CAPITULO # 46:
La miré fijo y pensé un poco
en eso. Ya no más salidas nocturnas a cada rato, ya no más coqueteos con alguna
chica. Ya no más libertad de mirar y opinar sobre algún trasero…
Pero a mi ya no me
interesaba hacer eso, yo solo quiero estar con ella. Dormir con ella, estar a
su lado, opinar sobre su trasero y coquetear con ella.
— Solo quiero estar
contigo — le dije.
Ella sonrió y se acercó a
mí para besarme impulsivamente. Se alejó y comenzó a subir las escaleras hacia
su cuarto.
— Apúrate que tenemos que
irnos — me dijo.
—Tú eres la que se tiene
que apurar — dije y me acerqué a la cocina para comer un poco de la fruta que
ella había cortado.
Luego de unos cuantos
minutos ella bajó las escaleras y se acercó a la cocina. Estaba cambiada y
peinada. La miré embobado.
— ¿Qué sucede? — me
preguntó.
— Que eres hermosa —
dije. Ella se sonrojó levemente y tomó una frutilla.
— ¿Vamos?
— Vamos, cariño — dije y
tomé mi buzo para salir con ella de su departamento.
Bajamos hasta la cochera
y nos subimos a su auto. Nos colocamos los cinturones de seguridad y ______
arrancó para prender marcha no sé muy bien a donde.
— ¿Estás nervioso? — me
preguntó. Me giré a verla.
— Un poco — dije con una
media sonrisa — No sé qué voy a decirle…
— Solo tienes que decirle
lo que sientes en el corazón – dijo ella sin dejar de mirar al frente.
Estiré mi mano y acaricié
su mejilla. Me miró de reojo y sonrió.
— ¿Sabes dónde es? – le
dije.
— Queda cerca del campo
de mi abuelo – contestó.
— ¿No te conté, verdad?
Tengo una hermana — dije. Ella se giró a verme sorprendida.
— ¿Qué? — dijo
sorprendida.
— Sí, en la carta que me
mandó mi madre… me contó que tengo una hermana de 5 años llamada hope, ¿puedes
creerlo?
— Es maravilloso… yo
siempre quise tener hermanos, pero no los tuve. Mis padres no rehicieron sus
vidas luego de separarse.
— ¿Crees que aun se aman?
— le pregunté. Ella sonrió levemente.
— Sí — dijo asintiendo —
Solo que son tan orgullosos, que ninguno lo va a admitir. Pero ¿Quién te dice
que en cualquier momento me dicen que están juntos de nuevo?
Seguimos hablando de
algunas cosas más y pusimos un poco de música, mientras que de a poco íbamos
saliendo de la ruidosa ciudad. A medida que nos acercábamos más a donde estaba
mi madre, mis nervios aumentaban. ¿Qué tengo que decirle? ¿Qué debo hacer?
¿Cómo va a reaccionar? ¿Mi hermana me querrá? Todas esas preguntas cruzaban mi
cabeza.
Ella dobló para entrar en
una cerca y comenzar a andar por un camino de tierra. Luego de unos cinco
minutos divisamos desde lo lejos una casa. Afuera de la casa había dos autos y
una camioneta. La casa era grande y a lo lejos tenía una pequeña caballeriza.
El auto se detuvo justo frente a la casa. se giró a verme y tomó mi mano. La
miré a los ojos.
— Todo va a estar bien… y
yo voy a estar contigo – me dijo.
Entonces me incliné hacia
ella y la besé fugazmente. Me alejé y me quedé cerca de su rostro.
— Muchas gracias cariño,
de verdad muchas gracias – le susurré.
— No, tonto, no me
agradezcas — dijo y tomó mi rostro con sus manos para depositar un pequeño beso
en mis labios — Ahora vamos.
Nos bajamos y el aire
limpio y puro del campo invadió mis pulmones. Aquel lugar era increíble. Los
árboles eran enormes y el pasto era tan verde que al mirarlo te molestaba a los
ojos. Me acerqué a _________ y tomé su mano para comenzar a caminar hacia la
puerta de aquella gran casa blanca y azul.
Nos paramos frente a la
puerta y ella apoyó su dedo en el timbre. El timbre sonó y esperamos a que
alguien nos abriera. Mi corazón latía desesperado, en cualquier momento se me
iba a salir del pecho. Apreté ligeramente su mano, provocando que ella sonriera
por lo bajo.
— No traje un regalo y es
su cumpleaños — recordé algo nervioso.
— Tom, no creo que tu
madre tenga mejor regalo que verte a ti — me dijo.
Escuchamos el sonido de
unas llaves, y unos segundos después la puerta se abrió. La miré fijo, ella se
quedó quieta mirándome como si yo fuera irreal.
— ¿Tom? — pronunció mi
nombre levemente.
— Mamá — dije apenas
audible. Entonces llevó una de sus manos a su boca y la tapó para luego soltar
un sollozo y acercarse rápidamente a mí para abrazarme. Pensé que nunca más iba
a volver a sentir un abrazo de ella. Desde que ella se había ido, algunas veces
por las noches recordaba la sensación de su abrazo. Juro que me sentía como
cuando era un niño y ella me abrazaba para reconfortarme o simplemente porque
quería hacerlo. Aunque ahora yo era más alto y grande que ella… la sensación
era la misma.
