jueves, 14 de noviembre de 2013

Capitulos de Maratom

Capitulo # 26

Luego del juicio volví a mi casa con mi prima y mis amigos. Mirna se preparó para ir a lo de ______, en donde me dijo que desde ahora en más se iban a juntar por mi culpa… Pues eso es mejor para mi, ya no tendré que llegar a mi casa y verla… infestada de chicas. Gustav y Georg se sentaron al mismo tiempo en el sillón.

—¿Y que pasó con ______? —me preguntó Schafer.

Solté un agobiado suspiró y me senté frente a ellos después de pasarles su plato de comida. Habíamos pedidos unas pizzas.

—Es una loca —dije irritado.

—Pero bien que esa loca te salvó el pellejo, ¿vieron la actuación que hizo? —habló Georg.

—Fue increíble, te aseguro que casi me hace llorar —agregó Gustav.

—Ya dejen de hablar de ella —sentencié.

—¿Qué sucede? ¿Estás sensible hoy? —preguntó con burla Listing.

—No me busques… porque vas a encontrarme —le advertí.

—No creo que quieras otro día en la cárcel ¿o si? —dijo Schafer.

Gruñí por lo bajo y tomé un poco de mi lata de cerveza antes de darle un mordisco a mi porción de pizza. Sus palabras aun sonaban en mi cabeza. ‘Querías una respuesta directa, entonces la tendrás. ¡No! ¡No tienes ninguna posibilidad!’ ¡Condenada y mil veces condenada seas ______! Luego de terminar de comer, ordenamos todo y nos acomodamos para dormir. Hoy, ellos se quedarían a dormir aquí. Me acosté en el colchón y miré fijo al techo. ______ no salía de mi cabeza, ______ me atormentaba y no me dejaba pensar en otra cosa que no fuera ella. Levanté la cabeza para mirar a mis amigos y ambos ya estaban dormidos. Sin hacer ruido, me puse de pie, tomé el teléfono y salí al balcón. Cerré la puerta, para que no escucharan y caminé hasta el fondo. Me recargué sobre la baranda y comencé a marcar el número de su casa. Comenzó a sonar, pero nadie contestaba. Corté y volví a marcar. Sonó una vez… sonó otra.

—¿Hola? —escuché su dormida voz. No dije nada, solo guardé silencio —¿Hola? Holaaaa, ¿Hola, hay alguien? —preguntó elevando un poco más su voz —¿Leo? ¿Eres tú?

—¿Quién es Leo? —la pregunta salió impulsivamente de mí.

—¿Kaulitz? ¿Eres tú? —dijo con sorpresa.

—Te hice una pregunta directa, espero una respuesta directa —le dije.

—¿Acaso no has visto que hora es? —preguntó nerviosa.

—¿Quién diablos es Leo? —dije elevando más mi voz.

Guardó silencio por varios segundos. Solo se escuchaba su leve respiración, y por un momento deseé poder escuchar esa respiración pero cara a cara. Poder escuchar esa respiración cerca de mi oído…

—Si te contesto, ¿me dejaras en paz? —dijo con voz calma.

—Contéstame de una vez —sentencié.

—Un viejo amigo…

—¿Qué clase de amigo? —pregunté al instante.

—¿Acaso esto es un interrogatorio judicial? Que yo sepa el que estuvo preso fuiste tú, yo no le debo nada a nadie. Así que mejor deja de molestar y déjame dormir, ¡de una vez! —me dijo.

—¡Ahora tú vas a escucharme…! —escuché el interminable sonido del fin de la llamada.

Me había cortado. Con cuidado alejé el teléfono de mi oreja. No, ella no pudo haberme cortado el teléfono de esa forma. Respiré profundamente antes de enloquecer.

—LOCO, QUIERES VOLVERME LOCO —le grité al teléfono como si de verdad ella iba a escucharme.

Al día siguiente me negué rotundamente al ir a la Universidad, hasta que Georg me amenazó con hacer explotar a Betty, si no me movía de donde estaba. Entonces accedí a regañadientes. Desayunamos algo rápido y partimos para allí. Antes de llegar Gustav, se desvió del camino, diciendo que tenía que ir a buscar unas cosas. ‘Hoy me animaré al fin’ Eso fue lo último que nos dijo antes de doblar una calle antes de la calle que nos llevaba a la Universidad. Georg y yo nos miramos un poco extrañados, y decidimos dejarlo pasar. Llegamos y la gente, ya comenzaba a entrar apresurada. Estábamos por llegar tarde, una vez más. Pero eso no me importaba en lo más mínimo. Mi amigo y yo divisamos un elegante auto, y era nada más, y nada menos que el auto de ______. Ella se bajó y luego se bajaron mi prima y Ana. Las tres reían divertidas. Mirna fijó su mirada hacia nosotros y dijo algo. Al instante las otras dos se giraron a vernos.
La mirada divertida de ______, se esfumó al posarse sobre mí. Revoleó los ojos y suspiró levemente. Comenzaron a acercarse a nosotros.

—Buen día —saludó Mirna alegre.

—Hola —dijo con tono bobo Georg.

Mi rubia prima rió divertida y negó con la cabeza.

—Buenos días —dijo por lo bajo Ana.

—Buen día Ana —le respondí.

—Hola Georg, ¿Cómo estas? —le preguntó ______.

Georg frunció el ceño y me miró a mí.

—Mmm, muy bien ______ ¿Y tú? —le dijo él.

—Mejor que nunca —aseguró.

—¿Acaso has perdido la falta de modales? —le dije.

Ella bostezó y luego miró su reloj. Miró a sus amigas.

—Chicas, creo que ya debemos entrar, se nos hará tarde —dijo y volvió su vista a Georg —¿Dónde está Gustav?

—No lo se, dijo que iba a hacer una cosa —contestó mi amigo.

Le iba a decir algo, hasta que sentimos como alguien llegaba. Nos giramos a verlo y era Gustav. Se bajó rápidamente de su moto y agitado se acercó corriendo hacia donde estábamos nosotros. Lo miramos extrañado, pues traía consigo un gran ramo de flores.
Los verdes ojos de Ana se abrieron bien al verlo. Agitado Schafer se acercó hasta ella.

—Ana —dijo respirando trabajosamente —Se que piensas que soy un… tarado, y puede ser que tengas toda la razón del mundo. Pero… pero te juro que ya no me siento tan así. Siento que… que puedo cambiar cada vez que veo. Porque eres eso que yo necesito para ser una mejor persona, eso para ser un hombre de bien…

—Aaaaaw, ¿escuchas lo que le esta diciendo? —preguntó enternecida Mirna.

