martes, 22 de octubre de 2013

Capitulo # 10

Me desperté a causa del maldito despertador que Georg me había obligado a tener. Giré sobre el colchón y estiré mi mano para apagarlo. Volví a girar para mirar al techo. Mi cabeza se estaba partiendo, si no me equivoco logré dormir lo mismo que nada. Toda la noche mi conciencia se encargó de que mi persona se sintiera verdaderamente mal.Me levanté y me dirigí al baño. Me di una ducha rápida y salí para cambiarme. Tomé un poco de café y salí en mi moto para otro maldito día en ese infierno. Recordé que hoy es la maldita fiesta de mi padre. ¡Demonios, nada podía ser peor!Llegué y me encontré con Gustav y Georg esperándome para entrar. Sin quitarme los anteojos me acerque a ellos. Gustav me miró bien.
—Uuuh, esa es cara de haber tenido mal sexo —aseguró Schafer.

—Te equivocas Gustav, esa es cara de no haber llegado al orgasmo —dijo Georg.

Me quité los anteojos y los miré asesinamente, para luego gruñirles por lo bajo. No estaba de humor para soportar sus teorías y burlas.

—Creo que si las miradas mataran, ya estaríamos muertos Georg—dijo Gustav.

Los volví a fulminar con la mirada. Maldito si seguía provocándome no iba a terminar bien. Georg se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su hombro. Comenzamos a caminar hacia las malditas clases, me adelante un poco, pero podía escucharlos perfectamente.

—Amigo, ¿recuerdas que Tom perteneció al equipo de lucha en la secundaria? —le preguntó Georg por lo bajo.

—Si —se limitó a decir Schafer.

—También, ¿recuerdas cuando peleaba en los bares?

—Aja —respondió Gustav.

—¿Y recuerdas que peleó con Hook y lo venció limpiamente?

Giré un poco la cabeza para mirarlos y Gustav miró nervioso a Georg.

—Si, lo recuerdo.

—Entonces no insistamos más, ciertamente no somos Hook. No creo que tengamos tanta suerte si continuamos —dijo él. Llegamos al salón y era una de las pocas veces en las que llegábamos temprano.

Miré a mí alrededor y Kate no estaba. Gracias a dios no estaba. Me senté en la última fila y logré hacer que mi cabeza se fuera de aquel lugar. La clase de Historia Universal comenzó, era tan tediosa aquella clase.La puerta del salón se abrió y ella entró. Me senté derecho para mirarla, y a mi cabeza vino lo de ayer. Habérmela imaginado mientras estaba con otra era algo poco común en mí.

—Lo siento, se me ha hecho tarde —se disculpó.

La profesora la disculpó y ella miró a su alrededor para buscar un asiento. Él único lugar que quedaba era el que estaba a mi lado. Intentó buscar otro lugar, pero nada la salvaría de sentarse conmigo. Se acercó y con cuidado se sentó.

—Buen día —me saludó por lo bajo.

—Ojala pudiera decir lo mismo —le dije. Se giró a verme.

—Uuuuh, ¿no dormiste bien anoche? —me preguntó.

—Exacto —dije.

Ella sacó un cuaderno y comenzó a escribir lo que la profesora estaba diciendo. Miré con detenimiento cada movimiento que hacía su nariz al escribir. Llevó la punta del lapicero a su boca para morder levemente la punta.¡Oh dios, yo tengo que hacer algo para poder estar con esta chica!Se giró a verme, y me encontró mirándola fijamente.

—¿Qué sucede? —me preguntó.

—Nada, solo te miraba —contesté.

—Después puedo prestarte un poco de tapa ojeras, si quieres —me dijo algo divertida.

—Oh, que considerada que eres cariño.

—Lo se —dijo orgullosa de ella misma y volvió a concentrarse en escribir.

La clase se me hizo lenta e interminable. _______ contribuía a ello, totalmente concentrada en lo que decían o escribían.

—Podemos salir mañana cariño —le hablé. Se giró a verme.

—¿Mañana? —preguntó.

—Si, ¿Por qué no?

—¿Es necesario?

—¿Cuál es el problema?

—El problema Tom, es que… no quiero problemas —dijo divertida.