Se alejó de mí y tomó mi
rostro con sus manos. Su cara estaba empapada en lágrimas. Miré su rostro,
buscándole alguna diferencia. Pero ella estaba exactamente igual que siempre,
aunque sus ojos se veían un poco más claros que antes. Tenía el pelo más corto
y se veía pequeña.
— No puedo creer que seas
tú, hijo mío — me habló al fin — Estás tan grande Tom… mírate.
Se alejó de mí y me miró
de los pies a la cabeza, rió entre lágrimas.
—Yo no puedo creer que te
tenga al frente de nuevo — le dije.
Se acercó de nuevo a mí y
me volvió a abrazar. Luego se alejó y miró a la morena, que se había quedado
completamente quieta y callada. Mirando un poco hacia otro lado, la morena secó
una pequeña lágrima que había soltado.
— Tú debes ser ______ —
le habló mi madre. La morena la miró y sonrió.
— Sí, señora, soy yo — le
dijo.
— Pero ya no se queden
allí parados, entren — nos dijo y nos dio el paso a la enorme casa.
Tomé la mano de ______ y
ambos entramos detrás de ella, miramos sorprendidos el lugar. Aquella casa era
aun mucho más bella por dentro de lo que se veía por fuera. Mi madre se giró a
vernos y con una sonrisa miró nuestras manos unidas.
— ¡Ben! ¡Llegaron! —
habló asomándose por un puerta que daba a la parte de atrás de la casa.
Al instante un hombre
alto de ojos miel entró, con una niña de la mano. Me observaron bien, en
especial ella.
— No puedo creer que sea
él — dijo la grave voz de Ben.
— Yo no puedo creer que
tengas algunas canas Ben — dije algo divertido. Él sonrió y se acercó a mí para
abrazarme contento. Palmeó mi espalda y yo también lo hice. Se alejó de mí y me
miró sin dejar de sonreír — Ella es _______…
— Mucho gusto – dijo la
morena.
— El gusto es mío – le
dijo él.
— Papi, ¿Quiénes son
ellos? — preguntó la pequeña voz detrás de nosotros.
Los tres nos giramos a
verla. Mi madre se acercó a ella y tomó de su mano para acercarla al círculo.
La observé bien, era tan parecida a mí… Dios mío. Puedo jurar que es una
versión femenina de mí. Aunque ella es más delicada y parece tan frágil. Dos
largas y rubias trenzas caían al costado de su pequeño y pecoso rostro. Sus
ojos eran enormes y de color cielo.
Con cuidado me acerqué a
ella y me agaché para quedar a su altura.
— Soy Tom — me presenté y
estiré mi mano para que ella la tomara. Miró mi mano y luego me miró a la cara.
— ¿Tom? ¿Mi hermano Tom?
— dijo con algo de sorpresa.
— Así es, hope, soy tu
hermano —le dije.
Esperé a que ella me
dijera algo, pero solo me miraba fijo. Tal vez… no le caiga bien la idea de que
yo sea su hermano… tal vez no me quiera. Miró mi mano y luego se acercó
despacio a mí para abrazarme. Sus pequeños brazos rodearon mi cuello y su pequeña
cabeza se apoyó en mi hombro. Con un poco de confusión le respondí el gesto.
Era una extraña
sensación. Una hermana, sangre de mi sangre. Jamás pensé que se podía querer a
alguien sin haber tenido ningún tipo de contacto alguna vez. Cuando leí la carta
de mi madre y me contó sobre ella, juro que empecé a quererla. Al fin tengo a
quien celar de babosos adolescentes…
— Mamá siempre me habló
de ti, pero estás diferente que en las fotos — me dijo y se alejó para mirarme.
— hope, yo te dije que
ese era tu hermano de niño. Ahora él es un hombre – le habló mamá.
Mi pequeña hermana miró a
_______ y luego me miró a mí. Sonrió mostrándome que le faltaba una paleta.
— ¿Ella es tu novia? — me
preguntó.
— Mmm, no pequeña. Soy su
amiga. — le contestó la morena rápidamente.
La miré y sonreí por lo
bajo. ‘Sí, cariño, eres mi amiga. Pero con derecho a todo’
— ¿______ quieres jugar
conmigo a las barbies? — le preguntó.
— hope, no creo que ella…
— Tranquila, señora
trumper, encantada juego con ella. Además creo que usted y Tom tienen mucho de
que hablar – le dijo.
— Ella tiene razón, vamos
afuera — dijo Ben y vimos cómo los tres salían al jardín.
Mi madre se sentó en una
silla y me hizo un gesto para que me sentara frente a ella. Me senté y al
instante ella tomó mis manos. Sus manos… sus manos siempre me arropaban en la
noche antes de dormir. Luego de que ella ya no estaba, nadie lo hacía. Solo
Rose cuando venía los fines de semana…
— Eres tan hermoso y no
lo digo solo por ser tu madre.
— ¿Dónde has estado todo
este tiempo? — le pregunté.
— En Londres — contestó y
suspiró — Tu padre casi me obligó a dejar el país… Tuve que hacerlo, hijo, sino
él iba a hacerte daño.
— Es una mierda —
aseguré.
— Tranquilo, mi vida, con
odio hacia él no ganas nada.
— ¿Cómo puedes pedirme
que no lo odie? Mamá, él… él simplemente es un completo extraño para mí. Nunca
se ha comportado como un padre. Siempre fue manipulador y hasta frío conmigo.
