Capitulo 49:
Sus ojos
volvieron a adquirir ese brillo de hace unos instantes, sus mejillas se
enrojecieron levemente y eso terminó con lo que quedaba de mí.
— ¿Usas ese
calificativo con otras… personas? — me preguntó con recelo. Sonreí.
— ¿Celosa? –
le pregunté arqueando una ceja.
— Estás
matando el momento, Tom— dijo frunciendo levemente el ceño. Reí por lo bajo.
— Y tú solo me
estás tentando cada vez más — dije divertido.
— Solo quiero
saber si alguien más fue llamada así…
— No — le dije
mirándola fijamente — Nadie más, amor.
Ella levantó
su mano y acarició mi mejilla, para luego subir hasta mi cabello y acomodarlo
levemente hacia atrás. Me incliné hacia ella y la besé dulcemente acariciando
sus labios con cuidado. Gimió levemente, mandando a través de mí una oleada de
placer. El beso dulce y tierno se volvió apasionado e intranquilo. Necesitaba
sentirla, desesperadamente. Bajé mis manos al borde de su blusa.
— No, no y no,
Kaulitz— dije agitada soltando mis labios — Dije que no…
— Maldita, eso
eres una pequeña y peligrosa ninfa que ha venido hasta mi habitación y me ha
despertado y me ha seducido y ahora no quiere dejarme cobrar lo que debo.
— Por Dios,
Tom, no han pasado si quiera 24 horas desde la última vez que lo hicimos… no puedes
estar desesperado. Definitivamente eres un ninfómano.
— Y tú te
comportas como una monja — la besé cortamente.
— Pero te
encanta esta monja – dijo coqueta.
— Está bien,
tú ganas. Solo porque no tengo como contradecir aquello, es absolutamente cierto.
Me miró de
manera tierna y acarició de nuevo mi mejilla.
— Ahora, ¿me
puedes dejar salir? Quiero comer algo — me dijo.
— Delante de
ti ya tienes algo para comer, ¿para qué quieres otra cosa? — le pregunté.
Ella rió por
lo bajo.
— No se puede
vivir de hacer el amor, Tom — dijo mientras sin intención alguna clavaba su
mirada en mi boca.
— Mmmm, esa
mirada… quieres besarme ¿cierto? – le dije y me agaché para morder sus labios.
— Tienes
razón… ganas en todo. Sí quiero besarte, y todo lo que se te pueda pasar por la
mente. Pero ahora tengo hambre…
— de comida.
— Bueno, vamos
a comer — dije rendido mientras me alejaba de ella y me ponía de pie. Tomé su
mano y la levanté de la cama — Pero luego quiero el postre.
Le gruñí y la
tomé de la cintura para un arrebato beso y luego la solté. Ella rió divertida.
— Traje helado
— dijo con una inocente sonrisa.
— Y te atreves
a decir que soy yo quien mata los momentos. No tienes vergüenza, amor.
— Decidí
ignorar tu doble sentido — me aclaró.
— Pero si lo
divertido de eso es que te escandalices — dije mientras ambos salíamos de la
habitación.
— Oh, bebé, ya
no me escandalizan tus dobles sentidos — me dijo divertida.
Arqueé una
ceja y antes de que se alejara demasiado, la detuve y la acerqué a mí. Su
espalda chocó levemente contra mi pecho y el aroma de su cuerpo, me excitó un
poco más de lo que ya estaba. Sentí como su respiración se volvía un poco más
densa.
— ¿Por qué
estas tan distante? — le pregunté al oído.
— Yo no estoy
distante — aseguró.
— Sí, sí lo
estás – susurré y bajé mis manos a su vientre, abrazándola un poco más.
— Tom… -
murmuró.
— ¿A qué le
temes, _________? – le pregunté y la giré para que me hiciera frente.
Me miró fijo a
los ojos y vi la inseguridad en ellos. Aquellos ojos cautivantes estaban llenos
de inseguridad.
— No quiero
que… que te canses de mí.
— ¿Cansarme? –
pregunté confundido.
— Tal vez… si
me hago la difícil, pueda que no me dejes tan pronto.
Eso es lo que
pasa… _______ aún no entiende lo que ella significa para mí. Tomé su rostro con
mis manos y la acerqué a mis labios.
— Estoy
perdida y completamente enamorado de ti… te necesito, te quiero. Y no creo que
pueda cansarme de algo que hace latir tan fuerte mi corazón — besé sus labios
apenas — Eres la dueña de mi corazón… puedes hacer lo que se te cante con él.
Soy tuyo, maldita sea.
— Yo también
soy tuya, Tom, completamente tuya — susurró agitada y se acercó completamente a
mi boca. Gruñí ante el desenfreno de su pasión.
Sus labios
abrasaron los míos y su lengua me cautivó. Sus pequeños brazos rodearon mi
cuello y entonces la alcé del suelo.
— Rodéame con
tus piernas… por favor, necesito sentirte, ________ — le supliqué soltando
apenas su boca. Ella sonrió levemente.
Sus piernas
rodearon mis caderas y entonces volví a besar su boca.
— Claro que
no, Georg — dijo divertida.
Ellos tenían
los ojos bien abiertos y estaban ahí parados como estatuas en la puerta, nos
miraban fijo. ______ seguía sobre mí.
— Creo que no
hemos llegado en un momento muy apropiado — dijo mi buen amigo Listing.
Lentamente,
_______ se fue bajando de mí, para acomodarse un poco el pelo y la ropa.
— Diablos,
Mirna… ¿acaso no me dijiste que no vendrías hoy? — le pregunté.
— Lo siento,
primito, no pensé que estarían haciendo tal muestra de amor en medio del
pasillo — dijo ella con una leve sonrisa.