Volví mi vista hacia Schafer. ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Acaso se había vuelto completamente loco?

—Se que no tuvimos un buen comienzo, y tampoco un buen encuentro y bueno casi nada. Pero quiero demostrarte que puedo ser otro de ese que te imaginas, ¿Me dejas? —le preguntó y le tendió el ramo de flores.

La pequeña chica de anteojitos tomó atónita las flores. Yo creo que no podía creer todo lo que Gustav le acaba de decir. Todos esperamos ansiosos a que le dijera algo.

—Vamos Ana, dile algo —le susurró ______.

—Mmm, yo… —habló algo nerviosa —Yo… yo también creo que podrías cambiar.

Gustav sonrió contento y se acercó a abrazarla. Ashley nos hizo un gesto para que con mucha discreción comenzáramos a salir de allí. Cuando estuvimos lo suficientemente alejados. Las dos chicas comenzaron a saltar y a reír divertidas. Georg y yo las miramos extrañados.

—Es un amor —dijo la morena.

—¿Quién se hubiese imaginado que Gustav diría unas cosas tan lindas? —preguntó Mirna.

—Fue demasiado tierno…

—¿Tú crees que Leo hará lo mismo? —le dijo. Entonces me concentré en prestar más atención a lo que decían. ______ dirigió una leve mirada sobre mí.

—No lo sé, solo me dijo que iba a llamarme. Aún estoy esperando que lo haga —le contestó.

Sentí un gran nudo en mi garganta. Quería golpear a alguien, especialmente a alguien llamado Leo. Un celular comenzó a sonar, las dos se miraron sorprendidas. ______ lo sacó de su bolso y le mostró la pantalla a Mirna.

—¡Es él, es él! —dijo entusiasmada mi prima —¡Atiéndelo, atiéndelo!

—¿Tú dices? —preguntó dudosa.

¡No lo atiendas! ¡Cuélgale! ¡Ódialo! ¡Aborrécelo! Tanto como a mí.

—¡Vamos tonta, contesta! —le exigió mi adorada y tierna prima.

—Hola Leo —dijo cuando atendió. Miró fijo a mi prima y sonrió divertida —Claro que estaba esperando a que me llamaras…

Ambas comenzaron a caminar para alejarse de nosotros. Georg se giró a verme.

—Creo amigo, que deberías de decirle a tu cara que es hora de sonreírle un poco a la vida —me dijo apoyando una mano sobre mi hombro.

El viernes se me pasó lento y frustrado. Esa noche tenía pensado salir con una chica que estaba un año más alto que yo. Pero juro que no tenía cabeza, ni ganas. Por lo que tuve que suspender, una vez más, una salida. ¿Cuántas ya van que he rechazado? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¡Diablos, jamás había tenido un prontuario de chicas rechazadas!
Todo lo malo que me pasa es culpa de aquella condenada, de aquella loca que, maldita sea la hora posé mis ojos en ella. Aquella loca que quiere volverme loco. Pero no va a conseguirlo. Primero soy yo, segundo soy yo y tercero soy yo. Así es mi vida, al que le gusta bien, y al que no también. El sábado me desperté más temprano de lo normal. Hoy tenía que ir a trabajar a lo de Dolores. Que mejor momento para acercarme a ella y seducirla, hacerle saber que no estoy celoso como ella seguramente debe pensar.
Llegué a las oficinas y subí realmente entusiasmado. Quería verla y que ella viera lo bien que yo estaba, aunque eso no sea del todo cierto. Llegué al piso y me bajé, caminé hasta el salón de siempre, pero mis pasos se detuvieron al verla allí hablando con un chico. Ambos reían divertidos. Lo miré bien. Aquel chico… se veía bastante rarito. Vestía un pantalón color beige, una camisa blanca y un pañuelo color dorado colgaba alrededor de su cuello. Su pelo estaba bien peinado y juro que tenía mejor cutis que todas las modelos que allí estaban. Lo escuché reírse al igual que ______.

—¡No puedo creer que le hicieras eso al pobre de Bill! —dijo entre risas y golpeando levemente el brazo de ______.

—¿Lo conoces? —me preguntó Dolores acercándose.

—¿Es Leo? —le pregunté sin dejar de mirarlos.

—Aja, él es el famoso Leo. Estudió con ______ fotografía, y desde entonces son muy buenos amigos. Como te habrás dado cuenta Leo… es más una amiga que un amigo.

—Si, si —dije asintiendo y la miré. Le sonreí abiertamente – Me he dado cuenta, ¿Necesitas que empiece a hacer algo?

—¿Puedes ir a buscar a la oficina de al lado el historial de las modelos? —me preguntó.

—Claro que si jefa —dije con mi mejor sonrisa y salí de allí.

¡Ja! No puedo creerlo, el famoso Leo, batea para el otro equipo. Tuve que haberlo previsto, era obvio, ella solo quería darme celos. Cosa que no ha funcionado…
Bueno tal vez un poco… pero nada fuera de lo normal. Escuché que alguien entraba y me giré a ver. Era ella. No dijo nada y se dedicó a acercarse a una de las mesas. Sonreí por lo bajo.

—¿Así que ese es Leo? —le pregunté. No me respondió —¿Tu amiguito es gay?

—¿Hablas de Leo? —dijo sin mirarme.

—¿Acaso hay otro? —dije apoyándome contra la mesa.

—No —dijo sin dejar de buscar. Hasta que me miró. Sentí un pequeño escalofrío —¿Cuál es el problema?

—Que tu intento de darme celos, no funcionó —le dije. Ella comenzó a reír. La miré divertido, nunca la había visto reír de esa forma.

—¿Mi intento de darte celos? —dijo divertida —¿De que hablas? Yo nunca quise darte celos.

—¿A no? ¿Entonces porque no me dijiste desde un principio quien era? —pregunté.

—Yo te dije claramente que era un viejo amigo, allá tú con lo que pensaste. Además, ¿Qué te crees? ¿El ombligo del universo? Mi vida no gira en torno a ti, Tom.

¡Pero mi vida si gira en torno a ti en este momento, maldita sea! La miré fijo y sonreí levemente. Me alejé de la mesa y me acerqué un poco a ella.

—Pues, has un esfuerzo para que no se note que te mueres por mi, se te ve feo —le dije.

Negó con la cabeza y suspiró.

—Eres intratable… ahora sal de mi camino que Leo me está esperando para hacer unas fotos.

Quiso salir, pero me puse en su camino. Me miró fijo a los ojos.

—¿No me extrañas ni un poquito? —le pregunté.