Simplemente yo creo que él me odia.
— Voy a contarte una
cosa, hijo — me dijo y se acercó más a mí — Tu padre siempre fue así… una
persona posesiva, celosa y manipuladora. Pero yo me enamoré de él, lo amé más
que a nada en este mundo. Todo era perfecto, hasta el día en que le dije que
estaba embarazada de ti.
— ¿Qué? — dije algo
confundido.
— Tom, cuando yo le dije
a tu padre que íbamos a ser papas él cambio drásticamente. No me acompañaba a
las ecografías, él no estaba pendiente de mí. Y ahí fue cuando conocí a Ben… él
trabaja en el hospital al que yo iba a atenderme, y un día yo estaba realmente
mal porque a tu padre parecía no importarle nada de ti o de mí. Ben se ofreció
a acompañarme aquel día y ahí fue cuando supe que serías un varón — me dijo con
una pequeña sonrisa en los labios — Es día fui a contarle a Jorg que serías un
niño, y la cosa empeoró. Él simplemente no era el mismo… estaba violento, no le
importaba mi salud. Y entonces entendí que era. Él tenía celos de ti Tom.
— No… no creo que haya
sido eso — dije haciendo todo lo posible por entender lo que ella me contaba.
Mis ojos estaban algo húmedos.
— Sí, hijo, tu padre
estaba celoso de ti. Él no concebía la idea de otra persona en mi vida además
de él. Y cuando le dije que serías un varón la cosa fue peor. Cuando naciste él
no quiso entrar a la sala…¿Sabes quién estaba conmigo? — preguntó. La miré a
los ojos.
— ¿Ben? – pregunté.
— Sí — susurró y unas
cuantas lágrimas cayeron de sus ojos – Ben era… o mejor dicho aun lo es…
partero. Y él fue el que te trajo. Eras tan pequeño y rubio, que parecías de
mentira. Te pusieron en mi pecho y dejaste de llorar. Tus ojos se abrieron y me
pareció que me mirabas… nunca pensé que podía amarte tanto.
— ¿Luego que pasó? — dije
con un nudo en la garganta.
— Tu padre decidió entrar
y se acercó a nosotros para mirarte. Pensé que cuando te viera algo se iba a
despertar dentro de él, pero no fue así. Él simplemente se dedicó a mirarte
fijamente por unos cuantos minutos. Y luego se fue…
— ¿Y ahora sigues
pensando que no debo odiarlo? –le dije mirándola fijamente a los ojos.
— Lo único que puedo
decirte es que eres el regalo más grande que la vida me ha dado. Y tu padre
también fue participe en ello.
— ¿Sabes como logré
contactarte? — le dije. Ella negó con la cabeza — ______ consiguió tu número… Y
ya no quiero hablar de Jorg. Feliz cumpleaños, mamá
Ella sonrió y me abrazó.
Luego de unos segundos se alejó para tomar mi rostro con sus manos.
— Verte aquí es el regalo
más grande que me pudieron dar hoy — me dijo contenta — Creo que tendré que
darle las gracias a ________— sonreí levemente — ¿De donde se conocen?
— Vamos juntos a la
Universidad y ella… ha llegado a mi vida hace un mes. Puedo asegurarte que la
ha cambiado completamente — le conté medio bobo.
— ¿Son novios? –
preguntó.
— No precisamente…
estamos en algo, comenzando recién.
— Es maravillo, pensé que
nunca viviría el momento en que me trajeras a ‘tu chica’ a casa. ¿Estás
enamorado?
CAPITULO # 47:
— Sé perfectamente en
dónde estás metido, y tienes exactamente dos horas para estar en mi casa. Y te
quiero solo… deja a tu ‘acompañante’ en donde se te plazca, pero no vengas con
ella. ¿Entendiste? — me dijo.
Me tensé al instante de
escuchar su maldita voz. ¿Cómo demonios se había enterado de que yo estaba
aquí? ¿Acaso el infeliz estaba siguiéndome o algo por el estilo?
— Mal nacido — musité.
— Y más te vale que me
hagas caso o ya verás — dijo y colgó.
Apreté con fuerza el
celular que estaba mi mano. Cerré los ojos y traté de estar calmado, pero se me
estaba haciendo imposible. Sentí una suave mano apoyarse en mi hombro, me giré
a verla, y era ella, ______. — ¿Qué sucede? — me preguntó preocupada. Solté un
suspiro y acaricie su mejilla.
— Debemos irnos — dije y
bajé mi mano para acariciar sus labios.
— ¿Por qué? — dijo
confundida.
— No puedo explicártelo
ahora, solo sé que debemos irnos, cariño — me acerqué a ella y la besé
cortamente.
Volvimos los pasos hacia
donde estaban mi madre y Ben. Ambos me miraron con cara de preocupación.
— Lo siento, mamá, pero
tenemos que irnos — le dije. Ella se acercó a mí y me acarició el rostro.
— Tu padre, ¿verdad? —
susurró por lo bajo. La miré fijo a los ojos.
— Él sabe donde estoy —
le contesté. Ella sonrió levemente, se acercó más a mí y me abrazó.
— Él ya no puede hacerme
nada, Tom… que sus tontas amenazas ya no te controlen, cualquier cosa que él te
diga es mentira. perdió control sobre mí hace exactamente un año — me calmó
ella y con cuidado la alejé de mí para mirarla a los ojos.