— Son unos
aguafiestas — dije fastidiado y miré a Georg — Y tú, ¿Acaso no podías llevarla
a algún lado para distraerla o algo así? Es la segunda vez que interrumpe algo
interesante…
— Ya, ya —
dijo ______ apoyando una de sus manos sobre mi pecho — Vamos a ser unos buenos
anfitriones y los vamos a hacer pasar y vamos a cenar todos juntos.
Mirna sonrió
emocionada y se acercó a _______ para tomarla de la mano.
— ¿A dónde
piensas llevarte a mi _____? — le pregunté, tomando la otra mano de _____.
— Necesito
hablar en privado con mi mejor amiga, pesado — me dijo la rubia.
— Jamás voy a
perdonarte que hayas arruinado nuestro momento — le aseguré.
— Sí vas a
perdonarme, primito lindo — apretó mi mejilla.
— Ya, bebé —
me dijo ______ y besó levemente mis labios — Yo también quiero hablar con tu
prima… — se acercó a mi oído — Te prometo que luego la recompensa será mejor de
lo que esperas.
— Ya, _______,
deja de excitarlo —la regañó Mirna y tiró de ella para desparecer por el
pasillo.
Me giré a ver
a Georg y éste soltó un leve suspiro.
— Lo siento,
hermano… juro que no tenía idea que estabas con ______. Mirna me contó que ayer
estuvieron juntos y que al parecer al fin aceptaste que estás enamorado — me dijo.
Solté un
suspiró y apoyé mi mano en su hombro para hacerlo caminar hacia la mesada de
mármol y sentarnos allí.
— Yo no sé
como pasó… pero me tiene loco — le conté. Él sonrió divertido.
— Así son
ellas cuando logran meterse en tu corazón. Te sientes como un títere que
depende de los hilos para moverse… te aseguro que en verdad van a enredarnos.
— Pues estoy
dispuesto a enredarme por ella — dije divertido.
Ambos
escuchamos las chistosas risas de ______ y Mirna, Georg me miró divertido.
— Son terribles
— aseguró.
— Nuestra
perdición, hermano — dije y palmeé su hombre – Pero, espera un segundo, yo me
perdí de algo ¿Qué pasó entre tú y mi prima?
— Bueno…
nosotros estamos saliendo — me contó. Puse mi mejor cara de enternecido.
— ¿Te das
cuenta de que tú, Gustav y yo hemos caído en los brazos de tres ninfas
asesinas?
— ¿Por qué
asesina? — dijo confundido.
— ¿Aún tienes
el valor de preguntarlo? — dije mientras veía como _____ y Mirna caminaban
hacia nosotros.
— ¿Qué hacen?
— preguntó mi curiosa prima.
— Hablábamos —
le dije y miré a _____ que se acercó lentamente a mí hasta estar a mi lado.
La tomé de la
cintura y la guié para que se sentara sobre mi regazo.
— Georg, ¿me
acompañas a comprar unas cosas para la cena? — le preguntó Mirna.
— Claro que
sí, preciosa — dijo él y ambos salieron del departamento tomados de las manos.
En ese
instante, ______ apoyó su cabeza contra mi hombro y con su mano derecha comenzó
a acariciar mi pecho. Bajé la mirada para mirarla y estaba demasiado callada
para mi gusto.
— ¿Pasó algo?
— le pregunté.
Ella levantó
su rostro, pero sin alejarse de mi hombro, su boca quedó cerca de la mía. Su
mano hacía pequeños círculos sobre mis pectorales.
— Te quiero —
susurró. Mi cara se tornó boba y una media sonrisa curvó mis labios.
— ¿Cómo? — le
pregunté. Ella sonrió.
— Que te
quiero, Tom… no te das una idea de cuanto — dijo en tono suave — Bésame como
hoy en la mañana… despacio.
Me acerqué más
a ella, y la besé como me pidió. Mis labios rozaron suaves los suyos. Me
invadió su dulce aroma. Me invadió ella… su amor y pasión.
— ¿Por qué no
les pedimos que se vayan? — pregunté sobre su boca. Ella sonrió.
— Lo lamento, bebé…
pero en este momento Gustav y Ana también están viniendo hacia aquí.
— ¡Demonios!
No se van a ir nunca más — me quejé.
Me besó
cortamente y se puso de pie.
— No te pongas
quisquilloso, son tus amigos y mis amigas… está bien que estemos con ellos.
— Yo no quiero
estar con ellos — aseguré.
— Eres un mal
amigo — me dijo.
— Pero, mi
amor… yo estoy todo el tiempo con esos dos — seguí quejándome como un pequeño
niño — Yo solo quiero estar contigo ahora.
Sonrió y clavó
su mirada en la mía. Se volvió a acercar a mí y rodeó mi cuello con sus brazos.
— Ahora soy
‘mi amor’, cada vez le vas agregando algo más, bebé — dijo risueña.
— Tú me
provocas esa clase de cursilerías, solo tú — le dije y me acerqué de nuevo a
ella para besarla. Rió sobre mis labios y aquella fue una hermosa sensación,
que también me hizo sonreír. La puerta del departamento se volvió a abrir.
— Oooh, vamos
¿Acaso no van a dejar de estar como chicles ni por un segundo? — nos dijo Mirna
entrando con Georg, Gustav y Ana detrás.
— Si no fuera
por ti, y por tu inoportuna llegada a esta casa, estaríamos más pegados que dos
chicles — le dije.
______ golpeó
levemente mi brazo y se alejó de mí, para saludar a su querida amiga Ana. La
pequeña diabólica se acercó a mí con duda y resentimiento y cuando la tuve en
frente estiré mi mano hacia ella.