Sus ojos se desviaron de los míos hacia otro lado.

—No, para nada —contestó rápidamente —¿Sabes? Hasta he estado mejor. Tenías razón con lo del otro día. Yo te hacía más mal que bien, al igual que tú a mí. Así que alejados estamos perfectamente bien… ¿no lo crees?

La miré fijo a los ojos, buscando alguna respuesta a esto que me esta pasando. ¿Qué diablos es? Una maldita obsesión que no va a dejarme en paz, hasta que la haga mía. Solo necesito eso para poder ser como antes.


—No, no estoy de acuerdo —le dije y salí de allí antes de hacer una locura.

Capitulo# 27

Me acerqué al lugar en donde había dejado mis cosas y las tomé. Busqué a Dolores con la mirada y despacio me acerqué a ella.

—Dolores, necesito hablar contigo —le dije. Ella me miró.

—Luego continuamos muchachas —les dijo a las modelos que me echaron una devoradora mirada, como si yo fuera algo de comida. Aunque si lo soy, en este momento me siento como un yogurt vencido —¿Qué sucede pequeño?

—lolita, renuncio —solté lo que tenía pensado sin ninguna traba. Sus ojos se abrieron bien.

—¿Qué? Pero, ¿Por qué? ¡No puedes renunciar! ¡Eres el mejor ayudante que he tenido en años, Tom! —me dijo

—Lo se, lo se, no hay nadie como yo. Pero es lo mejor para mí, antes de que tu hija me vuelva completamente loco.

—¿Quieres que la rete un poco? —preguntó.

—No, no. Eso no cambiaria mi problema —dije. Me acerqué a ella y besé su mejilla —Eres la mejor jefa que un chico como yo podía tener…

Sus ojos se humedecieron y me miró con tristeza.

—Y tú eres el mejor ayudante del mundo —me dijo y acaricio mi mejilla maternalmente.

¿Hace cuanto que no recibo una caricia así? Tal vez de mi nana, pero no se siente parecido a la caricia de una madre. Eso debe sentir _______ cada vez que su madre la acaricia o la mima.

—Adiós lolita —dije por lo bajo.

—Toma —sacó de su bolsillo un sobre con dinero —Esto es tu sueldo del mes…

—No, no lo quiero…

—¿Cómo que no Tom? Por favor, déjame pagarte…

—No podría cobrarle al mejor trabajo de mi vida.

—Por favor, por lo menos dame ese gusto. Ya que no te quedas, déjame pagarte el mes.

—Pero aun no termina el mes…

—Tómalo, y no acepto un no —sentenció. Suspiré y tomé el sobre. Ella se acercó a mí y me abrazó —¿Vendrás a visitarme?

—Cada vez que pueda —le dije.

Se alejó y sonrió.

—Ya puedes irte.

Sonreí y me di vuelta para irme a quien sabe donde a despejar un poco mi cabeza y mis problema. Mejor dicho mi problema el cual tiene nombre y apellido, _______ Levine.
Salí de las oficinas sobre Betty y comencé andar sin rumbo alguno. Hasta que sin darme cuenta estacioné frente al bar de Susan. La última vez que vine aquí fue cuando esa… esa condenada se me puso a bailar sensualmente y provocar a todos los borrachos del lugar. Me bajé de la moto y caminando despacio entré. Para la temprana hora que era, el lugar ya estaba infestado. Este era un lugar perfecto para desahogar culpas, dolores y problemas. Y no había nadie mejor que Susan para hablarlo. Ella no ponía un límite para tomar. Ella te dejaba tomar hasta que se te diera la gana, y por ese motivo era el bar más visitado de todos. Sonando los huesos de mis manos me senté en la barra. Susan me miró algo sorprendida.

—Vaya, vaya —dijo y sonrió —Hace bastante que no te veía por estos lados, Tom ¿Qué te ha pasado?

—Sírveme un vaso de vodka —le dije. Ella asintió.

Puso el vaso frente a mí y lo llenó hasta el tope. Mi celular comenzó a sonar. Busqué en mi bolsillo y miré la pantalla. _______ llamando. Vacilé algunos segundos en contestar, pero fue más fuerte que yo y terminé por atender.

—Hola —dije apenas.

—¿Dónde estas? ¡Te necesito! —me dijo ella. Cerré los ojos con fuerza y maldije para mis adentros.

—Supongo que no te refieres a que me necesitas por que no puedes vivir sin mí, sino a que quieres que te haga algún mandado, ¿verdad? —le pregunté.

—Vas entendiendo como es esto —dijo contenta.

—Bueno, como sea. Le di la renuncia a tu madre…

—Pero…

—Que tengas buena tarde —colgué el teléfono y lo apagué.

No quiero volver a escuchar su voz en todo el día. Tomé el vaso que estaba frente a mí y me lo acabé de un solo trago.

—¿Mal de faldas? —me preguntó Susan. La miré y le hice un gesto para que me volviera a servir. Volvió a llenar el vaso.

—¿Recuerdas a la chica que traje la última vez? La morenita, que tiene cara de niña, pero en realidad es el diablo en persona —le dije. Ella sonrió.

—Si, si la recuerdo. _______, ¿así se llama?

—Exactamente —afirmé y tomé un trago de vodka.

—¿Qué pasa con ella?

—Esta volviéndome loco, completamente loco…

—¿Loco por que te persigue o loco por que no te da ni la hora?

—Ninguna de las dos.

—Entonces, ¿Cómo es la cosa?

Volví a tomar, hasta que el vaso quedó vacío. Sentí como el liquidó quemaba a su paso mi garganta, hasta llegar ardiendo a mi estomago.

—Ella quiere que seamos amigos…

Susan rió por lo bajo y sin que yo se lo dijera volvió a llenar el vaso.

—¿Qué tiene eso de malo?

—¡¿Cómo que tiene de malo?! —le pregunté elevando un poco mi voz —Yo no puedo ser amigo de una chica con la que tengo fantasías sexuales…

—Aaaah, por ahí viene la mano —dijo divertida —Tú quieres revolcarte con ella como un sexopata y ella solo esta dispuesta a darte su amistad.

—Si, así de simple y sencillo —dije con sarcasmo.

Tomé otra vez, pero esta vez no ardió tanto como la anterior.

—¿Tú ya le dijiste que quieres acostarte con ella? —me preguntó.

—Se lo dije, se lo insinué, casi se lo grafiqué… pero aun así no hay caso.

—Entonces no es que ella no quiere acostarse contigo porque no te tenga ganas o algo por el estilo. Ella no quiere hacerlo contigo, porque tiene miedo —me dijo.