— Entonces ¿ya no… no hay
peligro? — preguntó con algo de duda.
— No, ya no hay peligro.
Pero sé como es, así que ve… y hazle saber que ya no le tienes miedo, pero por
favor no pierdas el control, Tom, es tu padre — me pidió.
Asentí y besó mi mejilla,
para luego alejarse completamente.
— Más tarde, cuando todo
este arreglado voy a llamarte — le dije a mi madre.
— Esperaré ese llamado
ansiosamente, hijo — dijo ella.
Los tres nos acompañaron
hasta la puerta. hope no tenía esa sonrisa que tenía cuando llegamos.
— ¿Qué pasa, enana? — le
pregunté agachándome hasta quedar a su altura.
— Yo no quiero que se
vayan — me dijo sin dejar de mirar al suelo. Levanté su rostro con una mano e
hice que me mirara.
— Prometo que nos veremos
otra vez. Eres mi hermanita y prometo que voy a cumplir bien mi rol de hermano
mayor – le dije. Ella me sonrió y luego miró a ______.
— Tú también cumplirás
bien tu rol de cuñada ¿verdad? — le dijo._______ la miró asombrada.
— ¿Qué es eso de rol de
cuñada? — la regañó mi madre — ¿De donde has sacado eso?
— Lo vi en una
telenovela, en casa de la abuela Fiona — se defendió ella. Todos reímos
divertidos y salimos fuera de la casa. Caminamos hasta el auto de ______ y nos
giramos a verlos.
— Prometo, mamá, que esto
pronto va a acabar — le dije. Ella me sonrió.
— Lo sé, mi amor,
cuídense. Adiós, _______, y gracias por traerme de nuevo a mi bebé — le dijo a
la morena. Ésta sonrió.
— Gracias a usted, por
haberlo traído al mundo — le dijo ella, entonces la miré algo sorprendido. Ella
me miró y al instante se dio cuenta de que eso le salió sin permiso de la boca,
se sonrojó de sobremanera y apartó la vista de mí.
— Adiós, muchachos — nos
dijo Ben. Me acerqué a él y lo abracé.
— Por favor, cuídalas —
le susurré.
— Tranquilo, las cuidaré.
Tú cuídate y cuida a _______, es una muchacha increíble — me dijo al oído.
Asentí y me alejé de él.
— Adiós — se
despidió______ de todos antes de subirse al auto. Miré una última vez a mi
hermana y a mi madre y sonreí. La pequeña agitó su mano y eso me lleno de
alegría.
— Cuídate, enana, y no
comas muchos dulces… te van a hacer mal — le dije.
— Está bien, hermanito —
me dijo sonriente.
— “Hermanito” — susurré
divertido y me subí al auto.
______ arrancó y
comenzamos a andar. Giré mi cabeza para ver como sus pequeñas figuras volvían a
entrar a la casa. Soltando un leve suspiró volví mi vista al frente. Miré a
________ y ella aun seguía sonrojada. Sonreí.
— Así que… le estas
agradecida porque me trajo a este mundo — dije en tono divertido. Ella se
sonrojó más aun.
— Bueno… sí, porque si no
lo hubiese hecho…
— No te hubiese conocido,
no me hubieses conocido… no sería completa y tontamente feliz en este momento —
le dije.
Ella me miró y detuvo el
auto. La miré extrañado, entonces se acercó a mí y me besó desesperadamente.
Gruñí por lo bajo ante aquella excitante manera de besar. Giré hacia ella y la
tomé de la cintura, para con un simple movimiento subirla sobre mí.
— No, Tom… — susurró
agitada sobre mi boca.
— Cállate — le dije y
volví a reclamar sus labios.
Mis manos se volvieron un
poco traviesas y se metieron debajo de su remera, para acariciar su suave piel.
Gimió levemente, haciéndome saber que deseaba eso tanto como yo.
— No, no, estamos en un
auto, Tom… ya para… no… espera… diablos.
Hice oídos sordos a sus
peticiones y la tomé de las caderas para acercarla más a mí. El dolor que se
había producido en mi ingle, fue provocado por ella. Entonces lo iba a pagar,
dándome lo que yo quería en este auto, si es preciso.
Tomó mi rostro con sus
manos y logró alejarme de su boca. Me miró fijamente a los ojos. Sonreí
mostrándole una agitada sonrisa.
— ¿Por qué no me
escuchas? — me preguntó.
— ¿Por qué no me besas? —
le pregunté.
Levanté mi mano y la tomé
de la nuca para acercarla rápidamente a mí. Al parecer toda su cordura saltó
del auto, porque sus manos pasaron a mi nuca y me acercaron más a ella. Coloqué
mis brazos alrededor de su cintura, abrazándola más a mí. Cómo necesitaba estar
cerca de ella, cómo me gustaba estar así de cerca.
Un celular comenzó a
sonar, ella se alejó agitada de mí e intentó volver al asiento de al lado, pero
la detuve y la volví a besar. El celular dejó de sonar, pero al instante
comenzó a hacerlo de nuevo. Ella se volvió a alejar y, esta vez, se escapó de
mí. De manera agitada se sentó de nuevo en su asiento. Metí la mano en mi
bolsillo y saqué mi celular, era Ben.
— ¿Ben? — dije extrañado
al atender.