— ¿Tregua? —
le dije. Ella analizó mi mano.
— Llegas hacer
sufrir a mi amiga, y serás hombre muerto — me aseguró.
Reí y ella
también lo hizo para luego tomar mi mano.
Las chicas se
quedaron en la cocina ‘haciendo la cena’ mientras que los chicos y yo nos
sentamos frente al televisor con una lata de cerveza cada uno.
— Esto sí que
es vida… la vida de concubino no es tan mala como nosotros habíamos pensado,
muchachos — dijo Gustav.
— El único que
esta en concubinato aquí eres tú, nosotros apenas estamos empezando, ¿o no,
Kaulitz? — me dijo Georg.
Mi mirada
estaba clavada en _______. En su sonrisa, en la forma en que su boca se mueve
al hablar, en sus gestos, en sus ojos, sus pestañas, sus mejillas, su nariz…
— ¡Kaulitz! —
me llamó Gustav, sacándome de mi sueño.
— ¿Eh? — dije confundido
y lo miré.
Schafer sonrió
divertido y miró en la dirección en la que yo estaba mirando.
— Por Dios,
Georg, este puede estar empezando recién, pero esta más metido que nosotros dos
juntos — le dijo divertido.
— Si supieras
como los encontramos Mirna y yo cuando entramos, por Dios no pueden dejar de
tocarse ni un segundo —exclamó Georg. Al fin pude concentrarme bien en ellos.
— Oigan,
déjenme en paz, soy feliz ahora. Tengo a la chica más hermosa del mundo, la más
dulce e inteligente, la más sexy y provocadora, la más tierna y cariñosa…
— Y luego yo
era el cursi, ¿cierto?
— Mueres de
envidia, Listing, es eso — le aseguré.
— Yo creo que
debemos brindar — dijo Gustav.
— Y yo también
— dije y tomé mi lata para levantarla hasta la altura de nuestros ojos.
— ¿Y por qué
vamos a brindar? — preguntó Schafer.
— Por… otro año
más juntos — dijo Georg.
Sonreímos y
brindamos. Mi mirada volvió a fijarse en ______. Otra vez mi cara de tornó boba
y una estúpida sonrisa atravesó mi rostro.
— Y por ellas
— dije sin dejar de mirarla
Capitulo 50:
______ comenzó
a reír divertida al igual que Ana. Dejamos de hablar y nos giramos a verlas.
Gustav se puso de pie.
— ¿Qué sucede?
— preguntó mientras se acercaba a ellas. Georg y yo lo seguimos.
— Me parece
muchachos que Mirna acaba de arruinar nuestra cena — dijo ______ sin dejar de
reír. La miré divertido… se estaba descostillando de la risa.
— ¡No es
divertido! — se quejó la rubia. Ana se restregó los ojos, mientras calmada su
risa.
— No les hagas
caso a estas brujas, linda — dijo Georg y se acercó a Mirna, quien apoyó su
cabeza sobre su hombro cuando él estiró sus brazos.
— Aaaay, me
dijo bruja — se quejó ______.
Me acerqué a
ella y la abracé por la espalda, apoyando mi mentón en su hombro. Mi boca quedó
cerca de su oído. Ella colocó sus brazos sobre los míos que estaban sobre su
vientre.
— Y sí, algo
de eso debes ser… porque me tienes hechizado. No puedo dejar de verte, no puedo
dejar de pensar en ti, en tus besos, en tu cuerpo — le susurré.
Sonrió
levemente y mordió su labio. Giró un poco la cabeza y me miró.
— No puedes
con tu genio, ¿verdad? — preguntó.
— Te lo
aseguro… apenas se vayan todos, tú no te salvas de mí — besé su mejilla y volví
mi vista a los demás, pero sin dejar de abrazar a ______ — Entonces ¿Qué vamos
a comer?
— Pidamos unas
pizzas — dijo Gustav.
— Perfecto —
aseguré y me alejé de ________ para ir en busca del número del delivery. Pero
detuve mi paso al recordar aquello, me giré a verlos a todos — No podemos.
— ¿Por qué? —
dijo confundido Georg
— ______, no
come pizzas — dije.
Ella sonrió y
se acercó a mí, para acomodar un poco mi cabello.
— Eres un
dulce de leche — aseguró.
— Y tú eres mi
envase — murmuré y me incliné para besarla cortamente.
— Pero no se
preocupen por mí… pidan la pizza, yo no tengo hambre — les dijo a los chicos.
Ellos
volvieron a sus charlas y le lancé a Georg la tarjeta con el número para que
llamara. Volví mi vista a ______. Me senté en el sillón y le hice un gesto para
que se sentara sobre mis piernas.
— Es mentira
que no tienes hambre. Hace un rato estabas que matabas por un poco de comida.
— No te
preocupes, comeré un poco de fruta — me dijo.
— No, ¿sabes
qué? Vas a comer una porción de pizza o dejo de llamarme Tom ‘el sexy’ Kaulitz.
— ¿El sexy? —
dijo divertida — Más bien ‘el calentón’.
— Muy graciosa
— bufé — Pero la única calentona aquí eres tú…
— Sí, y me
encanta serlo — dijo en descarado coqueteo.
— No me
seduzcas aquí… tenemos invitados, amor mío. No querrás que haga cosas
inapropiadas delante de ellos ¿o sí?
— No te
atreverías — dijo entre divertida y nerviosa.
— ¿Quieres
averiguarlo? — pregunté.
— No, Tom, ni
se te ocurra — se estaba por poner de pie, pero no la dejé. Me miró fijo a los
ojos.
— ¿A dónde
crees que vas?
— A… a estar
con las chicas.
