sábado, 16 de noviembre de 2013

Capitulos de Maratom

Capitulo # 30

¡Es que no es posible! ¡Ni siquiera se giró a verme cuando coqueteaba descaradamente delante de ella con alguna de las otras del lugar! Al parecer de verdad… de verdad ya no le importo ni en lo más mínimo. Llegué a mi casa y me tiré exhausto en mi lindo sillón, había ido a la oficina de David y se me había hecho tarde allí. Tomé el control y prendí la tele.

—Conquístala, llevándole música a la puerta de su casa. Estamos completamente seguros de que caerá rendida a tus pies.

No puedo creer que la tele me acabara de decir eso. Era como… una sugerencia. Pero... ¿de donde voy a sacar yo músicos a estas horas y un lunes? Mirna se acercó a mí y se sentó a mi lado.

—¿Qué te pasa? —me preguntó.

—No te importa, ocultadora de información —le dije resentido.

—Si lo dices por _______, de verdad te digo que no se que le pasa. Te juro que hoy le pregunte, y me dijo que de verdad ya no quiere tener nada que ver contigo, y que si para hacer eso tendría que dejar de hablarte y mirarte, pues que estaba dispuesta a hacerlo.

—¿Me hablas enserio? —dije sin poder creerlo.

—Eso me dijo ella —aseguró.

—Tengo que irme —dije y me puse de pie —No me esperes despierta…

Corrí hasta el baño duché, me cambié y salí de mi casa lo más rápido que pude. Ya eran las 12 de la noche y si seguía perdiendo mi tiempo iba a llegar más tarde aun.

—¿Están listos? —les pregunté. Todos ellos asintieron. Había estado casi 2 horas buscando músicos y les había ofrecido el doble de lo que cobraban para que vinieran conmigo —Cuando escuchen un regaño, luego de eso… comienzan a tocar.

Todos volvieron a asentir. Los hice subir en el ascensor y nos bajamos en el piso 6.
Yo ya había encontrado la forma de entrar al edificio sin que nadie me abriera con la llave. Eso se llama ser un genio. Les hice un gesto para que se quedaran escondidos del lado de los ascensores, mientras yo iba hacia la puerta. Me acomodé bien y respiré profundamente. Mi plan de arrepentimiento y conquista comenzaba aquí. Toqué el timbre, y luego miré mi reloj. Maldije por lo bajo al darme cuenta de que ya eran las dos de la mañana. Pero ya estaba jugado, no iba a irme hasta que me atendiera… Volví a tocar, ya que nadie contestaba. Volví a hacerlo dos veces más.

—¡Ya va, maldita sea! —la escuché gritar desde adentro.

Eso, para nada, pero para nada, es un buen comienzo. La puerta se abrió y su pequeña figura estaba metida dentro de un sexy camisón, le llegaba hasta por apenas arriba de las rodillas. Tenía el pelo todo desordenado y una cara de dormida terrible. Sus ojos se abrieron bien.

—¡Grítame, aviéntame con lo que quieras, golpéame, ódiame, pero ya no me ignores! Me estas acabando —le dije antes de que me pudiera decir algo.

—No puedo creerlo —habló ella —¡Son las dos de la mañana Kaulitz, estaba durmiendo! ¿No pudiste decirme esto mañana en la Universidad?

La música comenzó a sonar y ella frunció el ceño. Yo sonreí para mi mismo. Ella clavó sus ojos en mí.

—Te traje música —le hablé. Me miró frustrada.

—A veces de verdad me parece que te esfuerzas en ser intolerable, ¿Acaso lo quieres convertir en un deporte? —me preguntó —Tengo vecinos…

—No lo hice con malas intenciones —me disculpé poniendo mi mejor cara de niño bueno.

Ella soltó un suspiro y me miró.

—Dile a los músicos que se vayan, y entra. Así terminamos enserio con esto —me dijo y entró a su departamento. Me di vuelta e hice mi mejor gesto de ‘victoria’ Fui hasta donde estaban los muchachos y los despaché, lo más rápido que pude. Volví y subí. La puerta estaba abierta. Entré y ella estaba haciendo algo en su pequeña cocina. Me acerqué y me miró.

—Eres tremendo, ¿sabes? —me dijo. Sonreí levemente.

—Algo tenía que hacer para que me hablaras, ya no… no podía aguantar tu… soberbia.

—¿Mi soberbia? ¿Me estas llamando soberbia? —preguntó clavando su chocolate mirada en mí.

—Si cariño, eres muy, pero muy soberbia…

—Solo con la gente que lo merece, y creo que tú lo mereces —dijo. Se acercó a mí y me entregó un vaso de jugo. La miré y miré el vaso.

—¿No tienes algo más… fuerte?

—¿Alcohol?

—Podría ser —dije.

—No, yo no voy a darte alcohol —me dijo.

—Vamos, no seas miedosa, tomemos un poco… para entrar en confianza.

—Yo no quiero entrar en confianza contigo —me aseguró.

—¿Qué pasó? ¿Qué hice de malo para que hoy me ignoraras completamente? —le pregunté.

Me miró fijo y se alejó de mí, se agachó a buscar algo debajo de una de las mesadas. Me quedó al frente una linda vista de su trasero al estar agachada. Tragué saliva sonoramente… hace tanto, para mi gusto, que no estoy con una. Mucho menos una así, como ella.

—Si, aquí hay algo —dijo y se incorporó.

—¿Qué es?

—Vodka.

—Mmm, amo el vodka.

—Eres un asqueroso y repugnante alcohólico.

—Y con orgullo.

Negó con la cabeza y se acercó a mí para agarrar mi vaso y llenarlo con aquel espeso líquido transparente. Cuando lo llenó, la miré y lo tomé de un trago. Ella me miró bien.

—Por dios, eres un loco —aseguró. Reí por lo bajo y volví a llenar el vaso.

—Deberías probarlo —le dije.

—No, no. Ni loca —me dijo. Alcé el brazo hasta sus ojos y lo acerqué un poco ella —No, no voy a tomar eso…

—Vamos vegetarianita, nada va a pasarte. Además de que esto no viene de ningún animal. No te va a venir nada mal tomar un poco…

Mordió sus labios y miró el vaso, para luego mirarme a mí. Pude leer en sus ojos, el debate que estaba dentro de su cabeza. Se preguntaba porque me había dejado entrar, y porque estaba planteándose tomar aquello. Levantó su mano y tomó el vaso.
Reí divertido al ver la expresión de su cara cuando el líquido entraba en su boca. Lo alejó y un poco de vodka se escurrió por sus labios. Cerró los ojos con fuerza y respiró profundamente.

—Esto… esto es un asco —dijo cuando al fin pudo hablar.

—Claro, como si nunca hubieses tomado alcohol —dije negando con la cabeza levemente.

—Si, si tome alcohol en mi vida… pero nunca esto —me dijo —Es horrible.

—Pero no sabes lo bien que te hace —dije divertido. Nos sentamos en el sillón frente a la tele y ella la prendió, como queriendo estar con alguien más que conmigo sola en su casa.

La miré y tomé un poco más de la botella para luego pasársela.

—¿Acaso quieres embriagarte? —me preguntó.

—¿Por qué no? —le dije. Ella tomó la botella y bebió un largo trago. Reí cuando lo alejó de ella y volvió a fruncir el ceño —Ya te esta gustando, ¿verdad?

—Es horrible —dijo y rió —Pero… se vuelve… adictivo.

—Como todas las cosas que dan placer —acoté y la miré fijo.

Ella apartó la mirada de mí y dirigió su vista al frente.

—¿Sabes? Nunca te pregunte sobre tu color favorito —me dijo. La miré extrañado.

—¿Quieres saberlo? —le pregunté.

—Si, ¿Por qué no?

—Me gusta mucho el rojo… es un color lindo, fuerte…

—Apasionado —agregó ella y tomó un poco de vodka. Sonreí sin que me viera.

—¿Y tú color favorito?

—No tengo un color favorito… me gustan todos los colores.

—Oh, eres una chica multi-color

Ella rió divertida y la miré divertido.

—Que palabra más tonta…

—Demasiado diría yo —dije sin dejar de reír.

—¿Celtics o Lakers? —me dijo. La miré como si eso fuera obvio.

—Lakers, eso no se pregunta.

—Tenía mis dudas, eres medio extraño…

—¿Enserio lo crees? —ella negó divertida y mordió sus labios.

—Mmm, ¿Qué más puedo preguntarte? Tus defectos, dime tus defectos… No, ya se todos tus defectos. Mejor tus virtudes… No, también las se —dijo divertida.