— Oye, ¿están bien? — me
preguntó.
— Sí, ¿Por qué? — le
dije.
— Porque el auto está
detenido ahí justo en la salida, pensamos que se les había quedado o algo,
¿necesitan ayuda? — dijo. No pude reprimir una risa, y miré a _________.
— No, Ben, tranquilo,
estamos bien. Ya nos vamos, sólo nos detuvimos unos segundos porque… — miré
a________ y ésta me miró para luego ponerse roja — Porque estábamos viendo a
dónde ir ahora.
— Bueno, entonces no pasó
nada — dijo Ben con tono divertido — Tu madre dice que por favor, cuando
termines de hablar con tu padre, la llames.
— Dile que lo haré sin
falta — dije y luego colgué.
_______ colocó sus manos
sobre el volante y comenzó a manejar de nuevo. Sonreí sin que me viera, y luego
dirigí mi mirada a ella.
— ¿En donde nos habíamos
quedado, cariño? — le pregunté y estiré uno de mis brazos para tocarla, ella al
instante se salió.
— No me toques,
pervertido — dijo sin dejar de mirar al frente.
— ¿Pervertido yo? — dije.
— Sí, el más pervertido
del mundo. ¿Cómo… cómo se te ocurre hacerme una cosa así?
— Discúlpame por ser un
pervertido, pero en este caso la culpa la tienes tú, ¿Quién diablos te mandó a
ser tan deseable?
Ella sonrió por lo bajo,
pero aun así no me miró. Guardé silencio, mientras que nos íbamos alejando más
de aquel campo y salíamos por la ruta para llegar a la cuidad.
— ¿Por qué tuvimos que
volver? — me preguntó. La miré y solté un suspiro.
— Mi padre… sabe donde
estoy. Entonces ahora voy a ir a decirle que todo se terminó y que sus amenazas
se las puede meter en donde no le da el sol — dije bastante contento por
aquella idea.
— Voy contigo — afirmó.
— No, cariño — le dije y
me miró — Fue muy claro conmigo cuando me dijo que fuera solo.
—Tom, eres demasiado
impulsivo a veces… tal vez te descontroles y… a pesar de todo es tu padre — me
dijo con preocupación.
— Tranquila, cariño —
susurré y tomé una de sus manos, haciendo que me mirara — No voy a hacerle nada
al infeliz.
— ¿Me lo prometes?
— Te lo prometo — le dije
y besé la palma de su mano.
Más rápido de lo que
esperé ______ se detuvo frente a la gran mansión de mi padre. Solté un suspiró
y la miré.
— ¿Estas seguro de que no
quieres que me quede contigo? — me preguntó. Sonreí por lo bajo.
— Cariño, todo va a estar
bien — le dije. Suspiró y me miró a los ojos.
— Está bien, te dejo aquí.
Yo tengo que ir a ver a Lola y luego a mi padre… sino después se ponen
insoportables — dijo. Acaricié su mejilla.
— Ve tranquila, saluda a
Lolita de mi parte… y dile que tal vez considere el volver a trabajar los
sábados — dije divertido. Ella me miró desaprobadamente — ¿Qué? ¿Acaso no te
gustaría?
— No, no me gustaría —
dijo. La miré sorprendido.
— ¿Por qué? — dije.
— Porque no quiero verte
babeando por las flacuchas esas que tiene mi madre como modelos —dijo celosa.
— Por la única que he
estado babeando últimamente es por ti, cariño — me acerqué a ella y la besé
despacio para luego alejarme — A la noche te llamo… quizás podemos salir a
comer algo o al cine y luego…
— Y luego nada — me
interrumpió.
— Pero mañana no tenemos
Universidad — dije al instante.
— No me importa… ¿tú
crees que a mi me gusta estar así todo el tiempo? — preguntó. La miré fijo, y
asentí levemente con la cabeza — Ya bájate… y, por favor, no hagas locuras, Tom,
prométeme que no vas a ponerte loco.
— Juro, cariño, que no
voy a hacer nada malo — le dije. Ella sonrió y me besó cortamente
— No, uno así de cortito
no, ¿Sabes cuantas horas estaremos alejados? Yo necesito un beso más largo para
no desesperarme…
Mordió su labio y se
acercó de nuevo a mí. Su boca se movió suave sobre la mía, mandando sensaciones
que nunca había sentido sobre mi cuerpo. Se alejó despacio pero se mantuvo
cerca.
— Ahora sí, ya puedes
irte — susurró.
— Te juro que no tengo
ganas de hacerlo — le confesé. Sonrió y se alejó completamente de mí.
— Vamos, cariño, ve, tu
padre te esta esperando — me dijo.
— Esta bien, adiós — la
besé otra vez y me bajé del auto.
Cerré la puerta y la
miré. Me sonrió de manera dulce y luego arrancó para dejarme allí parado
mirando como se alejaba. Solté un
suspiro y giré para enfrentar la casa de mi padre…
Aquel hombre que era mi
padre, aquel hombre que me dio la vida, pero al mismo tiempo aquel hombre que
hizo de la mitad de mi vida un infierno. No solo la mía, sino que la de mi
madre también.
Ese hombre que solo podía
tener odio de mi parte, vergüenza, decepción. Yo no podía sentir otras cosas
por él, nada de nada. Respirando profundamente comencé a caminar hacia la
puerta, toqué el timbre y esperé a que alguien me abriera.