—¿Problemas?

—Ya sabes de quien te estoy hablando.. Cassandra

—Oh, Cassandra —dije frustrado.

—De verdad tendrías que hablar con ella, esta obsesionada contigo. Por un lado le tengo lastima, debe ser horrible enamorarse de alguien que solo piensa en si mismo.

—Juro que yo jamás le di motivos para que se enamorara —me defendí.

—Tom… chicas como ella se enamoran fácilmente de hombres como tú.

—¿Hombres como yo?

—De pura palabra, pero cero compromisos —me dijo.

—¿Y chicas como tú? ¿Qué clase de hombres buscan? —le pregunté.

Me miró fijo a los ojos y luego sonrió levemente.

—Chicas como yo buscan constantemente alguien que no sea posesivo y este dispuesto a entregarse a una relación divertida y sana. Un hombre con el que puedas hablar de cualquier cosa y sentirte cómoda —me dijo.

—¿Bill no podía hacer eso?

—Al principio si, pero luego se volvió insoportable.

—Yo soy un hombre con el que perfectamente puedes hablar —dije. Volvió a sonreír.

—Si, lo imagino —dijo sarcástica —Eres el sapo imposible de transformar en príncipe.

El timbre sonó y todos comenzaron a salir. Ella se puso de pie y antes de salir del todo se giró a verme.

—Por eso se enamoran ti, creen que pueden cambiarte —me dijo. La miré fijo —Pero eso, esta totalmente fuera del alcance de sus manos.

Salió de allí dejándome solo con mis pensamientos. ¡Oh mierrda! ¿Qué es lo que pasa conmigo? Yo no puedo sentirme mal por las palabras de una mujer poco común.
Poco común, eso es. Ella es diferente a las demás, o así la veo yo. Tal vez si le encuentro el parecido ya no voy a sentirme así.La noche llegó y con ella la maldita fiesta. Terminé de vestirme en un costoso traje que me trajo mi padre de Paris. Parado frente al espejo me arreglé bien la corbata.

—¿Ves? Así es como se hace mi amor —ella tomó la corbata y comenzó a colocármela bien.

—¿Así mami? —le pregunté.

—Uno para arriba, luego lo doblas por aquí y un tirón para abajo.

—¿Cómo me veo?

—Perfecto, te ves hermoso.

Sacudí mi cabeza mientras dejaba que aquel recuerdo me atormentara. Volví mi vista al espejo y ya estaba listo. Tomé el peine y terminé de tirar todo mi cabello hacía atrás.
De verdad no podía hacerme cargo de que todas estuvieran muertas por mi. La verdad de todo está a la vista. Yo no soy el problema. El problema son todas ellas.El timbre de mi casa sonó, de seguro ese era papá. Salí del cuarto y me dirigí a atender. Abrí y el me miró bien.

—¿Estas listo? —preguntó.

—Si —contesté.

Salimos de allí, nos subimos a uno de sus costosos coches, y partimos hacia otro de mis calvarios. Pronto llegamos, en todo el viaje no habíamos cruzado palabra. Mi relación con mi padre era así, solo hablábamos lo necesario.Nos bajamos y entramos al gran salón. Miré a mi alrededor y toda la clase alta de la cuidad estaba allí. Empresarios, contadores, abogados, políticos y demás. Era hora de sacar mi faceta profesional y moralista. Nos acercamos a un grupo y mi padre comenzó a presentarme.

—Él es Tom, mi único hijo y mi futuro heredero —habló sobre mí.

—Buenas noches, señores —saludé.

Pronto comenzó la charla de negocios, puse mi mejor cara de atención e intenté hacerlo.Pero mi mirada se distrajo por la silueta de una pequeña mujer. Estaba de espaldas con un elegante vestido rojo, que dejaba a la vista la piel de su espalda. Tenía el cabello recogido, pero algunas mechas caían por los costados de su rostro. Y cuando giró, de verdad no pensé que era ella. Comenzó a caminar del brazo de un hombre bien vestido de unos 50 años. Estoy seguro que ese es su padre.

—Con permiso señores, enseguida regreso —me disculpé.