—Ya se, yo digo tus defectos y virtudes, y tú dices las mías —le dije.

—De acuerdo —me dijo. Asentí y la miré fijo. Era mejor que ella comenzara.

—Comienza tú —dije.

—Bueno, primero diré tus defectos. Eres impulsivo, cínico, irrespetuoso algunas veces, mujeriego, egocéntrico, narcisista, vicioso, ninfomano —dijo todo de corrido y sin respirar. La miré realmente divertido.

—Ahora yo —dije calmando mi risa —Tú eres soberbia, testaruda, terca, mal pensada, irracional y muy, muy vengativa.

—¿Yo soy mal pensada? —dijo sin poder creerlo.

—Muy mal pensada —dije divertido —Ahora di mis virtudes…

Se quedó callada mirándome fijo. Tal vez no quería decir mis virtudes.

—Bueno no tienes muchas virtudes… Bueno si tienes varias virtudes —dijo bajando la mirada.

—Anda, dímelas —le dije queriendo escuchar aquello.

—Tú… tú eres sincero, directo, apasionado, tierno, divertido, inteligente… y eres un chico bastante guapo —dijo despacio y sin mirarme.

—¿Bastante guapo? Yo diría completamente guapo —le dije, ella rió por lo bajo.

—Pero ahora me toca a mí. Resumiendo... tú eres un amor, te podría comer a mordiscos. Pero si de verdad quieres saberlo eres... hermosa, dulce, inteligente, muy inteligente, centrada, con convicciones inamovibles, simpática, divertida. Pero sobre todo, eres la cosa más sexy que yo haya visto jamás…

—Me falto decir que eres muuuuuuy mentiroso—agregó.

—Y tú muy desconfiada —le dije.

—Y tú muy tonto…

—Y tú muy loca…

—¿Quieres pelar?

—Inténtalo —la desafié.

—Tú inténtalo —me dijo mirándome fijamente.

—No, yo te reté primero…

—Me tienes miedo… Cobarde.

—La cobarde eres tú, tú eres la que siempre está huyendo de mí —negó con la cabeza
—Si, no te hagas la tonta. Sabes de qué hablo.

—Yo huyo de tu intento de abuso.

—¿Yo quiero abusar de ti?

—Si, si quieres —me dijo.

—Si, si quiero, ¿Y que? —pregunté mirándola fijo.

—Ya basta —dijo —Creo que si seguimos así vamos a terminar por agarrarnos a los golpes.

—¿Para luego reconciliarnos? Yo creo que no tendría ningún problema…

—Tom… —dijo con tono de advertencia.

—¿Qué? Es la verdad cariño, como tú misma dijiste soy muy directo.

—Creo que ese tuve que ponerlo como defecto, no como virtud.

—Te encanta que yo sea así, admítelo…

Seguimos hablando mientras sin darnos cuenta tomábamos vodka, como si fuera agua. Siempre se podía hablar con ella de lo que fuera, porque es una mujer inteligente, la cual tiene criterio y decisión. Hasta comenzamos a hablar de fútbol. Tomé la botella y volví a tomar un largo trago. Ya no quemaba como al principio, y podía decirse que el alcohol en sangre que yo tenía ya era el de un ebrio. _______ no dejaba de reír, hasta cuando estábamos callados reía. Me quitó la botella de la mano.

—Dame eso acá —dijo y bebió haciendo que otra vez se le derramara por los labios. Rió divertida y se limpió la boca —Tengo un secreto para contarte —habló en voz más baja como si alguien pudiera escucharla. Me acerqué un poco más a ella —Pero no se lo digas a nadie…

—Te lo prometo —le dije y tomé un poco más.

—¿Me lo juras?

—Te lo juro cariño —levanté mi mano en forma de juramento.

—Es sobre Bill —susurró. Reí por lo bajo.

—¿Long?

—Si – dijo asintiendo.

—¿Qué pasa con Longoria? —le pregunté.

—No era nada bueno en la cama.

Ella comenzó a reír y yo también me uní a su risa.

—¿Me estas hablando enserio? —le pregunté.

—Muy enserio —dijo divertida —Yo tenía que fingir.

—¿Le fingías?

—Si —dijo y tomó un poco más de vodka para volver a hablar —Sino el pobre iba a sentirse muy mal.

—Ni para darle placer a una mujer es bueno el infeliz —hablé entre risas.

Ella dejó de reír y me miró fijo. Volvió a tomar de la botella, y luego miró la hora en un reloj.

—Son las 3 de la mañana Kaulitz, creo que es hora de que te vayas —se puso de pie, pero al instante se tambaleó y cayó sobre mí. Comenzó a reír divertida.

—Creo que no puedes pararte —le dije divertido.

Se incorporó y se sentó derecha sobre mi regazo.

—¿Estas insinuando que estoy ebria? —me preguntó.

—No lo se, tú dime.

—Lo que yo te digo es que…

No pude aguantarme más y le levanté la cabeza para tomar sus labios. Su inmediata respuesta me confundió. Se acercó más a mí, cuando coloqué una de mis manos alrededor de su cintura. Su lengua se mezclo con la mía y el sabor de su boca era una mezcla paradisíaca de alcohol y su propio sabor. Era dulce, y adictivo. Llevó sus manos a mi nuca y el beso se volvió más profundo. Como cada vez que la besaba, mis ojos estaban totalmente cerrados y disfrutando de ello como el resto de mí. Resbalé mis labios por su mentón y bajé a su cuello. Me sorprendió que ella no se alejara o dijera algo para alejarse. De seguro era el alcohol, el bendito alcohol… Gimió levemente y eso fue como apretar el acelerador en mí y no sacar el pie de allí. Desesperado volví a su boca. Mordió suavemente mi labio superior y luego se alejó para mordisquear mi mandíbula, hasta mi oreja.

—Diablos… —musité apenas audible. Ella iba a volverme loco, completamente loco. La alejé de mí y me puse de pie. Ella me miró sorprendida —Estas ebria ______, mejor te llevo a dormir.

Ella se puso de pie y tambaleándose se acercó hasta mí.

—No estoy tan ebria, como para no recordarlo mañana. Pero ni tan sobria, como para dejar que mi orgullo detenga mis actos —dijo algo agitada. Su mirada estaba llena de deseo.

—Estoy tan ebrio como para pasar por alto el que mañana estarás arrepentida, pero tan sobrio y conciente como para hacer que no lo olvides nunca.

—Entonces, hagámoslo cariño —me dijo levantando sus brazos al tiempo que yo me acercaba a ella y la tomaba de la cintura para acercarla de nuevo a mí.

Sus brazos cayeron pesados sobre mis hombros, y se colgó de mí mientras nuestras bocas se fundían en un caliente beso. Sin dejar de besarnos comencé a caminar a ciegas. Algunos tropezones, unas risitas de su parte, hasta que chocamos contra una fría mesa de mármol. ______ soltó agitada mis labios, mientras que yo la subía a la mesa justo frente a mí. Abrí sus piernas y paré en medio de ellas. Volví a tomar sus labios, mientras mis manos acarician su cuerpo sobre el fino camisón.

—No sabes, no tienes ni la menor idea de cuanto yo te deseo —le susurré al oído mientras comenzaba a besar su cuello otra vez —Siempre he sido un firme creyente de vivir el momento. En tomar lo que quiero cuando lo deseo. Y ahora mismo, ______, yo te deseo. Quiero saborear cada centímetro de tu cuerpo. Sentir tu respiración sobre mi cuello mientras te hago mía. Explorar con mi lengua cada parte de ti hasta que me ruegues que me detenga.

—No voy a rogarte que te detengas —dijo agitada y divertida —Esta noche, has conmigo lo que quieras. Al diablo con el moralismo…

—Amén —dije y volví a sus labios.

—Amén, amén —musitó apenas audible.

Bajé mis manos hasta el borde de su camisón. Con cuidado acaricie sus muslos y su piel estaba tan caliente como yo este momento por ella. Sus manos estaban en mi nuca y acariciaban mis cabellos en forma de provocación. Sentí como sus manos resbalaban hacia delante y comenzaban a bajar por mi pecho, mientras nuestras bocas no cesaban. Alejándome apenas para respirar, la acerqué más a mí, logrando más espacio entres sus piernas. Sin ningún problema la tomé en brazos y la subí sobre mi abdomen. Sentí como sus piernas se cerraban a mí alrededor. Gruñí levemente al sentir, como desesperada intentaba quitarme la remera de encima.