— Buenos días, niño
Kaulitz — me saludó Berta cuando abrió la puerta. Ella era la encargada de
limpiar la mansión.
— ¿Qué tal, Bert? — le
dije y besé su mejilla.
— Bien, niño — me dijo y
me miró con algo de preocupación — Su padre lo espera en el despacho…
— Gracias — dije y entré
del todo para empezar a caminar hasta el despacho. Hacía ya tres años que había
dejado esta casa, nunca me había gustado vivir aquí. Por el simple hecho de que
siempre me recordaba el sufrimiento de mamá. Me acerqué a la puerta del
despacho…
— Pasa — escuché su voz.
Abrí y él estaba sentado
en aquella inmaculada silla. Su mirada estaba fija en unos cuantos papeles que
tenía en las manos. Levantó su vista hacia mí y una sonrisa hipócrita se dibujó
en su rostro.
— Me alegro que hayas
venido, hijo… por el bien de los que quieres.
CAPITULO # 48: (Fin del Maratom)
Lo miré fijo por unos
cuantos segundos… no puedo entender como alguien así puede ser mi padre. Cómo
mi madre pudo amar a esta basura.
—Ya no más, Jorg — le
dije. Él sonrió de costado y se acomodó mejor en su silla.
— Creo que va a ser mejor
que pienses en el bien de tu madre. — me habló.
Ahora yo sonreí de la
misma manera torcida y perversa que él.
— Ya no puedes hacerle
daño — le aseguré. Su sonrisa se desvaneció lentamente.
— Dime — dijo mientras se
ponía de pie – ¿Qué te llevó a tu madre? – no contesté y solo me dediqué a
mirarlo fijamente — Sé que esa jovencita con la que estás últimamente consiguió
el número de tu madre…
— No es ninguna tonta… ya
sé que intentaste manipularla ayer, no te funcionó ¿verdad? – reí levemente —
Ella no es como las demás. Ya no tienes poder sobre mí. Se terminó.
Se puso de pie y salió de
atrás de su escritorio. Se acercó a la biblioteca y comenzó a mirar los libros
que allí estaban. Él podía llegar a ser tan cínico, tan frío… tan distante.
Luego de que mamá se fue aprendí que lo único que podía recibir de Jorg Kaulitz
eran órdenes y amenazas. Se giró a verme y volvió a sonreír.
— Voy a demostrarte que
puedo ser generoso, Tom – dijo y volvió la mirada a los libros – Tienes un poco
de tiempo para jugar a ‘la casita’ con la ramera de tu madre…
— Bastardo – lo
interrumpí — Ella no es una ramera.
— No me interrumpas,
hijo, sabes que no me gusta – respiré profundamente tratando de no perder el
control – Como te decía, tienes un tiempo para jugar a ‘la casita’ con tu madre
y divertirte con esa muchachita.
— Sabes que ya no es cuestión
de tiempo… se terminó, Jorg, ya no más amenazas estúpidas y ese tipo de cosas —
dije. Volvió su vista a mí, se notaba que ya estaba perdiendo la paciencia.
— ¿Sabes? Sé a qué jardín
va hope – me paralicé y mi cuerpo se tensó – Es una niña muy linda, se parece a
tu madre. Le gustan mucho los dulces, ella me lo ha dicho.
— Gusano — musité por lo
bajo.
— Por eso mismo, hijo,
piénsalo bien, hijo... no me molesta que estés con la hija de Levine, una
pequeña diversión no te viene mal... pero lo mejor va a ser que dejes de la
loca idea de estar cerca de tu madre y de ese infeliz – sonreí ante la forma en
que llamó a Ben.
Reí divertido y él me
miró con furia.
— Padre, padre, padre —
dije calmando mi risa — No sé si has visto a tu alrededor últimamente pero, si
no, aquí tienes una noticia: YA NO ME CONTROLAS ni CONTROLARÁS.
— No estés tan seguro de
eso — dijo apretando los dientes.
— Puedes meterte tus
amenazas en donde más se te acomoden — le dije con una sonrisa.
— Puedo hacerlo mucho
mejor, hijo, te sorprenderías.
— ¿Sabes? — dije sin
dejar de sonreír — He visto cómo está mamá... y debo decirte que alejarla de ti
ha sido lo mejor que has podido hacer en este mundo. Así que, sin rencores...
papi, todo está bien. Ben le ha dado todo lo que tú jamás pudiste darle en la
vida – lo vi ponerse rojo del coraje, y eso me llenó de satisfacción – Cuidado,
papá, creo que estas a punto de tener una embolia. Cuídate, ¿sí?... ya estás
viejito, no debes pasar corajes.
Quise echarme a reír ante
su notorio enojo, pero traté de controlarme… pero es que juro que se me hace
imposible. Este infeliz tiene que pagarme una y cada una de las que me ha
hecho.
— Ten cuidado, hijo mío —
me dijo con toda la calma posible, mientras me miraba fijamente. Mi mandíbula
se tensó — Mide tus palabras… no querrás que algo le pase a tu nueva dama de
compañía ¿o sí?
Y esa fue la gota que
rebalsó el vaso, rápidamente me acerqué a él tomándolo de la camisa para
acercarlo a mí.