— Con ellas
puedes estar otro día, ahora estas conmigo — le robé un breve beso.
Ella sonrió y
se acurrucó contra mi pecho. Mi corazón latió rápido bajo su oreja, y la
escuché sonreír. Se alejó de mí y me miró a los ojos.
— La primera
vez que me besaste en la clase, ¿recuerdas?
— Cómo
olvidarlo, amor, luego te pusiste como loca y eso fue lo que más me cautivó de
ti.
Rió levemente
y levantó su mano para acariciar mi mejilla.
— Mi corazón
latió muy rápido cuando hiciste eso — me contó. La miré algo sorprendido.
— Entonces
¿Por qué me hiciste sufrir tanto por ti? — le pregunté.
Ella mordió su
labio inferior y levantando la mirada encontró la mía.
— Porque yo no
quería ser una más para ti, Tom.
— Y no lo
eres… definitivamente no lo eres.
— Tom, yo… te…
Sentí un
presión en mi pecho ante lo que mis oídos y, principalmente, mi corazón estaban
esperando escuchar.
- ¡Llegó la
pizza! – gritó Georg entrando al departamento.
Maldije para
mi mismo a Georg ya que ______ se puso de pie y se acercó a la mesa dejándome
con la duda latiendo.
¿Qué era lo
que iba a decirme?
Sacudí la
cabeza y me puse de pie. Preparamos las cosas y nos sentamos a comer.
—Ven aquí mi
amor —le dije a ella. Negó levemente con la cabeza —Que vengas aquí, ahora.
Mordiendo
levemente su labio se acercó a mí. La tomé de la cintura y la senté sobre mis
rodillas. Tomé una porción de pizza y la acerqué a su boca.
—No, Tom, no
quiero comer pizza —dijo corriendo la cara hacia el otro lado.
—Pero vas a
hacerlo. ¿O prefieres que eche a los chicos y tú y yo tengamos una seria
‘Charla’?
Me miró fijo a
los ojos, tratando de saber si sería capaz de hacerlo o si solo estaba
bromeando. Soltando un leve suspiro tomó la porción de pizza. Frunció el ceño
con bastante asco y lo acercó a su boca. Con cuidado dio el primer mordisco.
Comenzó a masticar y de a poco la cara de repulsión se fue convirtiendo en un
gesto de agrado. Me miró mientras comía y sonreí mostrándole una sonrisa de
satisfacción.
—Diablos
______, ya te esta manejando. Estas comiendo cosas que ‘supuestamente’ no
tienes que comer o mejor dicho que ‘juraste’ no comer. Que mal te veo amiga
—dijo Mirna.
—Es el amor
Mirna —dijo Ana divertida. ______ sonrió y volvió a comer.
—¿Esta rico?
—le pregunté.
—Hace tanto
que no comía esto. Ya casi me había olvidado lo bien que sabía —dijo y volvió a
morder su porción.
—¿Viste mi
amor? Lo mismo va a pasar con la carne. Es solo cuestión de volver a probarlo.
—Jamás
—aseguró con la boca llena. Reí por lo bajo – Nunca más voy a comer carne.
—No estés tan
segura de eso —susurré y le guiñé un ojo. Ella sonrió y miró al frente.
—¿Y en dónde
estuvieron todo el día? —preguntó mi prima. Salí de mi encantó, mirando a
______, y la miré a Mirna.
—¿Qué? —le
pregunté. Ella suspiró.
—¿Acaso voy a
tener que repetirte las cosas dos veces porque vas a estar atontado mirando a
______? —dijo.
—Creo… que si
—dije asintiendo. Todos reímos.
—Bueno, como
te decía ¿Dónde estuvieron?
—Por ahí
—dije.
Mi mirada se
cruzó con la profunda mirada de ______, y con ese simple gesto ella entendió
que yo no quería contarles, todavía, que había encontrado a mamá.
—¿Haciendo
qué? —prosiguió mi prima.
La miré y
sonreí. Ella y si curiosidad algún día van a matarme.
—¿Quieres que
te lo cuente con detalles? —dije irónico.
—Tonto —dijo
por lo bajo Mirna. ______ sonrió y volvió a agarrar otra porción de pizza.
—Paseamos un
poco por la cuidad, tomamos un helado y luego fuimos a caminar un poco por ahí
—dijo como si fuera totalmente cierto.
—Si, seguro
—dijo Georg. Todos volvimos a reír.
La cena
transcurrió entre risas y recuerdos. Luego de terminar las chicas se dirigieron
a lavar y acomodar, mientras que los chicos y yo volvimos a apoyar nuestros
traseros en los sillones.
—Se los voy a
pedir de buena manera muchachos, llévense a sus queridas novias, amantes, o
amigas con derecho y déjenme a solas con mi morenita —les dije.
Ambos me
miraron con desaprobación.
—Eres tan sucio
—aseguró Schafer —¿Acaso no te has puesto a pensar qué tal vez ______ no quiera
tener relaciones hoy? No tienes consideración. Mírala, es pequeña Tom y tú eres
un oso al lado de ella.
—Ella no se
queja de ello. Y créeme que lo disfruta y mucho —le aseguré.
—Definitivamente
eres un pervertido —dijo Georg poniéndose de pie —Vamos Gustav, dejemos a este
par de tórtolos con su pasión.
Reí por lo
bajo y me puse de pie. Nos acercamos a ellas.
—Ana, mi vida,
nos vamos —le habló a su novia.
—¿Ya?
—reprochó ella.
—Si, Tom nos
ha echado —le contó.
—¡Tom! —me
retó ______.
—¡Mentira,
amor, yo nunca los eché!
—Eres el peor
—aseguró mi prima —Gracias a dios y no me quedaré aquí.