Fruncí el ceño y la miré extrañado.

—¿Miedo? Que yo sepa no es virgen…

—No tonto —dijo divertida —Tiene miedo de sentir algo más que placer después de estar contigo —la miré más confundido que antes —¿La has besado?

—¿Qué si la he besado? Era uno de mis pasatiempos favoritos —dije exagerando un poco la cosa, mientras volvía a tomar un poco más.

—¿Cómo reaccionaba ella cuando la besabas? —me preguntó.

Comencé a dejar que mi cabeza pensara y recordara aquello. Siempre al principio se dejaba, pero luego reaccionaba… y no de la mejor manera.

—Se dejaba un poco pero luego reaccionaba y… me abofeteó un par de veces —dije y coloqué mi mano sobre mi mejilla, como si _______ me acabara de golpear.

—¿Lo ves? —dijo, mientras pasaba una rejilla sobre el mármol de la barra —A ella le da miedo, pavor, horror, sentir algo por ti… es más que obvio.

—Entonces, ¿tú dices que está enamorada de mí? —le pregunté totalmente confundido.

—No digo enamorada —aclaró ella —Pero que le gustas… si le gustas. Una mujer que cuando la besan al principio cede un poco… pero luego reacciona así, es porque ese hombre le gusta más de lo que desea. Pero… ¿Y tú? —me dijo. La miré.

—¿Yo que?

—¿Qué te pasa cuando la besas? —preguntó.

—¿Cuándo la beso?  bueno… cuando la beso, ya te dije, necesito tener una cama cerca porque me enloquece —le dije.

—Entonces, si te enciende solo con un beso estás metido hasta la cabeza —dijo divertida.

—¿Metido? —dije confundido.

—Enganchado, atontado, enamorado… como sea —dijo ella.

—No, no, no —dije con tono divertido —Yo no estoy enamorado de _______. Yo estoy Obsesionado con ella. Yo ya dije, que esto se me va a quitar cuando me acueste con ella…

—¿Y si no se te quita? ¿Qué pasa si después de acostarte con ella eso que llamas ‘obsesión’ no se te va? —me dijo.

La miré fijo por unos cuantos segundos. Ella solo quería asustarme, incomodarme, o simplemente me estaba hablando muy enserio.

—Se me va a ir —aseguré.

Volví a tomar, y ya sentí un leve mareo que confundió mis pensamientos.

—Es una muchacha muy bonita, y parece tierna —dijo ella. Reí por lo bajo y terminé de tomar lo que estaba en el vaso. El alcohol, ya se me había subido a la cabeza.

—Si, es tierna, es dulce, es inteligente, es hermosa… pero es diabólica, enredadora, calculadora y es muy factible que logre volverte loco.

—Dime, ¿te preocupas por ella?

—¿Preocuparme? —pregunté y le hice un gesto para que volviera a llenar el vaso. Lo llenó de nuevo, y yo volví a tomar un sorbo.

—Si, preocuparte, estar muy pendiente de ella. Como por ejemplo, saber quien le habla, quien la mira, que hace, a donde va, con quien va, su salud, su bienestar…

—Puede ser —dije y apoyé el vaso en la barra —Si tal vez… he estado bastante pendiente de ella…

—Si, se notó aquella noche, en la que te la llevaste de aquí para que nadie más que tú pidiera mirarla o si quiera pensar en fantasear con ella —me dijo con media sonrisa en los labios.

—¡Ya deja de insinuar que estoy enamorado de ella! —le advertí.

Susanrió divertida.

—Me parece que voy a llamar a Georg para que venga por ti, ya estas ebrio —me dijo con una leve sonrisa.

—¡No, no necesito de nadie! —le dije enojado —Estoy bien, puedo irme solo.

—No puedes irte solo, y lo sabes —me dijo y me quitó el vaso —Ya no tomaras más…

—¿Qué pasa contigo? —le pregunté molesto —¿Desde cuando pones limites para tomar?

—Desde hoy y más con un muchacho. Aun eres un bebe de pecho como para tomar hasta no recordar tu nombre —me dijo.

—Pues ¿no te parece que eso lo decido yo? —dije y quise tomar el vaso, pero ella lo alejó más de mí.

—No, ya no vas a tomar —sentenció y escondió el vaso debajo de la barra.

—Susan… necesito olvidarme… de —dejé de hablar y la miré. Ella sonrió.

—Necesitas olvidarte de _______ —terminó la frase —Pero no te la vas a sacar de la cabeza con alcohol, es más quizás el alcohol te lleve a hacer cosas que en realidad no quieres hacer…

—Solo quiero una noche con ella —hablé con la voz acortada. Ya comenzaba a salir mi parte sentimental —¿Es mucho pedir un poco de ella?

—Quizás no necesites solo un poco de ella —me dijo, la miré fijo y fruncí el ceño amargamente.

—Voy a llamarla —le dije y saqué mi celular.

Lo prendí y comencé a buscar su número.

—Logan, no creo que sea buena idea que la llames en estas condiciones —dijo e intentó quitarme el teléfono, pero no la dejé.

Lo puse en mi oreja y esperé a que ella me contestara.

—¿Se puede saber en donde estas? —me preguntó al atender. Su voz pareció enviar una oleada de calor a mi cuerpo —Todo el mundo esta buscándote.

—¿Por qué no quieres darme una noche? —le pregunté con voz ronca, mi garganta estaba seca por culpa de alcohol.

—¿Qué? —musitó atónita.

—¿Por qué no me quieres dejarme entrar en ti solo una noche? ¿Acaso es demasiado pedirte un poco de placer?

—Tom, ¿estas ebrio?

—¿Qué importa eso? Quiero que me contestes, ¿Por qué? ¿Por qué no me dejas tocarte y besarte hasta que amanezca?

—¿Dónde estás? —volvió a preguntar.

—¿Por qué me rechazas?

—Por favor Tom, préstame un poco de atención y deja de decir tonterías…

—¡No son tonterías! —le dije exasperado —Te necesito. Te deseo de una manera inhumana, de una manera apabullante, de una manera inusual… te deseo _______, no sabes cuanto.

—Déjame ir por ti… dime donde estás —pidió en un susurro. Cerré los ojos y respiré profundamente.

—No quiero que vengas por mí, solo te quiero en mi cama, en mis brazos, debajo de mí…

Sentí como alguien me quitaba el teléfono, me giré a verla.

—_______ soy Susan, no se si te acuerdas de mí, pero Tom está aquí en el bar de siempre


Capitulo # 28

Miré como terminaba de hablar y colgaba el teléfono. Me miró fijo.

