Dejé
escapar el humo de mi boca, estaba exasperado de todo. Miré a mí alrededor.
Estaba solo, sentado bajo el viejo árbol del jardín de la Universidad. El
recuerdo de mi madre aun no salía de mi cabeza, desde ayer que no se va.
—Te
juro que voy a matarla si no haces lo que te digo. A tu madre se la tengo
jurada… -
Sus palabras llenaron mi cabeza. Él era un cobarde, un canalla. ¡Y maldita sea! Me tenía agarrado de las pelotas.
Sus palabras llenaron mi cabeza. Él era un cobarde, un canalla. ¡Y maldita sea! Me tenía agarrado de las pelotas.
Sacudí mi cabeza para tratar de pensar en otra cosa y volví a absorber el humo de mi cigarrillo. Esta vez me había ausentado de la clase de contaduría. Georg y Gustav habían decidido quedarse ya que les gustaba la profesora. Una mujer de unos 30 años que estaba como quería. Pero juro que hoy no tenía ganas de babearme como esos dos. Miré mi reloj mientras apagaba el tabaco contra el césped. Faltaban 15 minutos para que la hora terminara y el receso del almuerzo comenzara. Tenía hambre…
—¡Ya
no se que es lo que quieres, papá! —escuché como hablaba nerviosa. Me incliné y
la vi parada a unos metros hablando por teléfono —¡Vine a la maldita
Universidad que querías! ¡Estoy haciendo las malditas cosas que quieres que
haga! ¡¿Qué más quieres?! —preguntó histérica —¡Sabes donde puedes meterte el
dinero! ¿Verdad? ¡Vete al demonio! —le gritó y colgó. Tiró el celular con
fuerza hacia mi dirección.
Antes
de que me viera volví a mi posición normal. Tomé el pequeño aparatito que, a
pesar de la fuerza con la que fue arrojado, no sufrió ningún daño. Me puse de pie y salí detrás del árbol. Ella
me miró sorprendida. Me acerqué y estiré mi mano para entregarle su teléfono.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó y tomó su celular.
—Fumaba
y me escapaba de la clase de contaduría —le dije.
Una
silenciosa lágrima cayó por su mejilla. Rápidamente levantó su mano y la secó
para no mostrar debilidad delante de mí. Tomé su mentón con mi mano e hice que me mirara. Sus ojos
estaban llenos de lágrimas, que no estaban dispuestas a salir.
—¿Y
tú? —le pregunté.
—Lo
mismo... menos fumar, no fumo —dijo rápidamente.
—Perdona
si soy metido, pero ¿Con quien discutías? —pregunté.
Ya
sabía que estaba discutiendo con su padre, pero quería escucharla.
—Con
mi padre —dijo en un susurró —Pero no tiene importancia, ya esta.
—¿Te
estaba amenazando con que iba a desheredarte, si no haces lo que él quiere? —le
pregunté.
Sus
ojos se clavaron en los míos. Aun sostenía su mentón con mi mano.
—Si
—musitó apenas —Siempre es lo mismo.
—Te
entiendo, a mi también me pasa —le dije.
Que
buena forma de llegar a ella, para así poder ir más allá de un simple beso. Una
parte de mí rió por dentro al sentirse ganador de unos 400 dólares. Que mejor
que comprender sus problemas, sus vivencias y luego curar sus angustias con un
poco de sexo. Sentí como se alejaba de mi agarre y me concentré en mirarla.
—¿No tienes demasiadas faltas, como para estar aquí? —me preguntó.
—No
me preocupo por ello, cuando haya un examen estudio —dije y comencé a caminar a
su lado.
—Que
fácil que es la vida para ti —dijo y miró la pantalla de su teléfono para
cerciorarse de que no tenía ningún daño a causa de la caída.
—No
diría fácil, trato de no hacerla complicada —le contesté.
—Ojala
yo pudiera pensar igual que tú.
—Pensamos
muy parecido, cariño.
Me
miró de costado entregándome una mirada asesina ante mi forma de decirle.
Sonreí de costado y enfrenté su despectiva mirada.
—No
me llames cariño.
—¿Por
qué?
—Porque
me haces sentir como las chicas con las que seguramente sales.
—Podrías
ser una de ellas…
—No,
gracias —dijo divertidamente sarcástica —Jamás me metería contigo.
—¿A
no? Dime las razones.