Arqueé una
ceja y miré a Georg. Al instante la rubia adquirió un color rojo que la tiñó
por completo.
—Bueno
________ nos vemos mañana, amiga —dijo Ana y se acercó a ella para abrazarla.
—Perdona a Tom…
es un tonto —le dijo y me miró mal —Pero ya va a ver. Lo voy a castigar y donde
más le duele.
—Uuuh no me
gustaría estar en tus pantalones, Kaulitz —dijo Gustav.
—Ni a mí
—agregó Georg mientras tomaba su abrigo.
______ se
acercó a Mirna y le dijo algo en voz baja. La rubia asintió y ambas me miraron.
Sentí miedo, mucho miedo.
—Bueno, vamos
—dijo Gustav.
Todos nos
acercamos a la puerta. ______ y yo los despedimos y vimos como desaparecían por
el pasillo. El departamento quedó en un total silencio. Giré para mirar a
______, pero ella ya no estaba a mi lado. Levanté la vista y estaba terminando
de acomodar las cosas en la mesada. Con cuidado me acerqué a ella.
—¿Qué pasa?
—le pregunté.
—Eres el peor
amigo del mundo —dijo sin mirarme. Me acerqué un poco más a donde estaba y
cuando estuve lo bastante cerca estiré mi mano y tomé su mentón. Hice que me
mirara.
—No, no soy un
mal amigo —le dije. Ella asintió.
—Si, si lo
eres.
—Todo el
tiempo estamos con ellos. ¿Acaso no entiendes que estoy asumiendo lo que siento
por ti y lo único que quiero es estar contigo? —pregunté.
Sus ojos se
clavaron penetrantes en los míos.
—¿Y qué
sientes por mí? —preguntó. Sonreí de costado.
—¿Bailamos?
—le dije.
Ella frunció
el ceño. Me alejé y me acerqué a la radio. La prendí y para mi suerte una
canción lenta sonaba. Estiré mi mano hacia ella. Me miró confundida y asentí
para que se acercara. Se acercó y tomó mi mano.
La jalé hacia
mí y la pegué a mi cuerpo. Coloqué mis manos en su espalda y escondí mi rostro
en su cabello, mientras ella colocaba sus brazos alrededor de mi cuello.
Respiré profundamente su dulce aroma. Llenó mi corazón.
—______ lo que
yo siento por ti es algo tan extraño para mí. Nunca, pero nunca lo sentí por
nadie… Y me hace sentir tantas cosas. Inclusive miedo… mucho miedo.
—¿Miedo? ¿De
qué?
—De perderte,
amor —musité y la apreté más a mí.
—¿Estas seguro
Tom? Tal vez… no sea tan así, y estés confundido. Yo no sé si podré soportar
que esto pase así como si nada.
—Claro que
estoy seguro ______. Ahora que te tengo, que eres mía… no puedo vivir sin ti.
Te necesito cerca, muy cerca.
Levantó su
cabeza y me miró a los ojos. Recorrí su bello rostro, hasta posar mi mirada en
sus labios. Una suave sonrisa se curvó en ellos.
—¿Quieres
besarme? —preguntó.
—Ajá —asentí.
—Pues… ¿Qué
estas esperando?
Bajé mi cabeza
y me topé con ellos. Mi corazón comenzó a latir desaforado. Que estoy
completamente seguro que se escucha con perfecta claridad. Me alejé apenas de
su boca.
—Juro que si
Mirna llega a entrar por esa puerta es Ashley muerta —dije y atrapé su labio
inferior suavemente.
—Malo —susurró
y me acercó más a ella. Dándome pequeños besos fue soltando mi boca. Apoyé mi
frente sobre la de ella y abrí los ojos. Ella aun los tenía cerrados. La música
seguía sonando suave —¿Qué pasó con Jorg?
Eso fue como
un balde de agua fría, que verdaderamente arruinó uno de los momentos más
románticos de mi vida. Lentamente me alejé de ella.
—Realmente tú
eres la peor de los dos —dije y me senté en el sillón. Ella abrió un poco la
boca para hablar, pero no dijo nada. Se sentó a mi lado y tomó mis manos con
las de ella
—Lo siento
amor, pero estuve toda la tarde pensando en eso. Me preocupa.
—¿Qué cosa? —–
dije.
—Que te enojes
y te salgas de tu paciencia… yo no quiero que las cosas estén mal. Se que tu
padre no es un santo. Es más, es una basura. Pero yo creo que…
—No amor, mi
padre no merece una oportunidad —la interrumpí al entender lo que quería
decirme —No la merece.
Ella se acercó
más a mí y apoyó su cabeza contra mi pecho. Levanté mi mano y con uno de mis
dedos enredé uno mechón para jugar con él. Ella suspiró.
—¿Cómo te
sentiste al ver hoy a tu madre? —preguntó. Me extrañé un poco ante su cambio de
tema. Sonreí levemente.
—Feliz —contesté.
Al instante recordé que debía llamar a mamá —Demonios…
—¿Qué pasó?
—dijo ella incorporándose un poco de mí.
—Me olvidé de
llamar a mi madre —le dije.
Ella negó
levemente con la cabeza.
—¿Ves qué
también eres un mal hijo? Debe estar preocupada. Pero ahora ya es tarde para
llamarla —asentí con la cabeza —Mal hijo.
—Mañana,
apenas me levante, voy a llamarla —aseguré.
—Si, ya lo
creo —dijo irónica.
—Lo juro. Y
también voy a hacerte el desayuno —dije.
______ sonrió
mostrándome todos sus dientes.
—¿Puedes
explicarme por qué eres tan lindo? —preguntó.