— Escúchame bien, maldito
infeliz — le hablé entre dientes sin dejar de sostenerlo por la camisa. Sus
ojos se clavaron en los míos — Dejaré de lado el motivo de tener tu maldita
sangre si le tocas un pelo a ______... no voy a dudar en acabar contigo.
— Te importa de verdad —
susurró como si acabara de descubrir lo mejor de su vida.
— Entendiste, ¿verdad? No
juegues conmigo, Jorg… ya no tengo 9 años. Y lo único que siento por ti es
desprecio, así que mejor no me busques — lo solté bruscamente y salí de aquel
despacho antes de acabara con la poca paciencia que me quedaba.
Cuando estuve afuera de
la casa, pateé lo primero que estuvo delante de mí. El tacho terminó en medio
de la calle con toda la basura esparcida.
Intenté calmarme, pero se
me estaba haciendo imposible. De verdad, pero de verdad si a él se le ocurre
hacerle algo a _______, lo mataré. Solté un suspiró y decidí calmarme del todo.
Comencé a caminar y luego de unos cuantos minutos llegué a mi casa, necesitaba
dormir un poco, pensar, despejarme. Abrí la puerta y al instante mi rubia prima
salió de la habitación.
— ¡Hola! — dijo con una
sonrisa de oreja a oreja. Se acercó a abrazarme, al instante se alejó de mí y
me miró bien — Oye, ¿Qué te pasa? ¿Acaso vas a decirme que arruinaste todo con
________ y pelearon? — no pude evitar sonreír.
— No, no peleé con
_______ — dije en un suspiro
— ¿Entonces? ¿Por qué esa
cara horrible? — preguntó. Le estaba por decir algo, pero me interrumpió con un
pequeño gritito – Quiero que me cuentes, quiero saberlo todo… todo ¿Qué pasó
con ________? ¿Por qué durmieron juntos? ¿Cómo te sientes? ¿Estás enfermo?
¿Sabes lo que haces verdad? — volví a reír.
— Sí, sé lo que hago…
todo está bien. Anoche me di cuenta de que todos tenían razón, yo estoy loco
por _______, la quiero… no puedo evitarlo.
Mirna llevó sus manos a
su pecho y puso su mejor cara de tonta emocionada, apretó los labios como si
evitara llorar y luego volvió a gritar. Me alejé un poco de ella.
— Aaay, muero, te juro
por Dios que me muero aquí mismo. No puedo creerlo, esto es increíble. Al fin,
primito – dijo y apretó mis mejillas.
— Ya, ya — dije
alejándome de su molesto agarre.
— Te quiero, primo — me
volvió a abrazar. Sonreí y le respondí el gesto.
— Yo también te quiero,
tonta — le dije. Se alejó de mí y soltó un suspiro. La miré bien, percatándome
de que estaba bastante arreglada — ¿Vas a salir? — ella se sonrojó
instantáneamente y ahí supe que ella saldría con Georg — Ooooh, vas a salir con
Georg.
— Bueno yo… él me invitó
al… cine y bueno, creo que ya es hora de… de hacerle un poco de caso. El pobre
ya me estaba… dando pena — habló nerviosa.
— Mentira, tonta — dije
divertido y la empujé levemente — Te mueres por él, admítelo.
— Bueno sí, me gusta —
dijo haciendo un leve puchero y mirando al suelo — Así que… no me esperes hoy,
no vendré.
— Está bien… al fin podré
dormir en mi cama — golpeó levemente mi brazo — Ya, sólo bromeo. Me voy a bañar
y a dormir un rato…
- Está bien, tontín,
adiós – dijo y besó mi mejilla.
Me dirigí a mi habitación
y me tiré en la cama. Tomé mi celular y busqué su número. Sonó una… sonó otra.
— ¿Cómo te fue con tu
padre? – preguntó al atender.
— Primero que nada,
“hola, cariño, ¿Cómo estás? Te extraño” – dije y escuché su risa.
— Hola, cariño, ¿Cómo
estás? Te extraño — me dijo.
Sonreí y me senté en la
cama para buscar un poco de ropa ya que iba a entrar a bañarme.
— Bien ¿y tú, cariño? —
pregunté.
— Bien, acabo de salir de
lo de mi madre… ahora voy a lo de papá.
— ¿Vas a tardar mucho?
Quiero verte.
— Quizás no podremos
vernos hoy, Tom — detuve mi búsqueda de ropa y me paré bien.
— ¿Por qué no? — dije
como un niño al que no quieren comprarle un juguete nuevo.
— Porque papá hará una
cena y seguro quiere que me quede…
— __________, no me hagas
esto — supliqué.
— Pareces un niño — dijo
divertida.
— Está bien, déjame solo…
no te necesito — colgué y me dispuse a buscar la ropa.
Mi celular comenzó a
sonar y sonreí al ver que era ella. Esperé unos segundos antes de atender.
— ¿Por qué me cortas?
¿Acaso de verdad eres un niño? — preguntó enojada. Sonreí.
— No me extrañas, es eso
— dije.
— Tonto, eres un tonto…
te comportas como un tonto. ¡Claro que te extraño! ¿Acaso crees que no me muero
de ganas de besarte en este preciso momento? – sonreí como un bobo mientras
entraba al baño.
— ¿Quieres besarme? —
pregunté.
— Claro que quiero
besarte — susurró.
— Yo quiero hacerte otras
cosas — dije con voz profunda.