—¿Hace
falta? —preguntó. Asentí con cabeza —Veamos…. A leguas se nota que eres un Don
Juan, creo que no tenemos la misma visión del mundo. Tampoco creo que
compartamos gustos musicales, por lo que escuche. Y tampoco algún interés
social. Eres blanco, yo soy negro. Tú eres si, yo soy no. Hasta podría decirte
que tú eres calor y yo soy frío.
—Mmm,
me ves caliente.
—No
en el sentido que estas pensando —dijo y soltó una leve risa.
—Así
que dirías que somos totalmente opuestos.
—Exacto.
—Por
algo dicen que los opuestos se atraen. Si pasara algo entre nosotros, se que el
mundo estallaría.
—Ay,
y ahora sales con tu parte poética. Eres tan predecible. Con razón tienes a
todas esas huecas a tus pies. Un par de palabras bonitas, y la noche asegurada
¿No es cierto? -¡Diablos! Va a costarme esta morena. Pero no estoy dispuesto a
perder 400 dólares.
—De
algo hay que vivir —me disculpé.
—Eso
es cierto —dijo embozando una sonrisa.
—¿Ves?
—le dije. Se giró a verme —No todas son diferencias entre nosotros.
—Puede
ser, pero no interesa. Aunque fueras igual a mí, no me metería contigo.
—¿Qué
es Longoria de ti? —la pregunta salió sin permiso de mi garganta.
—¿Billito?
—dijo mirándome. Asentí. Mi repentino interés por saber me tomó totalmente por
sorpresa —Es mi ex.
—Diablos…
—susurré.
—¿Por
qué? —me preguntó.
Llegamos
a la cafetería. Aun faltaban 5 minutos para que todo el mundo saliera a almorzar.
Ella se acercó a la mujer de la cafetería y con una leve sonrisa le pidió una
manzana. La tomó y nos sentamos en una de las mesas.
—¿Y
porque es tu ex?
—Larga
historia —dijo simplemente.
—¿Aun
lo amas?
—Nunca
lo ame —le dio un fresco mordisco a su manzana. Me hizo desear ser aquel fruto.
—¿A
no?
—No
—dijo algo pensativa —Si lo quise mucho, y aun lo quiero. Pero lo que se dice
amor, no.
—¿Por
qué terminaron?
Me
miró divertida y volvió a morder su manzana. Estiró su brazo para colocar el fruto
prohibido frente a mi boca. Lo miré y luego la miré a ella. Abrí mi boca y mordí.
Buena forma de jugar a ‘A ver quien seduce más de los dos’
—Larga historia —volvió a decirme.
El
timbre sonó y en menos de un minuto todo el mundo estaba allí.
—¿No
vas a contarme? —le pregunté.
—¿Para
que quieres saber? —dijo mientras terminaba de tragar un pedazo de manzana.
Relamió sus labios para juntar el juego del mismo. Y de verdad deseé ser ese
jugo.
—¿Y
porque no puedo saberlo? —contesté con otra pregunta. Ella sonrió
suspicazmente.
—Porque
no es de tu incumbencia.
Georg
y Gustav se acercaron a nosotros, sentándose cada uno en una silla.
—Muero
de hambre —habló Gustav.
—¿Quieren que vaya por algo para comer? —preguntó amable la morena. Georg le sonrió tiernamente.
—¿Serías tan amable? —dijo Listing.
—Claro que si —respondió ella y fue en busca del almuerzo
Giré
mi cabeza para observar a Georg.
—¿Qué te sucede? —le pregunté asustado —Me parece que de verdad te gusta.
—No
—dijo divertido —No voy a negarte que esta muy buena, pero juro que la veo como
a una hermana. Es así como muy tierna, no es mi tipo…
—¿Qué
estaban haciendo? —me preguntó.
—Hablábamos
—dije simplemente.
—¿De que?
—De
la vida —mentí.
Si
ellos se enteraban de que Bill era el ex de ______, no pararían de refregarme
que él, seguramente, ya se la ha llevado a la cama. Ella llegó con la bandeja, con tres hamburguesas. La
colocó en el medio.
—Gracias ______ —dijo Gustav y tomó una con la mano.
—Pueden decirme ______.
—¿Y
para ti? —le pregunté al ver que no había más comida en el pato.
—No
como carne —sentenció. Sonreí divertido.
—¡______!
—escuchamos como la llamaban.
Los
cuatro nos giramos a ver y era Bill quien lo hacia.
—Ahora
vuelvo —dijo y se dirigió hacia él.
Volví
mi mirada a los muchachos.
—¿Sabes
de donde se conocen? —preguntó Georg.
—No
tengo ni la más pálida idea —volví a mentir. Georg miró con preocupación en la
dirección en la que se había dirigido la morena —¿Qué sucede? —le pregunté.