—Es lo que
siempre me pregunto cuando me miro al espejo, amor —dije divertido.
—Tonto
egocéntrico —me acusó.
—Te encanta
que lo sea —con una uña marcó el contorno de mi mandíbula —¿En que estas
pensando ______? —le pregunté.
Sentí un calor
interno que me erizó la piel por aquel simple, pero provocador toque. Se acercó
más a mí y comenzó a besar mi mejilla. Cerré los ojos y disfruté de aquello.
Sus labios estaban ya bastante cerca de los míos, pero no pude aguantarme.
Corrí mi rostro en busca de su boca. Pero ella tomó mi rostro con sus manos.
Abrí los ojos.
Se incorporó
un poco de donde estaba sentada y abriendo sus piernas se sentó sobre mí. Sentí
como mi respiración se agitaba. Es increíble saber que ella puede alterarme así
con solo tocarme o mirarme.
—No tienes una
idea de cómo me pones, Tom. No eres conciente de eso ¿verdad? —dijo y se movió
levemente sobre mí. Apreté los dientes y maldije por lo bajo. Mi entrepierna
comenzó a latir, haciendo que todo mi cuerpo se tensara.
—Te detesto
—susurré. Ella sonrió perversamente.
—¿Por qué?
—preguntó en voz baja, excitándome. Volvió a moverse. Tragué saliva.
—Porque eres
una gatita mala, muy mala —le aseguré.
—¿Soy una
gatita? —preguntó divertida.
Asentí
frenéticamente —Si… pero soy tuya.
—Eso es lo que
más me gusta —ella ronroneó y eso terminó con lo poco que quedaba de mi cordura
—Por dios, amor, vas a volverme loco.
Posé mis manos
en sus caderas. Ella acercó sus labios a los míos y los acarició con
provocación.
—Acaríciame
Tom… te necesito.
Ella sabe como
enloquecerme. Ella simplemente tiene la receta perfecta de mi maldita
enfermedad. Su amor.
Tomé su boca
en exigente beso. Ella gimió levemente y su lengua bailó con la mía. Un celular
comenzó a sonar, pero no le prestamos atención. ______ se acercó más a mí y
comenzó a susurrar cosas sobre mis labios, tensándome un poco más. ¿Acaso eso
es posible? Al parecer si, es muy posible.
—______
—susurré su nombre.
—Hazme el
amor. Vamos al cuarto. Necesito sentirte Tom… necesito sentir tu corazón
latiendo sobre mío rápido, muy rápido —musitó agitada.
La besé
ferozmente y sin ningún problema me puse de pie con ella encima. El maldito
celular volvió a sonar. Y diablos es el mío. Sin bajarse de mí, ______, lo
buscó en mis bolsillos. Cuando lo sacó miré la pantalla. La miré a ella.
—Es mi padre
—dije agitado. Ella lo tomó y sin vacilar lo apagó. La miré algo sorprendido.
—Tienes razón
al decir que no merece una oportunidad. Y mucho menos le voy a dar la
oportunidad de arruinar nuestro momento. Ahora somos tú y yo, nadie más —la
mire a los ojos. Como me gustan sus ojos —Y ahora lleva a esta gatita a ese
cuarto antes de que se le vayan las ganas de dar arañazos.
Acarició mi
nariz con la suya y volvió a ronronear. Respiré profundamente.
—Tus deseos
son órdenes para mí, gatita hermosa.
Capitulo 51: (Fin del Maratom)
Ella cayó
rendida sobre mí. Escondió su rostro en mi cuello y con sus manos calmo las
marcas que sus uñas habían dejado sobre mi pecho.
—Ya no puedo
más Tom —dijo agitada —Esto es demasiado, amor. Hace tres horas que estamos sin
parar…
—Tú tienes la
culpa. Me encanta verte disfrutarlo. Me enloquece que me pidas más. Así que no
te quejes porque definitivamente tú eres la culpable —dije con voz ronca y
acaricie su espalda.
Su cuerpo aun
estaba unido al mío. Levantó la cabeza y me besó dulcemente. Otra vez mi cuerpo
se tensó y ella me sintió entre sus piernas.
—Tom, ¿otra
vez? —preguntó alejándose de mi boca. Apreté los dientes.
—Muévete mi
amor, por favor —le rogué agitado. Moví un poco mis caderas y ella jadeó
levemente.
—No, Tom, no
puedo —susurró agitada y se sentó. Gimió ahogadamente al sentirme más hondo.
—Uno más. Juro
que será el último… lo juro —aseguré.
—Es como la
cuarta vez que escucho eso, amor. Ya hemos hecho el kamasutra entero…
Cerró los ojos
cuando la tomé de las caderas y la ayudé a moverse sobre mí de manera lenta.
—Solo hemos
hecho la mitad —susurré.
Su respiración
se agitó y sus manos se apoyaron, otra vez, sobre mi pecho. Me senté y la
abracé contra mí. Sus latidos se apoyaron suaves en los míos. Sus piernas
rodearon mi cuerpo. Y su mano bajó caliente por mi espalda.
—Ahora
comprendo por qué todas te quieren y desea, Tom —me dijo al oído. La abracé más
contra mí.
—Pero yo no
quiero, ni deseo a otra que no seas tú —le dije.
—Te amo
—susurró.
Me alejé un
poco de ella para mirarla a la cara. Sus marrones ojos estaban húmedos. Sus
mejillas enrojecidas.
Con un simple
movimiento giré y la atrapé bajo mi cuerpo. Gimió y susurró mi nombre. Busqué
sus manos con las mías y las entrelacé para llevarlas sobre su cabeza.