—Ahí, contra ahí. Así puedo… quitarte esto —habló entre dientes trabajosamente.
Me reí ante su apabullante suplica.

—¿Estas caliente, cariño? —pregunté agitado, mientras caminaba con ella encima hasta una de las paredes que estaba casi vacía.

—¿Tú que crees? —susurró y clavó sus ojos en los míos —Yo también puedo ser una sexo-dependiente como tú, y más si hace tiempo que no lo tengo…

—Juro que voy a encargarme de que lo disfrutes, lo juro…

Gimió cuando la apoyé contra la pared y hundí mis labios en su garganta. Mordisqueé la delicada piel de su cuello, hasta llegar a su oreja. Su respiración caliente caía sobre mi oreja y nuca. Como había deseado esto, por dios. Yo ya no podía esperar para subir a aquella cama y hacerla mía, como tantas veces quise. Me moví levemente contra ella, haciendo que se sobresaltara y me apretara con fuerza. Recargando su peso contra la padre, me alejó un poco de ella y con una profunda mirada, se deshizo sin ningún problema de mi remera. Volvió a acercarse para tomar mi boca. Volví a caminar a ciegas, pero por un mal movimiento, y estar tan inmerso en aquello caímos sobre una mullida alfombra. Ella quedó sobre mí, pero aun así nuestras bocas no se alejaron ni lo más mínimo. Se alejó de mis labios y comenzó a bajar su boca y lengua por mi cuello, y siguió bajando hasta mi pecho.

—Demonios… —escuché su ahogada voz sobre los músculos de mi abdomen —Estas más bueno que comer un pote de chocolate derretido con el dedo…

Reí entré dientes y me senté para sentarla sobre mí y besar su boca. La tomé de la nuca y la acerqué más a mí, como si eso de verdad fuera posible. Sus firmes pechos estaban apretados contra mi pecho, debajo de ese lindo camisón y cubiertos por un sostén. Ella tenía una forma tan especial de besar, una forma única y extremadamente caliente. Se alejó apenas de mis labios y abrí mis ojos para mirarla. Ella me miraba fijo…

—No vas a detenerme, ¿verdad? Estoy desesperado, ______. Hace semanas que no lo hago y estoy por volverme loco… loco —le expliqué agitado mientras veía su forma de mirarme.

Sus labios se curvaron levemente, para formar una misteriosa sonrisa. Tomó una de mis manos y la dirigió a uno de sus pechos. Me hizo recorrer su cuerpo desde allí, hasta la curva de su trasero.

—¿Desesperado? —preguntó. Tragué sonoramente.

—Muy desesperado —le aseguré.

—¿Y que pasó con tus conquistas?

No podía decirle que no había podido acostarme con ninguna de ellas porque siempre que lo estaba por hacer, su rostro me aparecía para atormentarme y alejarme de cada una de ellas.

—Ellas no me excitan —dije.

Su suave mano acarició mi pecho y subió hasta mi hombro. Se acercó un poco más a mí y comenzó a pasar su lengua por el costado de mi mandíbula. Gruñí al sentir el calor de sus piernas alrededor mío.

—¿Yo te excito? —preguntó alejándose un poco.

Ella quería saber aquello, ella necesitaba saberlo.

—No te das una idea de cuanto.

—¿Entonces, qué estas esperando para subir las escaleras y terminar en aquella cama?

—Estaba esperando a que me dieras el permiso —dije con una pequeña sonrisa.

Sin ningún problema me puse de pie con ella encima. Mi cabeza dio vueltas al sentir como se envolvía alrededor mío otra vez. El calor de sus muslos internos, quemaron mi cintura en tanto sentía su humedad contra mi estómago. Comencé a subir las pequeñas escaleras en forma de caracol que daban a aquel pequeño altillo, que contenía una gran cama, un enorme televisor y el placard en la pared. Esa era su habitación, y podías obtener vista de ella desde la sala. Regresando a su boca, mezclé mi lengua con la suya y mordí con cuidado su labio. Susurró algo que no logré entender, pero me dio tanto placer. Al fin llegamos allí arriba. Mis manos sostenían con firmeza su trasero, para que pudiera mantenerse sobre mí.

—Voy a devorarte, ______ —le dije con voz ronca.

—Esa idea me tiene loca…

—No más que a mí…

Caminé un poco más hasta que mis pasos se vieron interrumpidos por una pared. Ella gimió, cuando por causa de la pared, posé mi hinchada erección contra la parte de ella en la que ya no podía esperar para enterrarme.

—Oh, dios —dijo en un leve gemido. Probé la calidez de su boca y escuché sus susurros de placer. Movió sus manos desde mi nuca, a través de mi espalda, hasta encontrar la bragueta de mi pantalón. Echándome hacia atrás ligeramente, observé su cara.

—Ya no puedo esperar a que lo hagas… Hazlo porque voy a volverme loca —me dijo agitada.

Entonces la bestia que estaba dentro de mí, pareció salir descontrolado. La apreté más contra la pared y la besé profundamente. Casi salvajemente le arranqué la tanga que tenía debajo de ese camisón. Ese camisón que aun cubría su cuerpo. Pero no quería sacárselo todavía, me gustaba verla con eso puesto. Metí mis manos entre nosotros y terminé de desabrochar los botones que ella ya había empezado…

—Espera, espera —me dijo. La miré fijo —Póntelo primero, sabes de lo que te estoy hablando…

—No se donde está —dije totalmente desesperado.

—No voy a hacerlo, hasta que lo tengas —susurró.

Toqué los bolsillos traseros de mi pantalón y agradecí a Dios encontrarlo allí. Ella se rió entre dientes. Se bajó de mí, para que yo pudiera ponérmelo, y mientras yo lo hacia ella acariciaba mis cabellos.

—Tú eres un tramposo y manipulador… Sabías que iba a pasar esto, lo sabías y viniste a… a enloquecerme…

—Shhhhhh —le dije y la volví a alzar.

—Pero…

Y cuando sus piernas se abrieron a mí alrededor, me hundí el ella. Gimió exaltada y se aferro con fuerza a mi espalda. Me quedé quieto, sintiendo como sus muslos internos me rodeaban más y más. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, y vueltas. Mi rostro estaba escondido en su cuello. Subí mis manos por el costado de sus piernas, alzando un poco más su camisón. Comencé a moverme despacio. Ella boqueó y se arqueó hacia mí.

—Oh, ______… —su nombre salió ronco de mi garganta al sentir el placer de estar dentro de ella. Mis ojos se cerraron y gruñí profundamente. Comencé a moverme un poco más, quería sentirla, necesitaba sentirla.

—Tom… —mi nombre salió agitado de sus labios.

Entonces me alejé de su cuello y tomé su boca. Gimió un poco más fuerte que antes y sus manos apretaron mis hombros. Era tan erótico sentirla de esa forma. Ella estaba completamente vestida, y yo solo tenía puestos mis pantalones. Me alejé apenas de su boca para poder respirar.

—Di que deseabas esto tanto como yo —le dije sin dejar de moverme dentro de ella. Alcé una de mis manos y tomé uno de sus pechos, para acariciarlo sobre la ropa.

—Yo… yo lo deseaba tanto —dijo entre dientes.

Sonreí agitado y capturé sus labios de nuevo. De una manera inexplicable me deshice de su camisón, y al instante de su sostén. Ahora estaba al descubierto para mí. Sus manos se movían suaves por mi espalda, y su respiración caliente caía sobre mi boca. La apreté más contra la pared, haciendo que sus piernas se abrieran un poco más a mí.
Mordió sus labios y cerró sus ojos. Mis caderas no dejaban de empujar en su interior, y no iban a dejar de hacerlo hasta obtener lo que quería de ella. Su boca busco la mía y sus labios tomaron despacio los míos. Me estremecí dentro de ella. Sus manos subieron por mi espalda hasta mi rostro. Acaricio mis mejillas, y secó el sudor de mi frente. Sus gestos me confundieron, y su forma de tocarme más aun. Se alejó de mis labios y levantó un poco su rostro para besar mi nariz. Mis labios quedaron quietos sobre su mentón.

—¿Tú solo viniste por placer aquí? —me preguntó agitada.