—Mira
—me dijo.
Giré
mi cabeza y él la estaba sujetando con fuerza de uno de sus brazos, parecía que
estaban discutiendo pues ella intentaba soltarse mientras le decía cosas
nerviosamente. Vimos como Bill recibía una cachetada de su parte, giró para
verla luego del golpe y la tomó de ambos brazos… Infeliz. Me puse de pie y rápidamente me acerque a
ellos.
—Será mejor que la sueltes Longoria —le hablé. Se giró a verme. Ella me miró algo sorprendida.
—Esto no es asunto tuyo Kaulitz. Esto es entre ella y yo —me dijo, conteniendo lo más que podía su enojo.
—Pues me parece que necesitas aprender a tratar a una dama —dije y miré el agarre que él estaba ejerciendo en sus brazos. Iba a quedarle la marca si no la soltaba.
—Yo
la trato como se me da la gana.
Varios
recuerdos vinieron a mi cabeza.
—¡Suéltame
Jorg!
—¡Cállate!
¡Eres una ramera!
—Me
estas lastimando, ¡Suéltame! Tom puede escuchar…
—¡Que escuche! Así de una buena vez se hace hombre.
—¡Apenas
tiene 9 años Jorg! ¡Suéltame!
—¡Esto
va a enseñarte que aquí mando yo!
—¡Suéltala!
—dije elevando la voz. Aquella escena atormentaba mis pensamientos.
Bruscamente la soltó.
Bruscamente la soltó.
—¿Qué
vas a hacer si no la suelto? ¿Eh?
Apreté
mis labios y uno de mis puños se cerró. Miré su rostro y la viva imagen de mi
padre apareció ante mí. Hice lo que tenía ganas de hacer desde ayer en la
noche.
Dejé que todo el peso de mi cuerpo cayera sobre él en forma de golpe sobre su cara. Longoria cayó al suelo.
—No, no —dijo nerviosa ella parándose frente a mí, mientras él se ponía de pie.
Dejé que todo el peso de mi cuerpo cayera sobre él en forma de golpe sobre su cara. Longoria cayó al suelo.
—No, no —dijo nerviosa ella parándose frente a mí, mientras él se ponía de pie.
El muy animal iba a ser capaz de tirarse sobre mí con ella en el medio, así que con cuidado la corrí hacia un costado. Longoria se abalanzó sobre mí y comenzamos a pelear. Todo el mundo se concentró alrededor nuestro. Podía sentir el odio corriendo por mis venas, no soportaba esa situación. Nunca pude soportarla…
—¡Sepárenlos!
—escuché la voz afligida de ______.
Sentí
el agarre de alguien que me alejaba de aquel animal.
—¡Suéltame
Gustav! —grité e intenté soltarme —¡Voy a acabar con él!
—¡Eso
esta por verse! —siguió desafiándome él mientras uno de sus amigos lo atajaba.
Otra
vez intenté soltarme, pero… sentí unas pequeñas manos apoyarse en mi pecho.
Bajé la mirada y ella estaba frente a mí. Su mirada chocolate logró calmarme un
poco. Mi pecho se elevaba agitado, mi rabia era incontenible.
—Tranquilo…
—susurró.
—¡¿Qué
sucede aquí?! —preguntó el Rector abriendo paso entre la gente para llegar a
nosotros. Nos miró consecutivamente a Bill y a mí —Otra vez tú Kaulitz.
HI!! bueno aqui esta el nuevo caps ... una disculpa por no
haber agregado pero no tenia internet en mi casa es mas NO tengo internet
ahorita en mi casa y aparte ando reducida de dinero ya que el sabado hace 8
dias me compraron un libro con el que estaba encaprichada "50 Sombras Mas
Oscuras de Grey" *-* y MIERDA vale la pena no tener dinero por el momento
... es el mejor libro e historia que mas me ha traumado, obsecionado y debo
decir que estoy enamorada de Cristhian Grey *-* yo amarlo muchoooooooo!!!
jajajaja ... por eso no habia agregado en ninguna de las paginas pero aqui esta
el caps ahora que tengo internet gratis de la casa de mi prima y que ella me da
gratis :) bueno sin mas que decir me despido y espero que les guste el Caps ...
ADIOS :D
Ohh Virgi esta buenizimaaaa!! Pense q Bill era todo un caballero y lindoo.. Me encanta demasiado tus fics.. Las amoo siguelaas prontoo porfaa..
ResponderEliminarCuidate bye :)