Comencé a
moverme dentro de ella de manera lenta y profunda. Sus ojos se veían cada vez más
cristalinos. Ella quería llorar. Entonces bajé mi cabeza hasta su rostro y
suavemente acaricié sus labios.
—Te amo,
______ —le dije.
Ella soltó un
sollozo y soltó mis manos para abrazarme y pegar su boca a la mía. Me moví más
rápido al sentirme desesperado. Y más rápido de lo que deseé ambos llegamos a
un nuevo clímax, compartiendo algo mucho más profundo que el éxtasis.
Me dejé caer
sobre ella y su pequeño cuerpo me abrazó con fuerza. Me alejé para mirarla a la
cara y varias lágrimas caían por sus mejillas. Las quité con mis labios.
—No llores,
amor ¿Por qué lloras? —le pregunté. Ella sonrió y acarició mi rostro.
—Porque te
amo, por eso —dijo y alzó su cabeza para besarme suavemente.
Salí de ella y
giré sobre la cama para quedar boca arriba. Tomé a ______ y la coloqué sobre mi
pecho. Nuestras respiraciones aun eran agitadas, pero no era solo por el
esfuerzo de haberlo hecho una vez más, no. Era por la emoción de saber que me
ama y yo a ella.
Sonreí
tontamente y besé la cabeza de mi chica. Ahora si puedo decir que es mía, solo
mía.
______ besó mi
pecho y luego me miró a los ojos.
—Hermosa —le
dije. Ella sonrió.
—Y tú,
precioso, hermoso, bonito, lindo. Y todo lo que se te pueda ocurrir.
—¿Te das
cuenta de lo qué me has hecho? —le pregunté. Ella negó con la cabeza —Te amo y
es lo más hermoso que me pasó en la vida.
—¿Te estas
poniendo cursi mi amor? —preguntó entre divertida y enternecida —Me encanta que
lo hagas —besó mis labios —Te amo.
—No más que
yo…
—Mentira, yo
más.
—¿Quieres qué
te demuestre que soy yo quien te ama más? —pregunté.
—Si esa
demostración implica hacerlo otra vez… no mi amor. Estoy exhausta, rendida,
acabada. Yo no sé como voy a terminar si esto va a ser siempre así —dijo y se
abrazó más a mí, escondiendo su rostro en mi cuello. Respiró profundamente y
acarició mi piel con su nariz.
—¿Fuiste hoy a
ver a tu madre? —le pregunté. —¿Y qué le dijiste? ¿Qué estamos juntos? ¿Qué me
amas? ¿Qué no puedes vivir sin mí? ¿Qué ahora es mi suegra?
Ella rió
divertida y alzó la cabeza para mirarme a los ojos.
—No, solo le
dije que estabas bien.
—Que mala hija
eres. Pero quédate tranquila. Mañana iremos juntos a verla. Y yo mismo le diré
que ahora es mi suegra.
—Que yo sepa
no he recibido ninguna propuesta de noviazgo para que ella sea tu suegra —dijo
con algo de recelo.
La miré fijo a
los ojos y sonreí. Acomodé mi garganta.
—Señorita
______ Levine, ¿Quisiera usted ser mi novia? —le pregunté. Una sonrisa del tamaño
de una casa atravesó su rostro.
—Si, si quiero
tontito —dijo y me besó efusivamente. Me alejé de sus labios y besé su nariz.
—Mañana
podemos ir a almorzar con Lola, y de paso decirle. Es más puedes llamar a tu
padre. Podríamos almorzar los cuatro.
______ comenzó
a reír como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo.
—¿Mis padres
almorzando juntos? —dijo mientras calmaba su risa —Por dios, mi amor. Estás
loco. Se matarían.
—Vamos, no
creo que sea tan malo —le dije.
—No lo se, no
estoy segura —dijo ya más seria —Pero si saben que el otro va, ni locos van.
—Bueno, puedes
mentirles. No les diga que va el otro y nos encontramos allí. No será tan malo.
Tengo un presentimiento de eso…
—Está bien, lo
haré —musitó.
Se volvió a
apoyar en mí y comencé a acariciar su espalda. La abracé un poco más.
—Gracias, amor
—susurré.—¿Por qué? —preguntó con la voz ya adormilada.
—Por todo lo
que me has dado, cariño.
—No mi amor,
gracias a ti.
—Te amo
—musité.
—Y yo a ti,
mucho.
Me desperté al
sentir una lluvia de besos sobre mi rostro. Iban desde mi frente hasta mis
labios. Y caían con especial énfasis allí.
—Mmm… que rico
sabe eso que me estas dando —dije con voz ronca.
—Es amor, amor
—dijo ella —Arriba dormilón.
—¿Qué hora es?
—pregunté mientras estiraba mis brazos para agarrar a ______. Ya que aun no
había abierto mis ojos. Ella tomó una de mis manos con la suya, y la acarició.
—Las 11 de la
mañana —respondió y besó mi palma.
—¿Por qué me
estas despertando a esta hora? —reproché.
Ella volvió a
besar mi rostro hasta mi boca. Abrí los ojos y la miré. Es la imagen más
hermosa que vi en mi vida. Lentamente me incorporé para sentarme. Me apoyé
contra el respaldo de la cama y la miré de arriba a bajo.
—¿Qué? —dijo
ella.
—¿Tienes
puesta una camisa mía? —pregunté.
Ella sonrió
coqueta y se puso de pie. Solo llevaba puesta una de mis camisas abrochada
hasta la mitad de su pecho. Totalmente provocadora y descarada.
—Si, es tuya
—confirmó —Me desperté hace una hora y no tenía ganas de ponerme mi ropa.
Comencé a revisar la tuya, y esta es la camisa que tenías puesta el día de la
fiesta que nos encontramos. Por dios, estabas taaaan entrable ese día.