— Tom — se quejó
divertida.
— Entonces, ¿no vas a
venir? — dije esperanzado con que me dijera que si iba a venir.
— Hagamos una cosa,
apenas salga de ahí te llamo y vemos si vamos al cine y tomar algo ¿quieres?
Así de paso hablamos de tu padre…
— No, no quiero hablar de
él — aseguré.
— Vamos, cariño, te hará
bien — sonreí levemente.
— Está bien, llámame, por
favor — dije.
— Te llamo, adiós — dijo
y colgó.
Tuve que haberle dicho
que la quería… pero ¿si es muy rápido? No, no es rápido, es sincero y real…
cuando la vea se lo digo. Me duché y luego me puse mi pantalón de dormir para
tirarme boca abajo en mi cama, estoy tan cansado, necesito dormir un poco. Mis
ojos comenzaron a cerrarse de a poco, hasta que todo estuvo totalmente oscuro…
Una sensación dulce
recorrió mi espalda, era algo así como una suave caricia… pero de labios. Me
moví un poco para alejar el escalofrío que me atravesó. La caricia o beso, no
estoy seguro, volvió a repetirse, pero esta vez más arriba. Seguro estoy
soñando y solo debo seguir durmiendo. Comenzó a ser más repetitivo y más dulce
que antes.
— Hueles a jabón de bebé…
eres tan hermoso — escuché su voz.
Me senté rápidamente en
la cama y me giré a verla. Seguro que yo estoy soñando y en cualquier momento
voy a despertar para estar solo.
—¿Cómo entraste? — le
pregunté mientras la miraba bien, para ver si era real.
Sonrió y levantó su mano
mostrándome las llaves.
— Se las robé a Mirna —
me dijo. Sonreí bobamente.
— ¿Tú me estabas besando
la espalda? — pregunté.
— Ajá — dijo asintiendo —
Y hueles tan lindo…
— ¿Qué pasó con la cena
de tu padre? — le dije intentando averiguar si era un sueño o no.
— Te mentí — dijo
mordiendo sus labios — Quería darte una sorpresa… parece que funcionó ¿Qué te
pasa? ¿Por qué tienes esa cara?
— Porque creo que estoy
soñando – dije.
— No, no estás soñando,
Tom — dijo divertida y levantó su mano para acariciar mi mejilla.
Cerré los ojos ante el
contacto de su piel.
— Ven aquí — dije y la
tomé de la nuca para acercarla a mis labios.
Su boca se movió sobre la
mía de manera apasionada, mientras colocaba sus brazos alrededor de mi cuello y
se acercaba más a mí. La tomé de la cintura y la subí sobre mí. Su ropa comenzó
a estorbarme cuando sentí la terrible necesidad de sentir su piel contra la
mía. Nuestras lenguas se mezclaron y ella gimió levemente enterrando sus manos
en mis cabellos.
Subí una de mis manos
hasta los primeros botones de su blusa.
— No, no, no, hoy no. —
dijo agitada alejándose de mi boca.
— Sí, por Dios — musité y
volví a besarla.
— No, Tom, no vamos a
hacer eso en donde yo comienzo arriba y termino abajo, mañana tengo que ir a lo
de mi madre. Además de que Rose viene por la mañana y qué… qué espanto que nos
vea — dijo cuando se volvió a alejar.
— Tu prudencia solo me
excita más, amor — le dije con una leve sonrisa.
Sus ojos se abrieron bien
y me miró como si acabara de decir algo que no entendió.
— ¿Cómo dijiste? —
preguntó. Sonreí y la acerqué un poco más a mí, rozando sus labios.
— Que te niegues solo
hace que te desee mucho más — susurré.
— No, lo otro — musitó.
Sonreí para mi mismo… ella quería escucharlo de nuevo.
— ¿Qué cosa, ______? —
pregunté haciéndome el tonto.
— Me dijiste ‘amor’ —
dijo con un brillo especial en los ojos.
— ¿Yo? No, yo nunca dije
eso…
El brillo que adquirieron
sus ojos se desvaneció como el humo en el aire. Miró hacia otro lado y se bajó
de mí lentamente.
— Bueno… escuché mal —
dijo sin mirarme.
— Sí, tal vez sí — dije
asintiendo.
Las ganas de echarme a
reír me invadieron, pero me contuve. _______ se puso de puso de pie y la miré,
esperando que me mirara.
— Voy a buscar algo de
comer — sentenció con tono frío.
Antes de que pudiera
caminar la tomé de la mano y la jalé hacia mí, para luego girar y que quedara
debajo de mí.
— Sí, te dije amor… dije
que tu prudencia me excita más, amor. Mucho más — dije sin dejar de mirarla
fijo a los ojos.
HI! Bueno pues ... ya falta poco para que termine la historia, espero que les esten gustando los caps ... Bueno que esten bien, nos vemos xD
que si me estan gustando?!?!?!?! POR DIOS !!!! estan mejores que nunca :DDDDDD !! DIOS !!! espero que subas pues no se sorry si es mucha presion pero con esto me libero de mis horribles dias !!!! DIOS ! gracias por subir :) cuidate y nos leemos prontito ;)
ResponderEliminarAwww muerooo!! Todo esta saliendo bien.. Menos mal ojala Georg no hagaa nada maloo..
ResponderEliminarAmo tus fics Virgii estan de lujooo siguelaa xD