—¿Por qué me sacaste el teléfono? —le pregunté.

—Porque creo que ya te estabas pasando —me dijo.

—Tenía que decirle lo que pensaba —me defendí —Ahora dame un poco más de vodka.

—No —sentenció.

—¿Por qué?

—Porque ya viene por ti, y ya no te voy a dar de tomar…

—Bueno, como quieras. Déjame pagarte lo que consumí, ¿Cuánto es? —pregunté mientras medio confuso sacaba mi billetera.

—Tampoco —me dijo.

—¿Tampoco? ¿Por qué nadie hace lo que yo quiero?

—No voy a cobrarte, porque sé que estás mal y has venido aquí con el fin de olvidar. Pero no has podido, así que… esto va por mi cuenta.

—Eres lo más cercano a una hermana mayor que he tenido en toda mi vida —dije melancólico.

—No te pongas sentimental conmigo, por favor —dijo divertida.

Asentí con la cabeza y escuchamos como la puerta del bar se abría. Me giré a ver y ella me miró fijo. Rápidamente se acercó a mí.

—¡No puedo creer que hayas llegado a estar así! – me retó nerviosa.

—Hola cariño —le dije divertido. Revoleó los ojos y miró a su Susan.

—Muchas gracias Susan —le dijo.

—No es nada linda, llévatelo y… cuídalo. Está un poco sensible —le dijo ella.

Sentí como una de sus manos rodeaba mi brazo, entonces la miré fijo. Me hizo poner de pie y cuando lo hice, sentí que iba a caerme de cara al suelo. Ella colocó mi brazo alrededor de su cuello y me sujetó por la cintura.

—______, ¿quieres que le diga a alguno de los muchachos que lo lleve hasta afuera? —le preguntó Susan.

—No Susan, así estamos bien. Muchas gracias —le dijo ella y comenzó a caminar —Por favor, has el esfuerzo de caminar y no quebrarme el cuerpo.

—Lo estoy haciendo —le dije. Salimos afuera del bar y el frío viento de la noche erizó mi piel. ¿En que momento se había hecho de noche? Divisé a Betty, y dirigí mis pasos para allí, pero ______ me empujaba hacia un auto. Su auto.

—No —dije y me solté de ella. Me tambaleé un poco, pero me pude mantener de pie —Yo tengo que irme en Betty.

—Estás completamente loco si piensas que te voy a dejar subirte a esa cosa en este estado.

—Betty no es una cosa.

—Lo que sea. Ahora mueve tu trasero al auto.

—¿Qué pasará con Betty? —dije mirando a mi moto.

—Susan la cuidara y mañana, mandaremos a Georg y a Gustav por ella ¿si? – me dijo. La miré fijo a los ojos por unos cuantos segundos.

—Te odio por ser así de hermosa ______ —le dije.

—Luego discutimos tu odio, ¿vamos? —preguntó. Asentí con la cabeza y caminé con cuidado hasta el lujoso auto. Ella me abrió la puerta y me senté pesadamente en el asiento de atrás, la cerró y entonces me acosté. Mi cabeza giraba, así que tenía que estar acostado. Ella se subió y comenzó a andar. Abrí un ojo y miré hacia su asiento. No podía ver su silueta, pues el asiento es más grande que ella, y ninguna parte de su cuerpo sobresale por algún costado. Entonces me forcé a sentarme. Ella me miró a través del espejo retrovisor.

—¿Cuál es tu problema? ¿Qué necesidad tienes de terminar ebrio? – me preguntó.

—Mi problema eres tú, así que si alguien tiene la culpa de mi estado en este momento, esa eres tú —le dije.

El coche se detuvo en una esquina. La miré extrañado. Se giró a verme y se quitó el cinturón de seguridad. Sin ningún problema se pasó atrás. La miré más extrañado que antes.

—Así que, yo soy tu problema —me dijo.

—Si —dije asintiendo.

—Y para que todos tus problemas se fueran, yo tendría que acostarme contigo.

—Podría ser.

—Entonces lo haré.

—¿Qué?

—Eso, que me acostaré contigo, como tanto lo deseas.

Se inclinó hacia mí y tomó mis labios en un acalorado beso. Mis ojos estaban abiertos, por la sorpresa de su comportamiento, pero no tardaron en cerrarse y en responder a ella. Gruñí mientras sentía como se subía a horcajadas sobre mí, y su lengua bailaba caliente junto a la mía. Sus manos se enterraron en mis cabellos y con cada movimiento me acercaba más a ella.

—______ —dije agitado cuando ella comenzó a mordisquear mi mandíbula y llegaba hasta mi oreja.

—¿Qué? —susurró y un escalofrío recorrió mi espalda.

—Estamos en un auto —le dije sobrexcitado. Ella se alejó un poco de mí y sin decir nada me quitó la remera. Comenzó a besar mi cuello y comenzó a bajar su lengua por mi pecho.

—¿Y desde cuando te importa el lugar? —preguntó y volvió su boca a mis labios.

—No, no es que me importe, pero… al diablo —dije y la tomé de la nuca para acercarla más.

Con una mínima capacidad de movimiento, logré girar sobre ella y apresarla debajo de mí. La miré fijo a los ojos, respiraba agitada y el color de sus labios era de un rojo intenso por la presión de nuestras bocas.

—No te detengas, sigue —me habló.

Volví a capturar sus labios, y soltó un leve gemido que logro enloquecerme rápidamente. Bajé mis labios de los suyos, a su cuello. Comencé a desabrochar los botones de su camisa, mientras depositaba pequeños besos en lo que había visible de su piel. Una de sus manos bajo caliente por mi espalda, quemándome por dentro.
Si, iba ser mía, ahora ella iba a ser solo mía…

—Tom, ¡Tom! —abrí mis ojos algo sobresaltado. Miré a mí alrededor y estaba acostado en la parte de atrás del auto. Miré al frente y la vi parada con la puerta abierta – Llegamos a tu casa, sal del auto.

Solo había sido un sueño. Un maldito sueño.

—¿Por qué me despertaste? —le pregunté mientras lograba sentarme —Te estaba por hacerte mía en mis sueños…

Entrecerró los ojos y me miró mal.

—Eres un sucio —me acusó.

Me ayudó a salir del auto, y me ayudó a caminar hasta mi departamento. El sabor de sus labios había sido tan real, que puedo jurar que eso no había sido un sueño. Llegamos y ella abrió la puerta. Al parecer no había nadie.

—¿Dónde está Mirna? —le pregunté.