—Ven aquí
—dije y la tomé del brazo. Riéndose tontamente se acercó más y la acomodé entre
mis brazos —¿Por qué no me dejaste besarte esa noche? Dios sabe lo mucho que
quería hacerlo… estabas tan irresistible.
—Te detestaba
—aseguró —Me caías mal. En especial con tu aire de galán matador. Pero eras
demasiado pegado a ti.
—¿Qué fue lo
que te llevó a no odiarme? —pregunté.
—No sé si la
palabra correcta es odio. Pero me chocabas en algunos momentos. En otros la
pasaba bien contigo. Y a veces simplemente me sacabas de mis casillas. Pero no
pude evitarlo. De apoco te metiste en mí y ahora te amo… así egocéntrico y
todo.
—¿Cuánto me
amas?
—Mucho, mucho
—susurró y levantó su cabeza para besarme cortamente.
—¿Rose no ha
llegado? —le pregunté.
—Llamo hace un
rato. Se sorprendió de que yo la haya atendido y le conté que somos novios.
—¿Qué dijo?
—dije divertido al imaginarme la expresión de mi nana.
—Que era un
milagro de dios y que eso había que festejarlo —me contó soltando una leve
risa.
—Já, ya la
imagino.
—Y dijo que
hoy no vendrá porque otra vez Brutus se tragó una moneda.
—Ese perro es
taaaan tonto —aseguré y la acomodé mejor entre mis brazos.
—Pero le dije
que la quiero ver y le prometí que mañana en la tarde vendría a visitarla.
—¿Y quien te
dijo a ti que esta noche estarías lejos de mí? —le pregunté.
—Oh, ¿Acaso no
piensas dejarme un rato? —preguntó.
—Por nada del
mundo —dije con una gran sonrisa. La besé.
—¿Sabes que
tengo ganas de hacer? —dijo.
—No, ¿Qué?
—pregunté.
—Quiero
bañarme – fruncí el ceño.
—Bueno, ahí
tengo un par de toallas limpias, mi amor. Puedes bañarte —dije.
Ella sonrió y
luego mordió su labio inferior.
—Si, pero
quiero bañarme contigo —susurró.
La miré fijo
por unos cuantos segundos sin decir nada. Con un movimiento del que ni yo mismo
fui conciente me puse de pie con ella entre mis brazos. Soltó un grito
divertido y se echó a reír.
—Lo que me
acabas de decir, es cierto ¿verdad? —pregunté.
—Ajá —asintió
divertida
—Como me
puedes, por dios —dije y salí del cuarto para entrar al baño. Ella reía y
pataleaba. La puerta se cerró detrás de nosotras —Acabas de cometer un gran
error al permitirme esto, cariño.
—¿Por qué?
—preguntó, mientras arqueaba una ceja y comenzaba a desabrochar los botones de
su camisa —Yo no le veo nada de malo a bañarme con mi novio. ¿Tú si?
—El problema
no es el baño… sino lo que va a pasar en el —le dije y miré el movimiento que
hacían sus dedos al desabrochar los botones. Su simpática risa llegó a mis
oídos, para hacerme reaccionar y mirarla a la cara.
—Será solo un
simple baño, Kaulitz —aseguró.
______ salió
primera del baño, soltando unas cuantas malas palabras.
—¡Tom, voy a
matarte! —la escuché quejarse desde el cuarto —¡Ahora dime como voy a hacer
para tapar estas marcas que me dejaste en el cuello!
—¡Es tu
problema, amor! —le grité mientras terminaba de enjuagarme la cabeza —¡Tú dime
como voy a hacer para quitarme las marcas de tus uñas!
—¡Pero eso no
esta visible, tonto! —chilló —¡Lo tapas con la remera y listo! ¡Yo tengo un
chupón gigante en el cuello y encima del pecho! ¿Qué le voy a decir a mi madre
cuando pregunte de que son?
—¡Ella va a
saber entender mi amor, deja de quejarte! —le pedí y apagué la ducha.
Tomé la toalla
y me sequé el cabello para luego envolver mi cintura con ella. Salí del baño y
entré a la habitación. ______ ya casi se había terminado de cambiar.
—Eres una
bestia —me dijo sin mirarme.
Sonreí y me
acerqué a ella para abrazarla por la espalda. Quiso alejarse pero no la dejé.
—Te dije que
no sería un simple baño —le susurré al oído —Pero no vas a decirme que no te
encantó —giró para mirarme de frente. Mordió su labio y se puso en puntas de
pie para rozar los míos.
—Si, me
encantó —musitó y se alejó antes de que yo la besara.
Riéndose salió
de la habitación y me dejó con las ganas de otro beso. Me cambie lo más rápido
que pude y salí en busca de ella. La busqué y cuando la divisé me acerqué
rápidamente para besarla. Ella rió sobre mi boca, llenándome de alegría. El
timbre de casa sonó. Me alejé despacio de los labios de ______ y miré hacia la
puerta.
—¿Quién será?
—pregunté.
—¿Esperabas a
alguien? —dijo ______ alejándose.
—No, para nada
—aseguré y me acerqué a la puerta. Girando la manija abrí la puerta y me quedé
quieto mirándolo. Él miró sobre mi hombro a ______. Una sonrisa se dibujó en
él.
—Buen día
hijo, espero no haber interrumpido nada
MIERDAAAAA !!! llego este viejo a joder todo !!!! OMG !! que bello todo !! *-* me encantaron !! gracias por subir :DD !!
ResponderEliminarMe encantoo el capituloo!! Al fin son novios *.*
ResponderEliminarSu padre!! Que no joda.. Siguelaaa me encantaa