La seguí con cuidado, observándola de cerca. De alguna forma, que no sea presentándome yo mismo, tenía que hacer que ella me viera. Divisé como sonreía cordialmente a las personas que, el hombre con el que estaba, le presentaba.
Se veía condenadamente hermosa en ese vestido, rojo pasión. Largo hasta el suelo, marcaba con claridad las bellas curvas de su cuerpo. Y ver su espalda al descubierto, era una tentación en vivo y en directo.Gracias a mis tontas compañeras de Universidad ya había logrado verla en ropa interior. Pero la idea de la desnudes que me provocaba su vestido era aun mayor de lo que yo había visto. La vi alejarse de aquel hombre y entonces me acerqué a él.

—Perdón, ¿usted es el señor Levine? —le pregunte. Se giró a verme.

—Si, soy yo. Mucho gusto ¿usted es? —me preguntó.

—Mi nombre es Tom Kaulitz—me presenté.

—¿Puede ser que tu padre sea JorgKaulitz? —dijo frunciendo el ceño.

—El mismo —dije. Sonrió y estiró su mano para que la tomara.

—Es un gusto conocerte, hijo. He escuchado muchas cosas sobre tu padre, se que es un muy buen abogado.

—Si lo es, y es mi gran ejemplo a seguir. Espero algún día poder llegar a ser tan grande como él. —dije mintiendo descaradamente.

—Si tienes potencial y carisma, estoy seguro de que lo lograras —dijo divertido.

—Eso espero señor, ya que en algún futuro me tocara tomar mando del bufete de mi padre.

—¿Tú padre está aquí? —me preguntó.

—Si señor, se encuentra por allí —dije y lo señalé.

Giró y lo miró, volvió a mirarme.

—Oh, espera un segundo que voy a llamar a mi hija para que la conozcas —dijo.

¡Bingo! dije para mi fuero interno.

—_______, hija —la llamó.

Ella se encontraba de espaldas hablando con otra mujer. Se giró a verlo y cuando me divisó frunzo el ceño con gesto de asombro. Se despidió de la mujer y se acercó a nosotros. Hice todo lo posible por parecer sorprendido.

—Hija, quiero que conozcas al señor Tom Kaulitz —me presentó —Tom, ella es mi bella hija _______.

—Es un gusto señorita —dije y tomé su mano para besarla cordialmente.

Ella no dijo nada, solo me miraba sin poder creerlo aun.

—Bueno, los dejo un segundo. Iré a hablar con tu padre Tom —me dijo.

—Vaya tranquilo señor Levine, yo cuidó de su hija.

Sonrió y palmeó mi espalda para luego irse. Clavé mis ojos en _______, y ella me miró de arriba a bajo analizándome detenidamente.

—¿Dónde quedó el sapo 50 Cent? —me preguntó. Solté una leve carcajada —¿Se puede saber que haces aquí?

—Aquí es donde vengo siempre que necesito pensar —le dije. Me miró acusadoramente —Bueno, en realidad vengo porque mi padre tiene amigos importantes y siempre necesita de mi ayuda.

—O sea que era esto lo que tenías que hacer hoy —me dijo.

—Al parecer los dos teníamos que hacerlo —dije y la miré de los pies a la cabeza —Se ve muy bella esta noche señorita Levine.

—Oh —dijo ella soltando una sonrisa —¿Ahora eres todo un caballero?

—Siempre lo soy, ¿no lo cree?

—En realidad creo que te favorece el pelo hacia atrás. Se tiene mayor percepción del color de tus ojos.

—¿Le gustan mis ojos? —pregunté sonriéndole levemente.

—Señor Kaulitz, creo que a pesar de que este vestido de gala, lo 50 Cent no se le va con nada del mundo.

—Podríamos fingir que acabamos de conocernos —dije y me di la vuelta para luego volver a mirarla —Buenas noches señorita.

Tomé su mano para besarla de nuevo. Ella rió por lo bajo.

—Buenas noches señor… —dejó de hablar para seguirme el juego.

—Kaulitz, o puede decirme Tom.

1 comentario:

  1. Virgii me emcantaaa está fic es hermosaaa.. Siguelaa prontoo :)
    Cuidate bye

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