—Debe estar por ahí, no lo sé —me dijo ella con dificultad ya que casi podía decirse que me estaba arrastrando hacia dentro —¿Podrías ayudarme un poco? Si no te has dado cuenta pesas el doble de lo que peso yo, y no puedo cargarte…

Me incorporé bien y ella suspiró. Caminamos hasta el cuarto. Al fin iba a dormir en mi cama. Entramos y ella me ayudó a acostarme. Suspiré aliviado.

—Bueno, ya estas sano y salvo en casa. Ya me voy —me dijo.

—No, no te vayas —le pedí.

—Tengo que irme, Tom…

—Quédate hasta que me duerma, por favor —le rogué.

—Está bien —dijo soltando un suspiro.

Se sentó en el suelo, justo a mi lado. La miré fijo a los ojos, y traté de entender mi necesidad de que se quedara.

—¿Puedes darme tu mano?

Despacio levantó su mano y tomó la mía. Sus fríos dedos se entrelazaron con los míos, que estaban calientes. Su mano era el doble más pequeña que la mía, el doble de frágil y el doble de suave… Cerré los ojos y acerqué nuestras manos a mi pecho. Quizás así no se pueda ir cuando me duerma, o quizás si. Comencé a despertarme porque mis ganas de ir al baño me estaban llamando. Cuando sentí que mi cabeza despertaba, sentí un terrible dolor allí. Cerré los ojos con fuerza, para persuadir un poco al dolor. Y entonces sentí que algo estaba entrelazo con mi mano. Abrí un ojo y miré que era. Era otra mano. Entonces levanté la cabeza y la vi allí. Sentí como mi corazón se aceleraba al ver que ella estaba allí, con la cabeza apoyada sobre el borde del colchón, y con los ojos cerrados. Se quedó, no se fue. Me puse a mirarla fijamente, me puse a observar las delicadas líneas de su rostro. Intenté buscarle algún defecto, como tantas veces, pero no lo tiene. Ella simplemente es perfecta. Levanté mi otra mano y con cuidado acaricie su mejilla. Se movió un poco y arrugó la nariz, pero no se despertó.

—Arriba Tom, ya traje a Betty y...

—Shhhhhhh —le dije cuando lo vi entrar. Georg me miró bien – Cállate que vas a despertar a la bella durmiente.

—¿Qué hace ella ahí? —me preguntó en voz baja.

—Me cuida —le dije con una pequeña sonrisa.

Soltando su mano con cuidado me levanté de la cama. La alcé en brazos y la acosté en la misma, para que pudiera seguir durmiendo, un poco más cómoda. Salimos con Georg del cuarto y caminamos hasta la cocina. Fruncí el ceño extrañado al no ver a Rose por ahí.

—¿No has visto a Rose? —le dije a mi amigo.

—¿Sabes que hora es? —me dijo él. Negué con la cabeza —Tom, son casi las 5 de la tarde. Rose se fue hace una hora.

—¿Qué? ¿Las 5? —dije sin poder creerlo.

—Si, dormiste como nunca —dijo divertido.

Nos acercamos a la mesada y nos preparamos un café. Tal vez con eso, este terrible dolor de cabeza se me iría de una vez. Estuvimos hablando un poco más, hasta que los dos sentimos los pasos de alguien. Miramos hacia el pasillo y venía caminando hacia la sala. Sonreí levemente…

—Adiós —dijo por lo bajo y pasó de largo hasta llegar a la puerta.

La abrió y salió dejándome totalmente desconcertado. Me puse de pie, y me estaba por salir detrás de ella, hasta que Georg me detuvo.

—Oye, oye —me dijo haciendo que lo mirara —Si se fue así es por algo… déjala.

—Pero… no, no puedo dejarla…

Intenté caminar de nuevo, pero Georg me volvió a detener.

—Déjala… se fue, ya esta. Ella necesita pensar… déjala —me dijo.

Gruñí por lo bajo y volví a sentarme para terminarme el café. Luego de unas dos horas Georg decidió irse. Y en esas dos horas, ______ no había salido en ningún momento de mis pensamientos. La forma en la que se había ido me tenía bastante confundido. Tomé mi teléfono y marque el número de su celular.

—Soy ______, y en este momento no puedo atenderte. Deja tu mensaje, que luego de que lo escuche te devuelvo la llamada…

Colgué y maldije por lo bajo. Tenía el celular apagado. Volví a darle tono al teléfono y marqué el número de su casa. Sonó, sonó y sonó, pero nadie contesto. Al parecer tampoco estaba en casa.

—¡¿Dónde diablos estas?! —dije algo nervioso. Entonces volví a darle tonó al teléfono y marqué el número de mi prima. Sonó una, sonó otra.

—¿Hola? —me dijo al atender.

—Mirna —le dije.

—¡Al fin tienes la consideración de llamarme! —me dijo elevando un poco la voz —¿Por qué demonios haces esas cosas Tom? ¿Cuántas veces te dije que embriagarse por ahí no es la solución a ningún problema?

—¿Acaso la privacidad de una borrachera ya no existe? —le dije. Ella me dijo unas cuantas cosas más, pero que las pasé por alto. Lo único que quería era saber de ella —¿Sabes donde esta ______?

—¿______?

—Si, ______ —dije algo nervioso.

—Se fue a un spa con Dolores, estaba bastante estresada —me dijo. Suspiré aliviado. Ella estaba bien…

—Pero ella, ¿está bien, verdad? —le dije.

—Si, estaba un poco con dolores de nuca, pero por lo demás estaba bien —dijo ella. Y si, durmió sentada —Dijo que mañana iría a la Universidad un poco más tarde, ya que se quedarían toda la noche allí.

—Bueno prima, gracias por la información —le dije.

—De nada primito, dentro de un rato voy a casa. Estoy con Ana haciendo unas cosas, ¿sabías que tu amiguito Gustav le pidió ser su novia? —me dijo. Entonces sentí mi corazón detenerse.

—¡¿Qué?! —le pregunté sin poder creerlo.

Capitulo # 29 (Fin del Maratom)

No podía creer lo que Mirna me estaba diciendo. Gustav no pudo haber hecho una estupidez como esa.

—Si, ya tenemos una parejita formada, ¿no son lindos? —me preguntó ella.

—Tengo que hablar con Gustav, estoy completamente seguro de que tú me estas mintiendo.

—No, no te estoy mintiendo, ¿Por qué lo haría?

—Porque eres… una…

—¿Una que tonto? Yo no soy nada, y si no me crees llámalo y verás que tengo razón.

—¡Eso mismo haré!

—¡Perfecto! ¡Adiós!