Capitulo # 31

Me alejé un poco de ella para mirarla a los ojos. No podía responderle eso… porque ni yo se porque vine a buscarla. Mi incliné hacia ella y capturé sus labios en un acalorado beso. Entonces me moví más rápido, haciendo que los gemidos salieran repetidas veces de su boca, que caían sobre la mía. Ella intentaba hablar, pero el aire apenas le alcanzaba para respirar. Gruñí profundamente, cuando ella se abrazó más a mí y sentí como su cuerpo se consumía en un mar de placer, mientras se corría por mí.
Un gemido estremecedor abarcó cada rincón de la casa, y llenó de un agudo placer cada parte de mí. Me quedé quieto esperando que su respiración se calmara y que su cuerpo se relajara. Llevé mis labios a los suyos y los rocé suavemente.

—Quiero más —habló con la voz cortada. Sonreí levemente.

—Claro que si cariño, aun no he terminado contigo —le dije.

 Me alejé de la pared con ella y la dejé caer sobre la cama. Terminé de quitarme lo que quedaba de ropa sobre mí, y me acosté sobre ella, sintiendo cada centímetro de su fina y suave piel contra la mía. Un suave suspiró salió de sus labios y su cuerpo se amoldó al mío.  Antes de enterrarme de nuevo en ella, quería saborear un poco de esa dorada piel que me traía loco desde hacía varias semanas. Besé sus labios levemente, y con cuidado bajé mi boca hasta su mentón. Sentí una de sus manos sobre el lugar en donde estaba mi tatuaje, sus dedos lo marcaron suave, y recorrieron cada línea que sobresalía del dibujo. Sonreí por lo bajo al recordar sus palabras aquella noche después de lo de Susan.

—Oye —le hablé en voz baja y comencé a bajar mi boca por su cuello, la mordisqueé suavemente, haciendo que su respiración se comenzara a agitar.

—¿Si? —susurró.

—Yo se que no lo recuerdas, pero la noche en la que te emborrachaste en lo de Susan, cuando estábamos en casa y yo te llevaba a la habitación, me dijiste algunas cosas.

—Si las recuerdo —musitó y me alejé de su cuello para mirarla a los ojos. Una sonrisa perversa se curvó en sus labios —Recordé lo que pasó después de irme de tu casa —sonreí y volví a bajar mi boca a su cuello, su mano seguía acariciando mi tatuaje. Subí hasta su oreja —Quiero lamer tu tatuaje, Tom…

La piel de mi nuca se erizó y saboreé sus palabras casi tanto como lo estaba haciendo con ella.

—Lamento decirte que vas a tener que quedarte con las ganas, porque esta noche yo voy a ser el único que va a saborear aquí… —ella rió por lo bajo —Eres tan suave, ______ —le dije mientras seguía mordisqueando la delicada piel de su cuello.

—Y tú eres tan…

 —¿Tan que? —pregunté mientras descendía sobre ella y besaba el espacio suave que había entre su cuello y sus pechos.

—Eres tan fuerte… y tan salvaje… como me tientas —respondió.

 Seguí bajando hasta encontrarme con dos hinchados pechos. Abrí mi boca y con cuidado tomé uno de ellos. Ella se arqueó hacia mí y su mano derecha se enterró en mis cabellos. Suspiré al sentir su pezón bajo mi lengua.

—Dios, Kaulitz—gimió mientras seguía jugando con su pezón.

—Me enloquece que me llames así, cariño —le dije mientras dirigía mi boca al otro. Rió pícaramente

—Kaulitz —dijo mientras su mano acariciaba mis cabellos.

Sonreí divertido, seguí bajando por su suave vientre, ganándome caricias y algunas perversas palabras de su parte, y volví a subir a sus pechos. Su mano me llevó hasta su boca en donde recibí un apasionado beso, su lengua buscó la mía y jugó con ella. Gemí sobre sus labios y la besé más aun. Rocé con mi mano la curva de su cadera, seguí bajando por su muslo suave, seguí bajando hasta que pude tocar la parte que más ardientemente deseaba de ella. Ella gimió y tembló mientras cuidadosamente separaba sus piernas y atormentaba su hendidura. Oh sí, yo quería esto de ella. Quería ver su cabeza contra las almohadas y oír mi nombre salir de su boca cuando se corriera por mí otra vez. Sus manos se posaron en mis hombros y me apretó con fuerza, mientras mis dedos la acariciaban. Me separé de su boca y la miré fijo a los ojos. Esos ojos profundos, cautivantes, que con una sola mirada te sacan todo el aire. Ella alzó la cabeza y mordisqueó mi mentón y mandíbula. Necesito decirle algo, pero no sé que.

—¿Qué quieres decirme Tom? —preguntó como si estuviera leyendo mi cabeza.

 Ella seguía besando mi mentón y cuello. Subí mi mano por su cintura, acariciándola delicadamente. Tragué saliva… no puedo decir aquello, no sé que pasa conmigo.

—Te deseo y mucho —dije lo primero que se me vino a la cabeza.

 Se alejó de mi mentón y clavó su mirada en la mía, como si estuviera tratando de leer lo que pienso.

—Bésame —me ordenó.

 Bajé mi rostro hacia ella y capturé sus labios. Pero esta vez su beso no es apasionado… es un beso suave, lento… dulce. Confundió aun más mis pensamientos y me hizo reprocharme el estar aquí. Pero no, no puedo arrepentirme de esto, esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo he deseado desde que posé mis ojos en ella y al fin lo estoy teniendo. Incapaz de esperar un poco más le abrí más las piernas y me volví a hundir en ella. ______ arqueó la espalda arrastrándome más profundo en su interior y gimió llenándome de más placer. Yo no puedo entender como ella lo hace, pero con cada segundo me enloquece aun más. Me senté sobre mis piernas y empujé más mis caderas. Y así me deslicé en ella, lentamente, profundamente. Era un ritmo arrollador que la hizo contorsionarse ante el intenso placer de mis íntimas caricias. Ella clavó sus ojos en mí, mientras respiraba por la boca trabajosamente.

—Eres tan bella —murmuré, meciendo mis caderas contra las de ella y empujándome en su interior aún más profundo y más duro. La tomé de las caderas y la acerqué más a mí.

—Tú también —me dijo agarrándome las rodillas.

 Acaricié su suave vientre y también sus piernas. ¡Oh ella me daba tanto placer! Juro que he tenido sexo más veces de la que puedo contar, pero había algo nuevo en esto, algo fresco y distinto a todo. Ella agarró con fuerza las sabanas y mordió sus labios al sentir que otro orgasmo la invadía. Yo sonreí agitadamente y me moví más dentro de ella. Gruñí ante el sonido de su éxtasis mientras su cuerpo se aferraba al mío. Gimiendo mi nombre se estiró y me arrastró encima de su cuerpo. Luego hizo la cosa más extraña de todas… acarició con su nariz mi cuello y mi cara, dejando caer suaves y mojados besos por mi hombro y mi mejilla. Me congelé.

—Nunca había sentido nada mejor que tú llenándome —me confesó débil.

—Nunca había sentido nada mejor que estar dentro de ti —me forcé a decirle.

 Aunque de verdad no debí decirle eso… aunque fuera realmente cierto. Sus brazos me mantuvieron apretado contra ella, mientras envolvía sus piernas alrededor de mis caderas. La ternura de su toque y sus acciones me punzaron, haciendo que me tensara aun más. Mis caderas seguían empujando dentro de ella, mientras sus manos acariciaban mi piel. Era como si realmente yo le importara, como si yo significara algo para ella. Como si ella me… me quisiera… Apenas podía respirar. Por primera vez en mi vida sentía que estaba teniendo algo más que sexo… No, no, eso no era así. Yo estaba teniendo sexo. Sexo increíblemente genial, pero nada más que sexo. Sexo. Simple. Primitivo. Básico. Elemental. Cerrando los ojos, inspiré su perfume único y dejé que me inundara. Mis labios abrasaron su piel mientras ella continuaba acariciando mi cuello y mejilla con su nariz y empujándose a sí misma contra mí. La sostuve suavemente y sentí que iba a volverme loco, cuando sus manos bajaron calientes por mi espalda hasta mi trasero, donde me empujó más en ella.  Entonces me moví más aun, buscando eso que tanto necesitaba.

—Ahora me toca a mí —le dije agitado.

