a mis amigos, y me sentaba en la mesada frente a ella.

—No es tan tarde —dije mirando el reloj, que apenas marcaba las 12:20 del medio día.
Ayer me había costado dormir, más de lo que deseaba pensando en… ella. Tomé una de las medialunas que mi nana había traído y le di un mordisco. Ella me miró.

—¿Te has lavado la cara? —me preguntó. Negué con la cabeza —¡Ni siquiera has entrado al baño Tomas Kaulitz! Ahora mismo, ve…!

—Bueno —dije con la boca llena y me puse de pie para ir al baño. Escuché como esos dos se reían por lo bajo —Ustedes, vengan.

Miraron a Rose y luego me miraron a mí, caminé y me siguieron. Entré al baño y ellos dos se apoyaron en la puerta, mientras veían como me lavaba la cara y los dientes.

—¿Cómo te fue ayer? —me preguntó Georg

—Igual que siempre —contesté —Solo gente importante y aburrida…

El sonido de su risa, retumbo en mi cabeza.

—¿No había nada interesante, nada… apetecible?

—Ah si —hablé haciéndome el que recién lo recordaba —Me encontré con ______.

—¿Con ______? —dijo asombrado Gustav.

—¿Y que pasó? —dijo Listing.

—Nada, solo hablamos un poco… Es una chica muy inteligente, a comparación con todas aquellas mujeres de la Universidad, ella si tiene temas del cual hablar.

Salí del baño y me dirigí a mi habitación. Ellos entraron detrás de mí, busqué una cosa y me giré a verlos. Estiré mi mano y les entregué dinero. Ambos fruncieron el ceño, y Georg lo tomó con cuidado.

—¿Qué es esto? —me preguntó Georg.

—Dinero —le dije.

—Ya lo se, pero ¿para que nos das esto? —preguntó de nuevo él, mientras Gustav tomaba la plata y la contaba.

—Aquí hay 1000 dólares —aseguró al instante Gustav.

—Repártanlos entre los dos —les dije y miré sus rostros desconcertados —Ahí esta el dinero de algunas cosas que les debía y de…

Dejé de hablar, ya que me costaba admitir aquello.

—Espera un segundo —me detuvo Georg —¿Aquí están los 400 dólares de la apuesta que hicimos por ______, verdad?

—Si —dije por lo bajo.

—¿Pero si la apuesta caducaba el lunes? —dijo Gustav y me miró —Oh, ya se… Ya sabes de ante mano que no vas a poder con ella.

Lo miré exasperado. Ellos dos rieron y chocaron sus manos para luego guardar el dinero en sus billeteras.

—¿Qué pasó Kaulitz? —me habló Georg con una enorme sonrisa —¿La chica es más complicada de lo que creías?

—Es más inteligente de lo creía —le aclaré.

Salimos del cuarto y nos acercamos a Rose que ya tenía todo el desayuno preparado. Nos sentamos en la mesada y ella nos puso una taza de café a cada uno.

—¿Quién es ______? —preguntó. La miré mientras tomaba café.

—Una chica de la Universidad —le contestó Georg.
—Nada importante —agregué.

—¿Apostaste algo por ella? —me dijo mirándome fijo.

—Si —miré a mis amigos, que solo miraban para otro lado —Pero… aposté que ella no tenía novio, y si lo tiene.

—Por lo que sea, sabes que no es correcto apostar… vas a volverte un jugador compulsivo —dijo ella.

—Nana, me conoces y sabes que no sería capaz. Es solo algo entre nosotros.

—Si Rose, tranquila… no dejaremos que el pequeño Tom se vuelva un adicto al juego —la consoló Gustav.

Terminamos de desayunar y me fui a bañar, mientras Georg y Gustav se quedaron en la cocina ayudando a Rose. Me di una refrescante ducha y me cambié, rápidamente. Algo cayó al suelo, me agaché a ver y era mi celular. Lo tomé.

—No lo se, quizás vaya a trabajar. Tengo que sacar las fotos del mes. Y debo ver a Bill…

Hoy iría a lo de su madre para hacer las fotos del mes…

—Oye niño, podías ser un muy buen modelo…

Las palabras de lola llegaron a mi cabeza. ¡Oh, ya se! Iré a verla para que me de trabajo allí y de paso podré ver a la morena en su lugar de trabajo.Salí de la habitación y miré la hora. Ya eran la 1 de la tarde, tenía que darme prisa.

—¿Qué haremos hoy? —me preguntó Gustav

—No se ustedes, pero yo tengo que ir a un lugar —le dije mientras tomaba las llaves de mi moto.

—¿Nos vas a dejar? —dijo Georg.

—Si mi vida —dije burlonamente, como si le estuviera hablando a una chica —Tengo otras cosas que hacer…

—No seas ******* —me amenazó.

—Ya, ya —dije divertido —A la noche los veo, y vamos al bar a jugar un poco…
—Está bien suripanta —me dijo Gustav —Ve a hacer travesuras…

Me acerqué a Rose y besé su cabeza.

—Adiós nana.

—Adiós pequeño, cuídate —me dijo.

—Siempre lo hago —dije y salí de allí.

Busqué mi moto y me subí en ella para ir a aquel lindo lugar, en busca de un poco de diversión. Llegué más rápido de lo que esperaba, me bajé y caminé hasta dentro. La mujer de recepción me miró bien, y su boca quedó como abierta.¿Lo ven? ¿Ven lo que causo en cada lugar al que entro?

—Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarte? —me preguntó.

Me quité mis anteojos de aviador, y la miré con una pequeña sonrisa.

—Necesito ver a la señora DoloresLevine —le dije.

—¿Tienes una cita? —dijo.


—Linda, no necesito citas para ver a Lola —dije con toda la confianza del mundo —Levanta ese teléfono y dile que soy Tom, el amigo de su hija.