—¡Adiós! ¡Y no llegues muy tarde! —le seguí gritando

—¡Está bien! ¡Cuídate! —utilizó el mismo tono que yo.

Colgó el teléfono y no pudo evitar reír. Mirna siempre encontraba la forma de hacerme reír, hasta en el momento menos pensado. Como dije que iba a hacerlo, llamé a Gustav y lo llené de preguntas. Al final, lo que mi loca prima dijo era verdad. Uno de mis mejores amigos estaba de novio. ¿Entienden eso? ¡DE NOVIO! Y es más, de novio con un angelito diabólico. Pobre de él, el mini infierno que lo espera. Al día siguiente me levanté con tiempo de sobra para ducharme y desayunar. El maldito lunes ya había llegado, y con el un nuevo comienzo de semana. Salí de mi departamento y me estaba por prender un cigarrillo. Pero me detuve al recordarla.

—No vuelvan a fumar sin antes haber desayunado…

Como si ella estuviera por ahí, guardé el cigarrillo en la caja y me subí a mi moto para llegar al purgatorio, o sea a la Universidad. Divisé a mis amigos y me acerqué a ellos.

—¿Cómo están? —les pregunté.

—Mejor que tú —dijo Georg.

—¿Por qué? —dije sin entender.

—Por tu cara —me dijo Schafer —Tienes cara de estar muy perturbado…

—No, estoy bien. No tengo nada —dije.

Aunque ellos tenían razón, ayer había estado demasiado preocupado y pensando demasiado en ______. Tal vez yo no me sentía tan así, pero mi rostro demostraba lo contrario. Divisamos como dos chicas llegaban a las risas. Eran Ana y Mirna. Los ojos de Gustav se iluminaron y su cara de Estupido apareció de inmediato. La diminuta de anteojos y ojos verdes se sonrojo un poco al verlo. ¡Oh dios santo, esto era demasiado cursi! Gustav se acercó a ella y la besó cortamente en los labios.

—Buen día bonita —la saludó.

—Buenos días bonito —le dijo dulce.

—¿Ya dejaron la cursilería? —les pregunté. Mirna rió divertida.

—Te mata la envidia —me dijo mi rubia prima.

—Si no sabes, estoy muriendo —dije irónico.

Todos rieron y comenzamos a caminar para entrar. Miré para mis costados y me faltaba la morena. Me faltaba ella… Llegamos al salón. Ana se fue para su clase avanzada y nosotros cuatro entramos. Nos acomodamos y luego de unos minutos el profesor entró. El profesor de estadística era el hombre más sucio y ordinario que alguna vez yo haya visto en mi vida. De verdad era repugnante. La clase comenzó y traté de concentrar mi atención en otra cosa. No estaba ______ para molestarla, así que me quedaba Mirna para hacerlo. Pero no era lo mismo molestar a mi prima, que molestar a ______. La puerta del salón se abrió y dirigí mi vista hacia allí. Una radiante ______ entró con una sonrisa de oreja a oreja. Tenía un aura muy distinta al de los otros días. Parecía estar relajada y en completa armonía. Se veía realmente hermosa…

—Tarde señorita Levine —le dijo el profesor.

—Lo siento —se disculpó ella —Aquí tiene mi permiso por la llegada tarde.

Le tendió el papel y caminó hasta tomar asiento al lado de Mirna. La rubia le dijo algo y ella asintió. Esperé a que se girara a verme, pero no lo hizo. ¿Qué diablos le sucede? ¿Qué fue lo que hice para que ni siquiera me dedicara una mirada? La clase pasó lenta para mí. El comportamiento de ______ me tenía más que confundido. El timbré sonó y todos salimos. No dejé de seguir con la mirada a ______, hablaba efusivamente con mi prima. Me alejé de mis amigos y caminé hasta ellas dos.

—¿Qué hacen? —les pregunté.

—¿Sabes? Me llaman en la rectoría, luego te sigo contando Mirna —dijo sin mirarme.
Comenzó a caminar alejándose de nosotros.

—¿Me puedes decir que demonios le pasa? —le dije a mi prima.

—No lo sé —dijo y quiso caminar para alejarse de mí, pero la detuve.

—Si lo sabes, y vas a decírmelo —le dije mirándola amenazadoramente.

—¿Sabes donde puedes meterte tu mirada asesina, verdad? —preguntó y empujó mi brazo para pasar.

—¡Ya vas a querer mi habitación! ¡Ya vas a llorar por ella! ¡Y yo no te la voy a dar! —le dije elevando mi voz, ya que se estaba alejando.

Giré para ir al jardín y fumar un cigarrillo, pero detuve mis pasos al verlo allí mirándome con una sonrisa cínica.

—Te soltaron, Bill —le dije.

—No podían tenerme ahí siempre, Kaulitz —dijo. Reí por lo bajo y lo miré con diversión.

—¿Te gusto la cárcel? Es un lugar muy parecido a ti —dije.

—Si, puede ser —afirmó y caminó un poco más hacia mí —Ya se la verdad de todo Kaulitz, ¿y sabes? No estoy enojado, ni nada de eso. Es más quería pedirte perdón…

—¿Perdón? ¿Por qué?

—Y por como me comporte, yo no quería herir tus sentimientos —dijo con sonrisa irónica. Estaba logrando sacarme de nuevo —Yo actué así porque pensé que tenías algo con ______…

—Y si lo tengo —le dije.

—Ya quisieras —me dijo divertido. Se acercó más y apoyó una de sus manos en mi hombro. Lo miré despectivamente —Conozco perfectamente a ______, de los pies a la cabeza. Conozco su forma de ser, su forma de pensar… Y sé que todo lo que dijo en el juicio fue solo para sacarte de allí. Y lo entiendo, ella haría cualquier cosa por un AMIGO.

—Pues no le parezco muy amigo cuando nos revolcamos —dije despreocupado.

—______ no se acuesta con cualquiera, y mucho menos con tipos como tú. Que tienen más nombres de mujeres en una cama, que un propio motel de mala muerte.

—Ella parece disfrutarlo bastante…

—Como digas Kaulitz, ya entendí como es la cosa. Tú estás loquito por ella, ella ni te registra y por eso estas un poco ‘extraño’ últimamente.

—Si no quieres terminar peor que la última vez, mejor cállate —le advertí.

Se alejó de mí y puso sus manos en el aire.

—Tranquilo, tranquilo. Yo no quiero pelea, solo quería aclararte que ya no hace falta que sigas esforzándote por mostrar algo que no sucede…

—Está bien, puede ser que aun no me la haya llevado a la cama. Pero ¿Quién te ha dicho que no lo voy a hacer? Falta menos de lo que imaginas para que eso suceda —dije muy seguro de aquello.