 ______ soltó una leve risa que cosquilleó en mi oído. Su risa se transformó en un intenso gemido y sus uñas marcaron mi piel cuando me corrí en sus brazos. Su nombre salió como plegaría de mi boca, liberando mi pasión, liberando mi deseo. Me dejé caer rendido y confundido sobre su pequeño y caliente cuerpo. Mi rostro quedó encallado en su cuello. Sus manos acariciaron de arriba a bajo mi espalda que subía y bajaba por mi, aun agitada, respiración. Sentí como sus piernas se enredaban con las mías y subían y bajan para acariciarme con ellas. Acostumbrado a salirme de ellas después de correrme, quedarme sobre ______ y abrazado a ella era algo totalmente nuevo para mí. Nuevo y extraño. Rápidamente levanté la cabeza para cerciorarme de que era ella, y no alguna otra a la que yo había imaginado como ______. Si era ella, no era una ilusión, ni mi imaginación. Sus ojos se clavaron fijos en los míos. Y su rostro mostraba una gran confusión, al igual que yo… Me incliné hacia ella y la besé despacio. Su boca me respondió suave y dulce. Me alejé y me acosté a su lado, mirando fijamente al techo. Mi cabeza aun daba vueltas, pensé que era por el efecto del vodka, pero no era así. Mi cabeza daba vueltas por el placer que ella me había dado. La miré de costado y sentí la necesidad apabullante de abrazarla contra mi pecho. De esconder mi rostro entre sus cabellos y respirar su aroma. Sacudí mi cabeza y me senté en la cama. Ella también se sentó y buscó algo en el suelo. La miré de costado. Su espalda desnuda estaba al descubierto para mí. Quise estirar mi mano y acariciarla, pero me guardé las ganas. Ella se colocó el camisón y se puso de pie. Caminó hasta las escaleras.

—¿A dónde vas? —le pregunté.

—Al baño —dijo sin mirarme.

—Aquí hay un baño —dije señalando la puerta que estaba en la habitación.

—El de abajo es más grande —dijo sin dejar de caminar.

—______ —la llamé. Se giró a verme y sentí un cosquilleo en mi estomago —Debo irme.

—Si —dijo ella asintiendo —Ya es tarde… cuando salgas, cierra bien la puerta.


 No sé que fue peor para mí. ¿Qué ella me dijera eso o qué yo de verdad no tenía ganas de irme? Ella estaba por bajar.

—______ —la volví a llamar. Me volvió a mirar.

—¿Si?

—¿Te… encuentras bien? —le pregunté. Ella sonrió levemente y bajó la mirada.

—Claro que si, ¿Por qué? —preguntó. Negó levemente y se dispuso a bajar al fin.

 Me quedé sentado en la cama, esperando no sé que. Hasta que reaccioné y me levanté. Me puse mis boxers, y luego mi pantalón. Mi remera estaba tirada abajo así que debía bajar.  Cuando llegué la puerta del bañó se abrió, y ella salió envuelta en una salida de baño y con el cabello atado en una alta cola de caballo. La miré fijo por unos cuantos segundos. Me agaché a recoger mi remera, sin dejar de mirarla me la coloqué, ella me sonrió levemente. Entonces aquello fue más fuerte que yo, con dos grandes pasos me acerqué a ella y la tomé de la cintura para acercarla a mí y besarla apasionadamente. Sus pequeñas manos se posaron suaves sobre mi pecho, y luego subieron a mi nuca. Su boca me respondió de la misma manera y nuestras lenguas se volvieron a juntar. Besar su boca y sentir su sabor era una de las cosas más maravillosas que había en este mundo. Me alejé despacio y me alejé para mirarla.
 Tragué saliva y acomodé un mechón que caía por el costado de su cara detrás de su oreja. Volví a besarla suavemente, apoyando apenas mis labios sobre los suyos. Me volví a alejar, solo un poco.

—Te veo luego —le susurré.

—Seguro —asintió levemente con la cabeza.

 La besé por última vez y giré para caminar hasta la puerta. Salí de allí sin mirarla, porque si lo hacía, estaba seguro de que no iba a poder irme. Cuando salí del edificio miré a mí alrededor.  ¿Qué demonios fue todo eso? ¿Despedirme así? ¿Desde cuando?
 Solté un largo suspiró y caminé hasta Betty. Le di una última mirada a su edificio antes de marcharme.Al fin había conseguido lo que quería, pero yo no esperaba sentirme a sí. Así de extraño, así de confundido. Prendí mi moto y arranqué hacia mi casa. Todo fue tan de repente, todo pasó tan diferente a lo que yo me imaginé. Dios ______, me diste lo que tanto quería y no sabes como te lo agradezco. Pero no tenías que ser así, tú tenías que ser como las demás, maldita sea. Llegué y dejé a Betty en el garaje. Subí al ascensor y bajé en mi piso. Tomé las llaves y abrí despacio, no quería despertar a mi prima…

—¡¿Se puede saber en donde demonios estabas?! —me preguntó prendiendo la luz de repente.

 Me giré a verla algo asustado por su repentina voz.

-Mirna, ¿Qué haces despierta? —le pregunté, mientras me acercaba a la cocina, para tomar un poco de agua.

—Me moría de la angustia esperando a mi primo —me dijo con una sonrisa irónica —¿Dónde estabas?

—Te dije que no me esperaras Mirna —le dije y me serví agua.

—Si claro, pero ¿Qué quieres que haga? Me preocupo, eres mi primo. ¿O acaso piensas que cuando tu te vas yo me quedó de lo más tranquila mirando alguna película como si nada?

—Ya Mirna, solo estuve por ahí.

 Se acercó a mí y comenzó a olerme. La miré extrañado.

—No, no estabas por ahí —me dijo y respiró más profundamente —Estabas con una mujer… hueles a mujer, ¿Espera un segundo? —dijo y se acercó más a mí —Yo conozco ese perfume…

Me alejé de ella, poniendo un metro de distancia entre nosotros. No quería que descubriera que fui a acostarme con su mejor amiga.

—Tonterías, no estuve con nadie —le mentí —Tal vez sea el perfume de Susan, la camarera del bar. Echó un poco porque había mucho olor a hombre, ¿entiendes?

 Se alejó de mí frunciendo el ceño con asco. Sacudió la cabeza y caminó hasta el pasillo.

—Bueno, por lo menos ve a ducharte —me dijo.

—Si mamá —dije con burla. Me miró con los ojos entrecerrados.

—Tonto —dijo y se fue.

Suspiré aliviado y me senté pesadamente en el sillón. Olí mi remera y de verdad olía a mujer… olía a ______, tan adictivo como ella, tan embriagante como aquel vodka que nos llevó a terminar en aquella excitante situación. Me puse de pie y entré al baño para ducharme, no quería sacarme el olor a ella pero… tenía que hacerlo, tengo que hacerlo. Solo fue una más Kaulitz, recuerda eso… una más. Dejé que el agua cayera sobre mí aproximadamente 15 minutos, sin hacer absolutamente nada.

“—Nunca había sentido nada mejor que tú llenándome… “

Recordé algunas de sus palabras, sus caricias, sus besos. ¡Maldita sea, basta! ¡Ya, ya es suficiente!

 Solo fue sexo, nada significó para mí, y nada significó para ella. Solo un agradable momento de lujuria. ¡Solo eso! Por dios, ¿Qué pasa conmigo? Acabo de tener sexo con la chica que quería, debería estar completamente relajado y contento. No andar como pelmazo recordando y esas cosas. Salí de la ducha, me sequé, me puse mi pantalón de dormir y me acosté en el sillón. Coloqué mis brazos detrás de mi cabeza. ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Se habrá dormido? ¿Estará despierta? ¿Pensara en lo que pasó?
 ¿Estará totalmente arrepentida? ¿O estará más que contenta de haberlo hecho?
 Negué con la cabeza, para alejar esas estúpidas preguntas de mí. ¿Y si la llamo?
 ¿Y si la llamo para ver como esta? ¿Y si solo la llamo para escuchar su voz y luego corto? ¿Y SI MEJOR DEJO DE COMPORTARME COMO UN IMBÉCIL? Me di vuelta sobre el sillón y escondí mi rostro en la almohada. Otra vez sus caricias vinieron a mi cabeza, su placer… su forma de disfrutarlo. Hoy había aprendido, que ella siempre tensaba su cuerpo hasta que el último estremecimiento orgásmico se apaciguaba, y luego soltaba besos sobre mi piel. Era una sensación dulce y tonta que no tenía comparación. ¿Lo recordará después? Si, no puede no recordarlo. Nuestra borrachera se fue en nuestro primer asalto. Quemamos más toxinas de las que realmente teníamos. Al final, creo que fue peor el remedio, que le enfermedad.


Capitulo # 32

Me desperté a causa del sonido de unas hoyas. Levanté mi cabeza y miré hacia la cocina. Ashley era la que estaba haciendo ese insoportable sonido.

—¿Qué haces? —le dije con la voz somnolienta.

—Busco mis aros —me contestó —¿Los has visto?

—¡Quiero dormir Mirna! —la regañé y volví mi cabeza a la almohada.

—Lamento arruinar tu sueño, pero es hora de que te levantes, vamos a llegar tarde a la Universidad —dijo ella. Gruñí por lo bajo y me senté en el sillón, mientras restregaba mis ojos para poder mirar bien, me puse de pie y comencé a caminar hacia el baño —Oye, ¿Qué tienes?

—¿Por qué? —le pregunté deteniendo mi paso.

— Porque estas así como… renovado, como nuevo. Tienes una mirada distinta y pareces hasta contento —me dijo.

‘______’

Pensé en ella al instante. Estaba como nuevo por lo que había pasado con ______. Me sentía extrañamente renovado, como si hubiese dormido unos tres días seguidos.

—Estoy haciendo yoga —le dije a Mirna mientras entraba al baño.

—¿En que momento? —preguntó ella y pasó por mi lado hasta la habitación.

 Entré al baño y lavé mi cara y mis dientes. Escuché como tocaban la puerta de baño.

—¿Si? —dije mirando hacia la puerta. Mi prima la abrió y se asomó.

—Me voy primito, ______ ya esta abajo por mí —me dijo.

 Me paré bien derecho y la miré fijo. Ella estaba abajo…

 —Está bien, te veo luego —le dije.

 Ella me sonrió y salió de allí dejándome bastante alterado. ______ estaba abajo, en su auto yendo hacia la Universidad. De seguro va a contarle contentísima a Mirna lo que pasó esta madrugada.
 Sonreí y terminé de arreglarme para salir de casa y subirme a mi linda moto. El día estaba espectacular, un sol radiante y un cielo azul. Me puse mis anteojos y prendí marcha hacia la Universidad.
 Llegué mis amigos ya estaban en el lugar de siempre. Me bajé de Betty y miré el auto de ______. Ellas ya estaban adentro…

 —¿Qué tal hermanos? —les pregunté contento mientras me acercaba a ellos y los abrazaba a cada uno por separado.

 Georg se alejó de mí y me miró con desconfianza.

—¿Quién eres? ¿Dónde está Tom? —me preguntó mirándome de arriba a bajo.

—Soy yo, soy yo ¿Acaso no puedo abrazar a mis hermanos? —les dije.

—No, este no es Tom —le dijo Gustav a Georg. Reí divertido.

—Vamos, hay que entrar, se nos hace tarde —dije y comencé a caminar. Detuve mis pasos y me giré a verlos. Sonreí por lo bajo —¿Pueden moverse?

—No, este de verdad no es Tom. ¡Tengo miedo Gustav! ¡Tal vez una nave espacial rapto al verdadero Tom y nos dejó a este que da abrazos y quiere llegar temprano a clases!

 Gustav me miró fijo analizándome. Hasta que una sonrisa de idea atravesó su rostro.

—Yo sé qué es lo que le pasa —dijo Schafer. Georg lo miró.

—¿Qué le pasa? —le preguntó Listing.

—¿Acaso no te has dado cuenta Georg? Mira su cara, mira su aura, su rostro, su cara de relajación y renovación. Tom tuvo sexo anoche, por eso está así —le dijo él.

 Georg me miró fijo y sonrió.

—Ooooh, por ahí viene la mano —dijo Listing y ambos se acercaron a mí. Sonreí por lo bajo, estos dos siempre encontraban la manera de saber lo que me pasaba —¿Quién fue la afortunada si se pueda saber?

 Comenzamos a caminar hacia el edificio de la Universidad. Apreté mis labios y solté un suspiro. Los miré a ambos y sonreí.

—No voy a decírselos —les dije.

—Oh, vamos —dijo Georg—Debemos saber quien te dejó como nuevo.

—¿Fue Kate? —preguntó James. Lo miré extrañado.

—¿Quién es Kate? —le dije.

—No, no fue esa. Ni siquiera la recuerda.

—¿Caroline? —dijo Georg. Negué con la cabeza y reí.

—No van a saberlo, es una forma que le debo de respeto. Soy un caballero no voy andar contando que me acosté con ella por ahí —les dije.

—Pero nosotros no somos cualquiera, somos tus amigos, tus hermanos… podemos saberlo —me dijo Gustav.

—No, no van a saberlo —dije firmé.

 Detuve mi paso al ver como ella caminaba hacia nuestra dirección hablando con Ana y con mi prima. Las tres nos miraron. Ana y Mirna sonrieron, pero ella no lo hizo. Su mirada seria se desvió de mí para sonreírle a Gustav. Se acercaron a nosotros.
 Gustav besó a Ana, y ella se quedó abrazada a él. Miré a mi prima que le sonreía tontamente a Georg. Posé mi mirada en ______. Ella miraba sus uñas sin preocupación, y como si yo no estuviera allí. Acomodé mi garganta.

—Hola —le dije. Levantó su vista y me miró. Sonrió fingidamente.

—Hola —dijo secamente. ¿Qué estaba pasando aquí?

—¿Cómo estás? —le pregunté. Se giró a ver a Mirna.

—¿Por qué no entramos? El profesor ya va a llegar —dijo y empujó a mi prima hacia el salón.

 Fruncí el ceño y miré hacia el salón en donde ella acababa de entrar. Sacudí mi cabeza y entré. La miré y ella se sentó al lado de mi prima. Mirna la miró divertida y rió…
¿Le habrá contado?
 Creo que aun no, porque si fuera así Mirna ya me hubiese dedicado una mirada cómplice y divertida, y aún eso no había pasado.
 Lo dejé pasar, tal vez ella solo esté jugando conmigo. En cualquier momento se acercara a mí y me dirá lo bien que la pasó conmigo. Si, eso es lo que va a pasar.
 El profesor llegó y la clase comenzó. La miré y ella miraba fijo al frente, bajé mi mirada a la forma en la que estaba sentada.
 Sus piernas cruzadas, una encima de la otra. Apoyó su codo derecho sobre la mesa y corrió todo su cabello para el otro costado, dejándome una sensual vista de la piel de su cuello. Tragué ante el recuerdo de su sabor… ella estaba jugando conmigo, ella quería provocarme. Mientras seguía acomodando su cabello, su mirada se cruzó con la mía. Me miro fijó por unos cuantos segundos, pero rápidamente volvió a mirar al frente.
 ¡Maldita sea! ¡Ella es una… una… una maldita!
 Las horas seguían pasando y la actitud de ______ era cada vez más extraña. No sé por qué, pero creo que me odia.
 Gustav y Georg se sentaron a mi lado en la cafetería. Los miré y sonreí sin ganas.
 La felicidad que tenía a la mañana, se estaba consumiendo de a poco. Georg miró a la mesa en donde estaba ______ sentada sola, escribiendo algo en su celular.

—¿Me parece a mí o ______ esta algo… mal? —dijo Gustav. La miré con ojos venenosos.
—Yo veo que está perfecta —dije con tono enojado —Incluso es más indiferente conmigo que antes.

—¿Y porque no debería de estar indiferente? —me preguntó Gustav.

—Pobrecita, me parte el alma —dijo Georg y se puso de pie —Voy a preguntarle que le pasa…

Gustav y yo vimos como Georg se acercaba a la mesa de la morena y se sentaba frente a ella. ______ lo miró sorprendida y le sonrió al instante. Georg le preguntó algo y ella negó con la cabeza sin dejar de sonreír. Georg le volvió a decir algo y ella asintió sonriendo. Le dijo algo y Georg se puso de pie. Ana y Mirna llegaron para sentarse junto a ella, mientras Georg regresaba a nosotros.

—¿Y? ¿Qué tiene? —preguntó Schafer.

—Dice que nada, solo que esta un poco cansada porque no durmió bien anoche —dijo él.

—¿Le preguntaste por qué? —le dije a mi amigo.

—Sí —dijo asintiendo —Me dijo que se quedó viendo una película cómica hasta muy tarde…

 —Por lo menos pudo haber dicho que fue una de acción —susurré por lo bajo.

—¿Qué? —dijo Georg.

—Nada, nada – me apresuré a decirle.

—Oye, tú no estabas tan radiante solo porque tuviste sexo, esta mañana —me dijo Gustav—¿Por qué estabas tan radiante?

—Olvídalo, mi sol se está consumiendo en sus propias llamas —le contesté.

—No entiendo —dijo Schafer

—Su felicidad se esta convirtiendo más bien en la razón de una profunda oscuridad que poco a poco lo va apagando —le dijo Georg.

—Sigo sin entender —aclaró Gustav.

—Traducción para ti Gustav—le dije y lo miré —Hay que tener cuidado con lo que deseas.