Me miró con ojos venenosos. Él sabía que yo estaba hablando muy enserio.

—Eso lo veremos.

—Si, si lo verás. Cuando ella haya sido mía, vendré a refregártelo en la cara. Tal vez nos grabe, para que veas como lo goza.

—Infeliz… —murmuró.

—Tranquilo Bill, no quiero pelear contigo. Solo quiero que dejes de esforzarte para ser un imbécil, te sale muy bien por si solo.

—¿Pasa algo amigo? —me preguntó Georg apareciendo detrás de Bill. Del otro lado aparecido Gustav.

—No, nada muchachos. Solo intercambiamos opiniones con Bill, ¿no es así? —le pregunté.

Me miró fijo y luego se fue sin decir nada.

—¿Qué quería? —preguntó Gustav.

—Nada, es solo un pobre imbesil —le dije despreocupado.

Las horas comenzaron a pasar y la actitud de ______ parecía empeorar, ahora no solo no me miraba, ni siquiera me hablaba. Yo de verdad creo que ella quiere acabar conmigo y luego anotarlo como una victoria realizada en su vida. En esas horas que pasaron mi humor había empeorado, ni siquiera yo mismo podía aguantarme. Mis amigos se acercaron a mí y gruñí frustrado.

—Uuuh, ¿Qué sucede Kaulitz? —preguntó Georg.

—No molesten —les advertí, mientras terminaba mi cigarrillo y tiraba la colilla con fuerza.

—Ya se lo que te tiene así —dijo Gustav y apoyó una de sus manos sobre mi hombro.
Lo miré de reojo, como advirtiéndole que no se pasara de listo —Has perdido tu talento, ¿verdad?

Lo miré realmente sorprendido, como se nota que estos dos me conocen.

—¿Cómo supiste? —dije mientras seguíamos caminando.

—Ni siquiera tu padre logra ponerte de ese humor, cuando no tienes sexo —me aclaró el afro.

—Lo que Gustav dice tiene sentido —habló Georg — tú definitivamente eres un ninfomaníaco.

—Eres un sexo-dependiente —agregó Gustav.

—No puedes estar mucho tiempo sin ello… te vuelves completamente loco.

—¡Es que no puedo entenderlo! —bramé nervioso —¡No puedo acostarme con ninguna! ¡No me producen nada! ¡Estoy con ellas y… y no… no me excito!

—Pues claro —dijo Gustav soltando un suspiro —Tantos años de desenfreno tenían que cobrar su factura.

Fruncí el ceño ante su tonta teoría.

—Apenas tengo 22 años —dije y volví mi vista al frene.

Los tres nos dirigíamos a otro día de clases. Las malditas clases, en la maldita Universidad.

—¿Y hace cuanto no pasas más de un mes sin acostarte con nadie? —me preguntó Georg. Lo miré extrañado y me puse a pensar.

—No… nunca —dije. Los miré consecutivamente —¿Debería ver a un medico?

—Me parece amigo que tu carrera sexual ha llegado a su fin. Debiste pensar un poco antes de usarla tanto —aseguró Georg.

—Claro no debemos ser pesimistas, estamos en el siglo XXI. Existen los tratamientos y diversas cosas para solucionarlo —me alarmó más mi buen amigo Gustav.

—Ya Gustav, lo estamos asustando. Mira su cara —le dijo Listing divertido —Amigo lo que a ti te pasa es simple y tan claro como el agua.

—¿Qué es? —le pregunté esperanzado de que me diera una respuesta.

—Necesitas un psicólogo —sentenciaron los dos al unísono.

Mi mirada se distrajo por su diminuta figura caminando descaradamente al salón.

—No, no —aseguré y ambos miraron lo que yo miraba —Lo que yo necesito acaba de entrar a ese salón, y me está volviendo completamente loco.

Ambos se miraron entre si y entramos. La divisé sentada al lado de Mirna. Mi rubia prima me miró y me sonrió, mientras que ella seguía con sin siquiera dirigirme la mirada. ¡No consigo entender que pasó con ella! Ayer estaba todo bien, se quedó a cuidarme… éramos muy felices. Y ahora no somos nada. No dejé de mirarla en ni un solo segundo. Ella parecía no notarlo, pero estoy completamente seguro de que si lo notaba. Ella estaba muy consiente de que yo la estaba mirando, tiene ese sexto sentido que tiene todas las mujeres. Pero aun así no es capaz de mirarme. ¡No es capaz! Y yo ya no puedo tolerar su indiferencia, su desprecio y su… forma de ser. Todo lo que me sucede es culpa de ella, absolutamente todo. Yo no puedo acostarme con ninguna otra, porque estoy completamente seguro de que ella me ha tirado algún embrujo o algo parecido… ¡Oh, Kaulitz! ¡Escucha lo que estas diciendo! ¿Embrujo? ¿Qué idiotez es esa? Lo único que necesito es acostarme con ______ Levine, sacarme las malditas ganas que le tengo y volver a ser el mismo de antes. Solo eso. Simplemente eso… Todas las tonterías y cursilerías que me dijo Susan el otro día eran totalmente incoherentes y sin sentido. Yo solo necesito S-E-X-O con ella y asunto arreglado. Primero tengo que arreglar las cosas, pedirle perdón y volver a tomar confianza. Entablar una especie de… ‘amistad’ para luego llevármela a la cama. Pero maldita sea, ¿Cuánto tiempo va a llevarme eso?

—¡Tom! —me llamó Georg sacándome de mis pensamientos. Me giré a verlo.

—¿Qué? —le dije.

—Ya terminó la clase —afirmó mi amigo.

—¿Cómo? —dije y me puse de pie.

Ya nadie estaba en ese salón.

—No —dijo Gustav mirándome con cara de preocupación —De verdad ya me estas asustando.

—Bueno, no importa —les dije —Pero vamos, salgamos de este maldito lugar.

El resto del día se me pasó lento y pesado. La indiferencia de ______ cada vez me hacía sentir un poco más impotente.

HI! Aqui esta el MaraTom, Espero que les guste, sin mas que decir me despido, adios :D

2 comentarios:

  1. oooooooooooh !! me encanta ver a Tom loco !!! *-* ME ENCANTA !!!! no dures tanto para subir plz !!! X.x pensaba que iba a morir sin leer algo D: gracias por subir 4 *-* me encantaron !!

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  2. A mi también me mata la indiferencia de (tn)!!

    Siguelaaa Virgii me encantaaa :)

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