 De repente Schafer sonrió abiertamente como si acabara de recordar algo que lo hizo muy feliz.

—Ayer hice el amor con Ana —confesó sin dejar de sonreír.

—No quería saber eso —protestó Georg.

—Yo menos —le dije —¿Qué pasó con el código de caballerosidad?}

—Es que ella ya no es una cualquiera no voy a acostarme con ella una sola vez. Voy a hacerlo muchas veces más —nos dijo.
—¿Por qué eres tan demostrativo? —le dije y miré la cara de Georg.

—Cuando hagas el amor con alguna, te vas a dar cuenta. No es cosa de una sola noche, vas a querer hacerlo todas las noches que sigan —me dijo.

 Dirigí, inconcientemente, mi mirada a ______. No, ya esta, con lo de ayer alcanzó, puedo volver a ser como antes... yo no quiero hacerlo de nuevo con ella.
 Mentira... si quiero volver a hacerlo... pero no porque nosotros hayamos hecho... hecho el amor, no. Eso no fue aquello... Solo porque ella... ella es increíble.

—¡Reacciona Tom! —me dijo fuerte Georg haciendo que saliera de mis pensamientos.

—¿En que estabas pensando? Tenías cara de no y luego de si —me dijo Gustav.

—Estaba pensando en las probabilidades de lo que acabas de decir —le dije.

—¿Y cuales son? —me preguntó.

—Son total y completamente nulas —le aseguré.

 Entonces Gustav se puso de pie cuando vio como Ana se acercaba a nosotros.

—Ya vuelvo —nos dijo y se alejó con ella.

 Un celular comenzó a sonar y era el de Georg, miró la pantalla y se alejó de mí, haciéndome un gesto de espera. Me dejaron solo en la mesa. Miré a la mesa de la morena y mi prima que hablaban. Mirna le habló indignada. Me puse de pie y me acerqué a ellas, sentándome justo al frente de ______. Ambas me miraron. Pero al instante Mirna volvió su vista a su amiga.

—Estas insoportable ______ —le dijo con tono enojado.

—Si no te gusta, no me hables —le contestó ella.

—¿Pasa algo? —pregunté. Mi prima me miró.

—No lo se, esta intratable... no le puedes hablar mucho porque se irrita... para mi que estás en sus días.

—No —le contesté muy seguro. ______ me miró asesinamente.

—¿Cómo lo sabes? —me preguntó la rubia.

—Solo está así porque vio una película cómica por la noche… al parecer le gusto mucho mientras duró… pero luego la irritó —le dije a Mirna sin dejar de mirar a ______.

—Pues creo que tú también la has visto —me dijo ella.

—¿De qué hablan? —preguntó Mirna.

 Mi mirada seguía fija en ______, al igual que la de ella en la mía. Era como si me estuviera desafiando a hablar.

—La diferencia es que yo no me arrepiento de haberla visto, es más me encantó, pero creo que la clasificación que le dieron no fue la apropiada —le dije a la morena.

—Yo creo que te asusto un poco —me dijo —¿No te fuiste corriendo?

—¿Acaso querías que me quedara a terminar de verla? Creo haber escuchado que ya era muy tarde…

 —Esperen un momento —habló Mirna colocando su rostro en medio de ambos —¿Ustedes estaban juntos ayer?

—NO —dijo ______.

—SI —la contradije.

 Mirna nos miró con más confusión que antes.

—¿Si o no? ¡Decídanse! —nos pidió.

—Nos habíamos reconciliado, primita —le conté mientras una sonrisa burlona se dibujaba en mi rostro.

—Para una reconciliación hace falta una relación, Kaulitz. La cual tú y yo no tenemos —me dijo ella. Sonreí mirándola fijamente al recordar mi apellido en sus labios, pero de manera agitada.

—Ignórala Mirna —le dije a mi prima —Solo está molesta porque no quiere admitir que la película le encantó.

—Pero, ¿Qué tienen en común la película y la reconciliación? —preguntó confundida.


—¡Todo! —dijimos ella y yo al unísono.

Capitulo # 33 (Fin del maratom)
______ se puso de pie y me miró fijamente. Ella parecía estar bastante enojada.

—Fue la película más horrorosa que vi en mi vida… y no quiero volver a verla nunca más —me dijo hablando rápido.

—No me pareció eso, cuando me pediste que volviera a ponerla —le dije sonriente.

 Su boca y sus ojos se abrieron indignados.

—No puedo creer que hayas dicho eso —me acusó.

—¡Ya basta! —dijo Mirna mientras se ponía de pie también. Yo también lo hice —¡No entiendo nada de lo que dicen! ¡Ya me cansaron! ¡Arréglense, peléense! ¡Vayan a tener sexo por ahí, a ver si se les quita lo insoportable!

 Se fue dejándonos solos. Apreté los dientes ante lo último que había dicho mi prima. Si ella supiera que ese es el puto problema.

—Quiero que te mantengas alejado de mí, porque o sino vas a arrepentirte, ¿escuchaste?

—Solo dime una cosa…

 —¿Quieres saber si lo disfruté? ¿Si lo gocé? Si, si lo gocé, lo disfruté, eres toda una maquina lujuriosa… Pero no quiero volver a repetirlo —me dijo y comenzó a caminar para salir de la cafetería. Mis piernas tardaron un poco en responder a la orden de mi cerebro, para seguirla. Pero lo hicieron y corrí hasta alcanzarla.

—Solo quiero saber qué demonios te pasa —le dije, mientras la tomaba con cuidado del brazo para que dejara de caminar —No entiendo porque actúas de esta manera…

 —¿Qué? ¿Acaso quieres que siga alimentando tu ego? —me preguntó y soltó una leve risa irónica —Ya está Kaulitz, lograste lo que querías conmigo. ¡Me acosté contigo! ¡Un aplauso para el señor, por favor! —dijo elevando su voz y aplaudiendo un poco —¿Y ahora qué quieres?

—Yo… yo no lo sé —le dije perturbado por sus palabras.

—Ahora, que venga la siguiente ¿verdad? —me dijo. La miré fijo a los ojos – Así es como funcionas y yo no pretendo poder cambiar eso.

—Quiero estar bien contigo ______ —le dije soltando un suspiro.

—Está bien, está bien, aquí no pasó nada... ya no quiero peleas, ni vueltas, ni enredos. Solo que ya no sigas... olvídalo, yo ya lo olvidé —me dijo.

—Pero si pasó… y yo no quiero olvidarlo… no puedo —dije bajando un poco más el tono de mi voz en las últimas dos palabras.

—¿Y qué quieres que haga? —me preguntó y vi como sus ojos se humedecían. Sentí una presión en medio de mi pecho —¿Qué me acueste contigo cada vez que tengas ganas?

 Apartó su mirada de mí y miró hacia el suelo. Un nudo se había formado en mi garganta, haciendo que me costara un poco hablar y hasta tragar mi saliva.
 Con un poco de duda me acerque a ella. Tomé su rostro con mi mano e hice que me mirara a los ojos. Sus ojos estaban poblados de lágrimas. Cristalinos y vidriosos.

—Para ser honesto eso… me haría muy feliz —le dije. Una lágrima no pudo quedarse en su lugar y resbaló fría por su mejilla. Aquella imagen me destrozó por dentro. Con uno de mis dedos la sequé suavemente —Pero jamás te lo pediría.

—Ya no sigas más Tom… aunque no parezca me haces daño.

—Yo no quiero hacerte daño.

—Entonces… ya déjame, por favor —me pidió y comenzó a salirse de mi agarre.

 Lentamente comenzó a alejarse más y más. Hasta que estuvo lo suficientemente alejada de mí, se dio vuelta y comenzó a caminar por el largo pasillo. Yo solo me quedé ahí mirando como ella se perdía por el camino.
 Pero ya intente dejarte centenares de veces, ______. Y cada vez encuentro una manera más espectacular para fallar. Soy un maldito cerdo egoísta.
 El resto del día en la Universidad se me pasó lento y pesado. No había vuelto a ver a ______ por ningún lado.
 Pero lo raro también fue que tampoco volví a ver a mi prima, ni a Ana.
 Gustav me dijo que Ana se había ido porque tenía que realizar unos trabajos con su madre, y de Mirna… bueno de ella no supe nada.
 Llegué a mi departamento y tiré las llaves sobre la mesa, para luego entrar al baño. Me duché y salí para acostarme un rato a descansar.
 Tomé el control y prendí la tele. Sentí unas voces provenientes de afuera y el sonido de una llave. Apagué la tele y me escondí detrás del sillón. De seguro esa era Mirna y venía en compañía de alguien.

—Que cansada estoy —escuché la voz de mi prima.

—Si, hoy fue un día bastante largo —dijo Ana.

 Me acomodé mejor detrás del sillón para que ellas no me vieran.

—¿Quieres algo para tomar? —le preguntó Mirna.

—Un poco de agua —dijo ella.

 Escuché como se sentaban en las sillas de alrededor de la mesada de la cocina.

—Ya sé porque hoy estaba tan tensa ______ —dijo la rubia.

—¿Por qué? —le preguntó Ana.

—Ayer Tom fue a su casa a buscarla… y ya sabes ellos…

 —¿Qué?

—Tú sabes que entre ellos hay mucha química.

 Asentí con la cabeza.

—Sí, lo sé.

—Bueno, ellos terminaron haciéndolo —dijo Mirna.

—No puedo creerlo.

—Tarde o temprano iba a pasar, yo lo sabía. Pero no sabía que iba a afectarla tanto.

 Fruncí el ceño al escuchar eso de mi prima.

—¿Afectarla? —dijo la chica de ojos verdes.

—Si, a ______ le pasa algo con Tom... Es así aunque quiera negármelo rotundamente, yo sé que le pasa algo con él. Y esta asustada la pobre... imagínate se enamoró de Bill, era un pendejo en potencia, aunque no lo parecía. ¿Y ahora Tom? Está bien, es mi primo, lo adoro. Pero es tan cínicamente maldito y mujeriego. No hay que ser un genio ni nada para saber que en algún momento, la terminaría engañando —dijo ella.

 Eso no es así, a ______ no le afectó. Comencé a pensar en las cosas que mi prima acaba de decir. ¿A ______ le afectó?
 ¡Demonios soy un completo imbécil! La única chica a la que si bien no… bueno tal vez… no, no, definitivamente NO AMO pero si me importa lo que piense de mí no quiere saber nada conmigo antes de siquiera intentarlo.

—Yo la conozco bien, ______ se deja ver como una chica fuerte, y decidida, tiene un carácter especial y amo sus convicciones inamovibles... es lo que más admiro de ella. Pero cuando logras entrar a su mundo, ves lo sensible y frágil que es —agregó Mirna.

—Pobre, ella es tan buena —dijo Ana —Debemos hacer algo por ella.

—Sí, lo sé —dijo mi prima.

—¿Acaso estas pensando lo mismo que yo? —dijo la pequeña genios.

—¿Qué estas pensando tú?

—Es hora de buscarle un candidato a ______ —dijo contenta.

—Creo que me leíste la mente genios, es hora de buscarle el candidato ideal para ella y creo que ya sé quién es —dijo la rubia.

—¿Quién? —dijo Ana con tono intrigado.

—Alex Pettyfer – sentenció.

 ¡Diablos! Ella no podía estar hablando enserio.

—¿Alex Pettyfer? ¿El presidente del centro de estudiantes de la Universidad? ¿El que estudia sociología y letras? —preguntó.

—Ese mismo —afirmó Mirna.

—¿Lo conoces? —le preguntó.

—Sin querer el otro día me choqué con el yendo a clases y se me cayeron todos los libros. Me ayudó a recogerlos y fue muy amable y para nada se comporto como un baboso —dijo ella.

 Tal vez porque el bobo sea medio rarito, primita mía. Pensé entre una extraña sensación de molestia ya que ella estaba alardeando de un extraño, al cual le quería entregar a MI ______.

—¿Tú crees que le gustará a ______? —preguntó la de anteojitos.

—Conociéndola… podría ser —dijo mí prima la rubia.

 ¡Genial! Ahora ni en la familia se puede confiar.
 Gracias por esas ideas Mirna, primita adorada de mi alma, eres un amor. Ya veremos quien dormirá hoy por la noche en la cama, querida mía. Ya lo veremos…

 —No creo que TOM te lo agradezca —dijo Ana, pronunciando mí nombre un poco más fuerte de lo que se amerita.

—Esto lo hago por el bien de MI mejor amiga. ¿Verdad que lo entiendes Tom? —me preguntó.

 Entonces me quedé quieto esperando a que esto no estuviera pasando. Ellas sabían que yo estaba aquí, escondido como una rata. Lentamente me incorporé.

—¿Desde cuando saben que estoy aquí? – les pregunte.

—Desde que gruñiste cuando nombré a Alex Pettyfer —me dijo Mirna.

—Que lindo lo tuyo primita, entregarle a ______ en bandeja a ese tipejo —le dije con tono molesto.

—¿Qué quieres? ¿Qué te la deje a ti para que la lastimes? Olvídalo —me dijo ella.

—No te atrevas a meterte en esto Tom —me dijo Ana amenazadoramente —Si todo sale bien, mejor para todos —¿Acaso no estás pensando en mí pequeña diabólica? —Y no, no estoy pensando en ti, pequeño mujeriego…

Me quedé congelado. ¿Cómo sabía que yo había pensado aquello?

—¿Qué como lo sabía? —preguntó Mirna y rió —Fácil primito, te estamos leyendo la mente. Buuuuu —hizo un tono de fantasma. Miró a Ana —No hay que ser psíquico, el pobre es tan predecible.

—Hubiese preferido que dijeras que estabas leyendo mi mente —le dije entrecerrando los ojos y mirándola mal.

—Bueno volviendo al tema importante —dijo Mirna y sonrió —Tenemos que hacer que ______ y Alex se encuentren.

—¿Cómo? —preguntó Ana.

—Sí, eso ¿Cómo? —dije molesto.

—¿Sabes si acaso él va seguido a la biblioteca? —le dijo.

—Mmm, si, si. Él va bastante seguido a buscar los libros de braile, ¿sabías que le enseña a leer a niños ciegos?

—¿De verdad? Oooh, es tan tierno. ¿Y como podemos hacer para que se encuentren?

—Ustedes dos son unas malditas traidoras —las acusé. Ambas se giraron a verme con una despectiva mirada.

—Si no quieres oír, vete —me dijo mi prima.

—Si, molestas —me dijo Ana.

—¿Sabes que pequeña diabólica? Calladita te ves más bonita —le dije.

 Ella me sacó la lengua como nena de 5 años y volvió su vista a mi prima. Comenzaron a hablar en voz más baja, impidiendo que yo pudiera escucharlas.
 ¿Quién las necesita? Yo no voy a dejar que anden armando ninguna clase de salida ni nada con Pettyfer y ______.
 Me dejé caer en el sillón y prendí la tele para tratar de concentrar mi atención en otra cosa, mientras que aquellas dos traidoras planeaban como clavarme una daga por la espalda. Ellas reían y hablaban muy animadamente. Las ganas de saber que era lo que estaban tramando comenzaron a carcomerme la conciencia.
 ¿Qué pasa si a ______ le gusta Pettyfer?
 ¿Qué pasa si acepta salir con él?
 ¿Qué pasa si a él le comienza a gustar?
 ¿Qué pasa si me meto en el medio?
 Sonreí maliciosamente al cruzarse por mi mente la idea de frustrar cualquier plan que incluya hacer que ______ salga con algún tipejo.

—¿De que sonríes? —me preguntó Mirna haciendo que saliera de mis pensamientos.

 Me giré a verla y me senté cómodamente en el sillón.

—De nada, ¿Por qué? —le dije sin dejar de sonreír.

—Porque yo conozco esa sonrisa. Esa es una sonrisa de que tu cabeza está maquinando alguna idea macabra para arruinar alguna cosa.

—¿Por qué crees eso de mí? —dije haciéndome el inocente.

—¿Será porque te conozco?

—¿O por qué es predecible? —dijoAna.

—No chicas, están equivocadas —me puse de pie y caminé hasta ellas. Coloqué una de mis manos sobre el hombro de Ana —¿Y saben que? tienen razón en todo lo que dijeron, así que si necesitan mi ayuda para hacer que ______ salga con Pettyfer, no duden en avisarme que haré lo que sea.

Aqui esta el Maraton, espero y les guste ADIOS ;:D



2 comentarios:

  1. OH MY GOD !!! wow !!! estos caps me hicieron llorar de la emocion y de la pena !!!! vamos a ver que tanto pasa !!! (cuantos caps tiene esta?) me encaaaantaaa !!! sube prontito :3

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  2. Tom era para que te quedes con(tn)..!! No puedo creerlp ya lo hicieron..
    Muero por que esten juntos.

    Siguelaa amo las fics :)

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